Oikonomía en tiempos de crisis-Leonidas Montes

Oikonomía en tiempos de crisis-Leonidas Montes

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En medio de la crisis del coronavirus, cuando millones de chilenos y gran parte del mundo vuelven al hogar, al refugio del oikos, la oikonomía se hace cada vez más importante.

El origen de la palabra y las primeras disquisiciones en torno a la economía, se encuentran en la Grecia antigua. La oikos-nomía es la administración del hogar. Jenofonte escribió su Oikonómikos y sabemos que Aristóteles escribió un libro de economía del cual solo conocemos un par de fragmentos. El hogar era el núcleo productivo de Atenas. Pero la oikonomía también tenía un sentido moral. El fin de la economía era más amplio que el bienestar material.

Aunque la economía ha acompañado al hombre durante toda su historia, como disciplina independiente es muy joven. En el siglo XVIII y XIX se hablaba de economía política que, en ese entonces, tenía una relación bastante estrecha con la ética. El padre de la economía, Adam Smith, enseñaba economía política como parte de su curso de filosofía moral. Pero en el siglo XX, como consecuencia de ese afán científico que surge con la llamada revolución marginal, la economía comienza a alejarse y separarse de la ética. Ya en 1935, Lionel Robbins, en su influyente “An Essay on the Nature and Significance of Economic Science”, decía que la economía, como ciencia, es “fundamentalmente distinta de la ética”. Y Milton Friedman popularizaría esta idea, definiendo la economía positiva como un reino científico alejado de lo normativo. En su controvertido “Essays in Positive Economics” (1953), declara que la economía positiva es “en principio independiente de cualquier posición ética o juicio normativo particular”.

Sabemos que esto no es así. La economía tiene relación con la ética. También sabemos que la economía no es una ciencia exacta. Y que la caricatura del homo economicus no es más que una herramienta didáctica para entender algunas cosas. El comportamiento humano es más complejo. Así, una y otra vez volvemos al viejo zoon politikón aristotélico que entiende a las personas como animales sociales y morales, y no solo como átomos dispersos en una fantasía metodológica. Es, sin lugar a duda, una definición más amplia y realista para entendernos a nosotros mismos. Más aún en estos tiempos de cuarentena.

La pandemia que hoy vivimos nos recuerda la relación entre ética y economía. El mundo está enfrentando esta crisis de diversas maneras, pero en general con urgencia económica y moral. A la fecha Chile ha actuado con admirable responsabilidad. Y con ese “gradualismo realista” se han ido aprobando una serie de medidas que son económica y moralmente necesarias. Nuestra economía, sin perder de vista lo esencial, ha recuperado ese sentido ético.

Siempre está la tentación de correr más rápido, lo que nos puede llevar al precipicio. Y está también el riesgo de la lentitud, de llegar tarde. Entre la vida y la muerte, entre la urgencia del ahora y los efectos que dejará el coronavirus mañana, el equilibrio de la oikonomía es fundamental y la confianza es muy necesaria.

La ciudadanía ha reaccionado de manera bastante ejemplar. Nuestras autoridades, también. El Presidente Piñera ha recuperado su liderazgo, el ministro de Salud se mantiene firme y el ministro de Hacienda hace malabares conciliando la urgencia de la catástrofe con la dura realidad económica. Por cierto, ha habido errores, frases innecesarias y reacciones destempladas, pero lo importante es que tenemos un Estado y un gobierno que están haciendo bien su trabajo. Y tenemos a un Congreso que, en general, está acompañando a la oikonomía con sentido moral y responsabilidad de futuro. (El Mercurio)

Leonidas Montes

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