Óscar Landerretche: y sus preguntas incómodas

Óscar Landerretche: y sus preguntas incómodas

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El economista socialista Óscar Landerretche dijo la semana pasada una verdad del porte de una casa que tiene a la izquierda corriendo en círculos. Pidió al oficialismo no convertir al país en un infierno si la derecha gana las próximas elecciones. Había dicho también que apoyaba a Carolina Tohá, pero no se comprometía a respaldar a otras candidaturas de la izquierda si ganaban la primaria, seguramente pensando en el infierno que fue el llamado estallido social.

El Partido Comunista y el Frente Amplio lo acusaron de hacer una reducción del progresismo y descalificaciones de poca monta, criticándolo por no contribuir a la unidad de la izquierda. La vocera de Tohá, Pía Mundaca, se apuró en declarar que Landerretche no era vocero, ni tenía un cargo formal en la candidatura.

Es que Landerretche, economista de la Universidad de Chile y el MIT, expresidente de Codelco y exdirector de la FEN es en verdad muy librepensador para los parámetros socialistas. Desde el principio condenó el estallido. También criticó el proyecto constitucional refundacional de Atria, Bassa y Barraza (fue de los pocos socialistas que lo hizo y por ello Chile le debe una). Óscar tiene la mala costumbre de decir lo que piensa (yo también, aunque opino distinto a él en varias cosas, por ejemplo, coquetea mucho con políticas industriales para mi gusto).

También estamos en trincheras distintas en el clásico universitario, pero compartiendo la pasión por el fútbol sospecho que él es también de los que no comemos vidrio, expresión bien gráfica que quiere decir algo así como que a uno no le cuentan cuentos. Y claro, es bastante razonable que una persona del llamado socialismo democrático haga exigencias mínimas para participar en un sector político que lleva ese nombre ad-portas de una elección en que es muy probable que gane la derecha. Quien ha sido el más claro al respecto es Max Colodro, quien derechamente afirma que el problema es que una parte importante de la izquierda, desde ya el Partido Comunista y el Frente Amplio, no toleran que gobierne la derecha y están dispuestos a hacer cualquier cosa para evitarlo. Ese es el quid del asunto, y Óscar Landerretche puso el dedo en la llaga con sus declaraciones. Otro que juega en el equipo de la honestidad intelectual, mi amigo Sergio Muñoz Riveros, ha afirmado en una columna reciente que lo que aquí está en juego es la existencia de un socialismo democrático.

Las afirmaciones de Óscar Landerretche son más serias de lo que queremos admitir. Es muy importante para Chile que el socialismo admita que no está en sus planes intentar sacar del gobierno a un presidente elegido en las urnas pasando por sobre la Constitución. Sería bueno que lo dijeran también el Partido Comunista y el Frente Amplio, pero la verdad es que una declaración de ellos sería menos creíble y por lo mismo menos valiosa.

Como una modesta contribución histórica al tema me permito recordar una situación en que se utilizó hace más de dos mil años una institución llamada Senatus Consultum de República Defendenda para defender a la República de un intento de usurpar el poder legítimo al Senado y al Primer Cónsul.

Según varias fuentes, en el año 100 AC, el tribuno de la plebe Lucio Apuleyo Saturnino (calificado por algunos como demagogo ya en ese tiempo) se conjuró con otros tribunos y senadores apoderándose del Foro Romano junto a una multitud intentando usurpar el poder legítimo que ejercían el Senado y los cónsules de Roma.

El príncipe del Senado, Marco Emilio Escauro, propuso al primer Cónsul Cayo Mario aplicar esta institución, que habría sido utilizada una vez anteriormente por el Senado para enfrentarse a un intento de rebelión de Cayo Graco Sempronio, que había intentado instalar una dictadura años atrás.

¿Pero, en qué consistía la bendita institución que podría inocular el maldito infierno al que refiere Landerretche?

Era un decreto inapelable que daba facultades extraordinarias al Senado para defender la soberanía del Estado nombrando a un delegado con fuero, inmunizándolo de modo que nadie pudiera procesarlo y ningún tribunal vetar sus acciones destinadas a defender la democracia, mientras estuviera vigente la emergencia que amenazaba la República.

El Senado nombró en ese cargo a Cayo Mario, primer Cónsul de Roma, con facultades para restablecer las potestades de los órganos legítimos de la República actuando él, y quienes actuaran bajo sus órdenes, de la forma que considerara adecuada, con los fueros antes señalados y eximiéndolo de vetos tribunalicios.

Cayo Mario, un general brillante seis veces elegido cónsul, que había conducido a Roma a vencer a los germánicos, demoró menos de un día en restablecer completamente el orden derrotando a los conjurados que tuvieron pocas bajas, porque la mayoría de ellos se rindieron ante Cayo Mario conocidas las facultades de las que había sido investido.

En pocos días las instituciones funcionaban en Roma como antes de la conjura. Sería interesante que especialistas del derecho, considerando adecuaciones para adaptar normas del derecho romano a los tiempos actuales, estudiaran fórmulas para tener un moderno Senatus Consultum de República Defendata, que evitara actuaciones bochornosas, como la de algunas instituciones hace más de cinco años cuando fueron incapaces de defender a Chile del intento de derrocar al presidente Sebastián Piñera. Recordemos que incluso algunas de ellas se sumaron a ese intento, sumiendo a nuestro país en los aciagos días que culminarán, afortunadamente, en nueve meses más y que tanto perjuicio causaron a tantos chilenos. (La Tercera)

Luis Larraín