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«No cabe la menor duda de que Piñera es la figura de la centroderecha»

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Hernán Larraín deja hoy la presidencia de la UDI, durante el consejo general que comienza a las 10:00 horas y en el que Jacqueline van Rysselberghe asumirá en su reemplazo. Tal como lo explica el senador, en su última entrevista al mando de la colectividad, fueron dos años que se iniciaron en uno de los peores momentos de la UDI, en medio de «un duro declive» producido luego de que se conociera que algunos de sus militantes estaban involucrados en casos de financiamiento irregular de la política. Larraín asegura que hoy deja una colectividad “en forma”, que podrá enfrentar cualquier desafío. Lo principal, añade, es que la UDI sea capaz de entender que, por Chile, «hay que abrirse y tener una política de inclusión más fuerte».

—¿Cuál es su balance de estos dos años? Usted dijo que 2015 fue el peor año de la historia de la UDI.

—La UDI estaba en una crisis aguda, de pronóstico reservado, había tenido que renunciar una directiva de gente muy competente por los complejos problemas que había a propósito de los casos de financiamiento irregular, por la falta de unidad interna, por la sensación de que entrábamos en un período casi de carácter terminal. Ha sido un período extraordinariamente pesado, en el que logramos sacar a la UDI de los tribunales.

—Fue un período en el que también enfrentaron problemas de financiamiento del partido.

—Una de las consecuencias de estos problemas fue que no hubiese financiamiento y a la deuda acumulada tuviéramos que agregarle un gran déficit operacional que nos impedía funcionar, porque se nos apagaba la luz o se nos cortaban los teléfonos. Era un partido sin relato, sin esperanza de tener un rol electoral relevante. Una vez que se logró amainar el huracán empezó la tranquilidad. Si uno ve la foto de hoy y la compara con la de entonces, uno siente que la UDI está en un momento muy positivo.

—¿En qué sentido?

—La UDI sigue siendo el primer partido de Chile, sigue siendo el protagonista de la oposición, tiene mística y su proyección hacia adelante es abierta. Será, probablemente, el partido eje del próximo gobierno. Logramos recuperar el orden, hicimos un esfuerzo de carácter económico para recaudar fondos y poder apagar el incendio. Empezamos a recorrer el país, hicimos las convenciones programáticas que no solo fueron buenas para el discurso, sino que para sentarnos con quienes son los verdaderos pilares del partido. Logramos cambiar los estatutos, instauramos el mecanismo ‘un militante, un voto’ e hicimos una elección con votación electrónica, que fue un aire de renovación y con dos listas que compitieron.

—¿Cómo es la UDI que entrega hoy?

—Hoy, la UDI es un partido íntegro, con confianza, con apoyo ciudadano. Este es un atleta que ya está entrenado, en plenas condiciones físicas, con la moral alta, entusiasta para entrar a competir en la cancha. A mí me entregaron el Titanic después de chocar con el iceberg. Bueno, logramos que flotara, que recuperara el rumbo y llegar a puerto. Ahora viene un nuevo viaje.

—¿Cuáles son las ideas que deben predominar en ese nuevo viaje?

—En la centroderecha, los partidos no le asignan mucha relevancia a las ideas, son más prácticos, de orden y de capacidades para desarrollos económicos. Lo que quisimos hacer es un proyecto que esté fundado en ideas, principios, valores claros, que nos permita contraponer al modelo ideológico socialista, versus uno donde creemos que las personas son la clave. Una sociedad fuerte que se desarrolle sin que el Estado todo lo tenga que hacer. Pero que, a la vez, haya un Estado solidario que permita que las personas, cuando no tengan la capacidad de hacerlo por sí mismas, tengan esa ayuda. Que cada uno se desarrolle según su vocación, con parámetros de meritocracia, y para eso se requiere libertad e igualdad, igualdad de acceso, de oportunidades, de trato e igualdad ante la ley. Esos son principios básicos que este gobierno desplazó por esta convicción ideológica de hacer un Estado socialista.

—Usted enfatiza en el concepto de igualdad; sin embargo, la senadora Van Rysselberghe dijo que ustedes no creen en la igualdad.

—No creo, al final del día, pensar distinto a la “Coca”, porque lo que ella quiso transmitir es que no era partidaria del igualitarismo, que es propio de los regímenes socialistas, que procuran una igualdad de resultados. Hoy, Corea del Sur es el ejemplo extremo, pero los países de la órbita soviética en su momento o Cuba lo que han hecho es eso: buscar igualdad de resultados. En ese igualitarismo no creemos, pero quisiera preguntar quién de este partido no cree en la igualdad ante la ley, en la igualdad de trato, de acceso, de oportunidades. Es más, creo que una persona no es verdaderamente libre si no tiene mínimos cubiertos que se logran ante estas igualdades. Esta antinomia que ha habido me parece decimonónica. Decir que no creemos en ciertas igualdades esenciales de las personas es un error.

—¿Una candidatura presidencial es el próximo desafío para su partido?

—No ha habido convicción de un solo camino. Cuando se nombra a Pablo Longueira para suceder a Laurence Golborne hubo unidad y el partido se jugó al 100% en todo Chile por él. Eso permitió, en dos meses, ganarle a Andrés Allamand. Fue una campaña difícil, pero ganamos porque había unidad total. Esa unidad hoy no existe y no creo que haya ninguna persona que pudiera ser candidata de la UDI que asumiera el desafío si no hubiese esa convicción interna. Si en marzo la hay, vamos a tener un candidato competitivo, pero si no la hay, vale apoyar a Sebastián Piñera. Ese es el diagnóstico frío y realista.

—Usted era de la idea que esto se decidiera cuanto antes. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión? —Tanto las encuestas como la evolución interna que ha tenido este debate en el partido me han convencido de que no hay esa voluntad unánime para tomar esa decisión, que es lo que habría querido impulsar.

—En 2008, la UDI proclamó a Sebastián Piñera un año antes de la elección. ¿Es posible repetir ese escenario? —No, de ninguna manera. Solo creo que hay un sentido realista por las encuestas, pero la decisión la vamos a tomar en marzo. Veo que las cosas van encaminadas hacia allá, no porque yo quiera, sino porque la realidad es más fuerte y el voluntarismo no es un buen consejero. No cabe la menor duda de que Piñera es la figura de la centroderecha… las otras son inexistentes y, por lo tanto, se hace difícil pensar en otras opciones.

—A usted lo señalan como una figura presidencial para la UDI.

—No hay persona que esté actuando activamente en política que en algún minuto dado no piense en ser Presidente, porque es el momento en el que uno podría cumplir todos los sueños por los cuales se ha dedicado toda la vida. Me lo han planteado, pero yo no he hecho una vida en el servicio público para ser candidato a nada. No siento tampoco que haya existido una verdadera oportunidad presidencial para mí o para alguien de la UDI, por las circunstancias políticas y por la hegemonía del campo que tiene Piñera.

—Según la encuesta CEP, Sebastián Piñera y Alejandro Guillier hoy son los mejor ubicados en la carrera presidencial. ¿Eso no los incita a adelantar los tiempos?

—Está bastante nítido que hay dos figuras instaladas. Sebastián Piñera, quien no obstante a esta campaña sucia que hubo en el último tiempo y que coincidió con la toma de muestra, avanzó puntos y no retrocedió. Sin perjuicio de ello, la política es muy dinámica. En el otro lado sucede algo parecido con Alejandro Guillier, que no solamente el CEP sino Adimark dejan en forma clara, aunque con cifras distintas, que el candidato de la Nueva Mayoría o del oficialismo es Guillier y que todo el resto es música. —¿Le preocupa que Guillier aumentara su intención de voto el doble de lo que subió Piñera? —Habrá una elección estrecha, aquí no se va a ganar por goleada y sería extraño, porque a pesar del mal gobierno, la Nueva Mayoría tiene una capacidad comunicacional muy fuerte, tiene un proyecto político atractivo, porque es muy populista. Pero si la elección fuera hoy ganaría Piñera, porque así lo cree la gente. Dicho esto, creo que, como dicen los gringos, una semana en política es mucho tiempo, y efectivamente, no hay tierra conquistada en política. Todos los días uno tiene que amanecer otra vez, como si estuviera en campaña, por tanto, hay que hacer un trabajo muy contundente durante los próximos 11 meses, porque nadie puede pensar que lo que está pasando hoy se vaya a rematar; aún pueden pasar muchas cosas. El panorama político puede cambiar.

 

Emol/Agencias

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