No se canse nunca

No se canse nunca

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No se canse nunca de los comunistas chilenos. Y si usted fuese checo, igual cosa: no debiera cansarse nunca de los comunistas de Praga.

No se sorprenda nunca de las noticias que involucran a los comunistas con los actos más terribles; no se canse de creer en que son capaces de eso y de mucho más.

No abandone la lectura cuando la prensa le informa sobre los estrechos vínculos del Partido comunista de Chile y las FARC, lazos establecidos para generar mayor y más intensa violencia en La Araucanía. No abandone la lectura, no sea débil de carácter, no piense que todo eso es invento o conspiración. No lo es.

¿Invento o conspiración de quién? Si no queda casi nadie que quiera enfrentarse a los comunistas, y los pocos que lo hacemos somos calificados de extremistas, por influencia de los múltiples medios en que aquellos actúan.

No olvide que la acción del Partido comunista de Chile es la peor amenaza al modo de vida, tranquilo y sencillo, que usted quiere llevar. Quizás usted crea que el PPD con su socialismo liberal, o que el PS con su estatismo desaforado, o que la DC con su ambigüedad eterna, ponen en riesgo de manera más aguda las libertades políticas y los bienes culturales y morales del país. No se equivoque, ni de lejos es así.

Pepedés socialistas, y democratacristianos están siempre mirando de reojo a los comunistas, no hacen nada sin tenerlos en cuenta; gran parte de sus políticas se determina a partir de un «¿y qué va a hacer el PC en este punto?». El comunismo es el vértigo, es la atracción del vacío, es el imán para los que no quieren ser menos audaces, aunque quieran ser distintos.

Mientras se debate el caso Quemados, en el que todas las izquierdas tienen opinión sobre el pasado (así sucedió el hecho), sobre el presente (así hay que proceder judicialmente), sobre el futuro (así hay que condenar políticamente), esas mismas izquierdas callan sobre el pasado criminal de los comunistas (así han asesinado en el mundo y en Chile), sobre su presente (así desestabilizan todo lo que tocan), sobre su futuro (así no se puede convivir con ellos en el mismo gobierno).

¿Y las derechas? Las derechas de hoy son encantadoramente banales en este tema. Conocen perfectamente el peligro que significa el comunismo, pero solo lo enfrentan cuando después de un sesudo cálculo racional llegan a la conclusión de que es electoralmente conveniente. Casi nada más las mueve. Qué lejos están en esta materia de las convicciones de Alberto Hurtado y Gabriela Mistral, de Jorge Prat, Mario Góngora y Jaime Guzmán. Son muchas las oportunidades en que la razón se les nubla, la voluntad se les adormece, el miedo las paraliza.

Los comunistas -admirados por algunos y temidos por otros- quedan entonces con el campo libre. Hacen y deshacen desde su escaso 5%, desde sus seis parlamentarios, desde sus dos ministros, desde su universidad pervertida, desde sus diarios y radios, desde sus federaciones estudiantiles capturadas con el 15%, desde sus colegios profesionales y sindicatos controlados por la desidia de las mayorías.

Un día, alguien muy valiente insiste en que están vinculados con el narcoterrorismo colombiano, en que son los promotores del terrorismo en La Araucanía, en que extenderán su acción a tantos otros ámbitos, en que judicialmente nunca les pasa nada, a pesar de haber confesado (Teillier) la vinculación intelectual con espantosos crímenes de sangre. Pero ese día pasa rápido, porque usted se cansa rápido. Porque los que debieran denunciar esto mismo con eficacia mucho mayor que la de una simple columna, callan o arrugan. Qué lamentable.

Los comunistas lo saben, cuentan con la desidia de sus adversarios, no descansan. Por eso mismo, usted, no se canse nunca.

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