Orden y cambio

Orden y cambio

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La historia política de Chile demuestra que la dicotomía entre orden y cambio —hoy día puesta de manifiesto en la escena electoral— es parte de una mayor, entre orden y libertad, que data de los inicios de la república y que, por lo tanto, sobrepasa con creces la realidad actual.

En diversos y largos debates se ha demostrado que no puede existir el uno sin la otra, de modo que la libertad parece ser un concepto más rico y amplio que el de cambio. La libertad supone el cambio, pero el cambio por sí mismo no garantiza la libertad.

Durante la construcción de la república el orden social se mantuvo por la fuerza. Sin embargo, fueron los acuerdos políticos los que abrieron cada vez mayores espacios de libertad: la implementación de los derechos civiles, la separación de Iglesia-Estado, la expansión y transparencia del sufragio, la formación de los partidos políticos, el fortalecimiento de la educación pública, la consolidación del sistema democrático representativo y la expansión de los derechos sociales.

Si bien la dictadura supuso un grave revés para las libertades históricamente logradas, la transición diseñó una salida política que, con sus altos y bajos, logró recuperar la democracia. El cambio, en este caso, no fue un fin en sí mismo, sino que un medio para redefinir y ampliar la libertad.

En la historia de la humanidad observamos una constante reflexión en torno a los límites del orden y los límites de la libertad. En Chile, donde después de la Independencia se buscó sustituir el orden monárquico por uno republicano, además de distinguir entre la libertad de los antiguos y la de los modernos (en palabras de Benjamin Constant), fueron las ideas del gran pensador Andrés Bello las que dieron al orden y a la libertad un sustrato tanto filosófico como práctico. A partir de sus contribuciones intelectuales, contamos hoy con instituciones duraderas, como la universidad y la legislación civil, aunque también, y sobre todo, con una tradición que no rechaza el cambio, sino que la comprende desde el consenso, los acuerdos y las salidas institucionales.

Las elecciones recién pasadas muestran que ambos conceptos —orden y libertad— no son nociones abstractas. El orden hoy en día se refiere al acceso seguro tanto al espacio público como al privado: los votantes exigen certezas respecto de las reglas de la convivencia social, así como respeto a la capacidad de tomar decisiones individuales protegidas por la ley. La libertad significa ser reconocido como ciudadano, al margen de las identidades que uno adopte; ser escuchados cuando buscamos protegernos a nosotros mismos y al planeta, y avanzar en la eliminación de discriminaciones de cualquier tipo.

¿Es posible encontrar una salida ante lo que hoy parece tan polarizado? Sí, y tiene que ver con la transparencia. José Antonio Kast y Gabriel Boric deben dar respuestas claras respecto del orden que se busca y del cambio que se espera. ¿Cuál será la política respecto de las Fuerzas Armadas, su función y su control? ¿Qué papel específico tendrá el Estado, el mercado y la sociedad civil en la creación de un orden legítimo? ¿Cuál es el proyecto de futuro para nuestro país en un contexto nacional y mundial convulso e incierto?

Ambos candidatos deben dar respuestas claras respecto de la libertad. ¿Es la mano dura o la militarización la forma correcta de proteger la libertad? ¿Ser libre significa impugnar o socavar el legítimo monopolio de la fuerza por parte del Estado? ¿Es libertad el individualismo sin cortapisas o la maximización del lucro evadiendo al fisco o dañando el medio ambiente? ¿Qué harán como mandatarios para cultivar un sentido de libertad que ayude a recomponer el tejido social?

Un debate en torno a estos ejes durante las próximas semanas elevaría el nivel de discusión y ayudaría al electorado a tomar decisiones informadas. No estaría de más comenzar por el estudio de los principales debates sobre orden y libertad aparecidos en las principales coyunturas críticas de nuestra historia republicana. (El Mercurio)

Iván Jaksic

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