«Es la confirmación, a través de una muerte física, de la declinación de los ideales, y de los objetivos que se propusieron los cubanos y los demás revolucionarios de América Latina», comenta Gabriel Salazar, en entrevista con El Mostrador.
La declinación, según el historiador, radica en que el modelo de acción que fue válido para Cuba, no lo fue para el resto de América Latina, ni siquiera en Bolivia. «Era utópica esa vía. Sobre todo en Chile, con los partidos políticos acostumbrados a una Constitución liberal», puntualiza
Agrega que Fidel Castro acometió un proceso revolucionario y que «le fue bien, al menos, en cuanto a expulsar la tiranía y lograr defenderse como Estado, como revolución».
Salazar, que no se considera castrista y que recalca que ha sido muy crítico del régimen cubano, enfatiza que «en Chile no hay izquierda y que para esos partidos, que se hacen llamar de izquierda, la muerte de Fidel es como recordarles un pasado del cual han abjurado».
Por último, destaca «la consecuencia» del recién fallido, especialmente en una época en que «la gente no tiene valores propios y se la juegan por un ethos personal».
El Mostrador/Agencias
