Entramos en tierra derecha para la elección presidencial 2025. La próxima semana vendrán seguramente los resultados de las primeras encuestas con aprontes de los pingos en carrera. El panorama por el lado de la derecha o centroderecha quedó más o menos claro con el fin de las elecciones de alcaldes y gobernadores 2024. Matthei irá contra Kast y algún otro, pero a no ser que ocurra algo extraordinario, será ella quien pasaría a la segunda vuelta y es muy difícil que gane en la primera.
Lo interesante estará en la izquierda o centroizquierda. Los resultados globales muestran que el sector no está en el suelo. Pero no tiene candidatos con arrastre y preferencia de los electores… excepto Claudio Orrego: el nuevo salvador que apareció el domingo pasado. Incluso una encuesta de Cadem del 17 de noviembre, antes de su triunfo como gobernador, lo mostró como el candidato preferido a nivel ciudadano por la centroizquierda con 21% de preferencias, comparado con sólo 13% de Toháy 7% de Camila Vallejo.
Pero Orrego enfrenta inmensos desafíos. Tiene numerosos, formidables y peculiares obstáculos a superar. El diseño y ejecución de estrategias políticas no es mi especialidad, pero considero útil plantear algunas condiciones que tendrían que reunirse (ya sea por diseño o voluntad, o por casualidades del destino) para que Claudio Orrego llegue a competir con posibilidades en la segunda vuelta presidencial 2025. Es además el sueño de muchos huérfanos de la Concertación y de quienes tienen esperanzas de generar un centro político fuerte. Veamos.
Las principales condiciones necesarias podrían ser: 1) Tener un partido político que lo proclame y lo apoye con entusiasmo, inteligencia y astucia. 2) Acertar, o escoger bien en el dilema entre ir a una elección primaria en el sector de centroizquierda o proponerse ir directo a la primera vuelta presidencial, como lo hizo Kast hace cuatro años (y lo intentará de nuevo por tercera vez el próximo). 3) Si va a primaria, ganarla. Si va por fuera, no antagonizarse con la centroizquierda para poder recibir sus votos en la segunda vuelta. Veamos qué posibilidades aparecen para superar cada una de estas vallas. Hagamos zoom en ellas.
Con respecto a partido que lo apoye, el más lógico sería la Democracia Cristiana (DC). Pero, ¡Oh paradoja! es el mismo partido al cual renunció hace sólo dos años atrás. Difícil que ahora lo apoye. A pesar de que probablemente todavía tiene allí personas y dirigentes que son sus amigos personales, los militantes de base no lo apoyarían excepto que Orrego solicite su reingreso y sea admitido formalmente de vuelta en la DC. Es una posibilidad que no puede descartarse.
Otro partido que podría apoyarlo son alguno de los formados por ex demócrata cristianos, como serían los Demócratas de Ximena Rincón y Walker, o los Amarillos, si predominaran en éste los grupos conformados por ex DC como Mariana Aylwin y Gutenberg Martínez. Uno de los múltiples problemas de esta opción es la competencia u oposición que enfrentaría Orrego por las aspiraciones presidenciales de la senadora Rincón. Habría que dirimir eso en una mini-primaria. Improbable. Difícil que otros partidos grandes o tradicionales apoyen a Orrego; el PPD tiene candidata y para el PS sería mucho. Pero otros partidos más chicos pueden estar muy dispuestos, porque debe ser buen negocio tener una figura que atrae votos que significan cada uno pesos del Servel para financiarse. Es cosa de calcular y conversarlo.
La segunda condición es igualmente clave: ir a primarias o no. Para ir solamente a primera vuelta lo determinante será tener un buen partido que lo apoye. Con eso no sería imposible llegar segundo ante la probable dispersión y desprestigio de los actuales partidos y personeros de gobierno. Si algo mostraron las elecciones recientes de alcaldes y gobernadores es que con voto obligatorio las personas mismas y sus trayectorias pesan más que los partidos y las ideologías.
Entrar a una elección primaria con todos los partidos de centroizquierda que lo apoyaron a gobernador probablemente sería un error para Orrego. Allí perdería porque quienes votan en esa elección son los militantes de los partidos que van a la primaria. Entonces para ganar necesitaría el apoyo de un partido grande. Difícil.
Complicado, pero interesante panorama. Se abrió el abanico de posibilidades de política ficción con estas últimas elecciones de alcaldes y gobernadores. Parece cierto que mostraron una caída de los partidos y personas que representan posturas extremas. También que ganaron los moderados y dialogantes. Esas parecen ser las tendencias preferidas por la mayoría de los electores cuando se incluyen los que no votaron en la anterior presidencial. Entre las personas que pueden representar bien este espíritu ciertamente está Claudio Orrego, pero sus desafíos son grandes para llegar victorioso a la meta. (El Líbero)
Ernesto Tironi