Durante la noche del 9 al 10 de noviembre, numerosas personas fueron perseguidas, maltratadas, arrestadas y asesinadas en toda Alemania por el solo hecho de ser judías. Más de 1.400 sinagogas, así como miles de comercios, viviendas y cementerios judíos, fueron destruidos. Los pogromos marcaron la transición desde una atmósfera de discriminación de los judíos alemanes, iniciada a partir de 1933, hacia una espiral de persecución sistemática y violenta, que algunos años más tarde acabó en la Shoá (Holocausto).
«El recuerdo no puede acabar, este debe también reclamar la atención de las futuras generaciones». Con estas palabras, Roman Herzog, el expresidente de la República Federal de Alemania, advirtió que ambos conceptos están inseparablemente vinculados. Por un lado, la memoria de los horribles crímenes que hace 80 años comenzaron a ejecutarse contra los judíos de Europa y, por otro lado, la lucha contra la intolerancia, el racismo y el antisemitismo en los tiempos actuales.
El mismo concepto fue presentado en forma certera por el escritor y premio Nobel de la Paz Elie Wiesel: «El deber del superviviente es dar testimonio de lo que ocurrió, hay que advertir a la gente de que estas cosas pueden suceder, que el mal puede desencadenarse. El odio racial, la violencia y las idolatrías todavía proliferan».
Testigos de la época de la Shoá, salvo algunas excepciones, ya no pueden seguir relatando los crímenes de entonces. Por lo tanto, un pilar central de la relación entre nuestros países y pueblos sigue siendo mantener despierto el recuerdo para las futuras generaciones. Además, emprenderemos esfuerzos constantes para enfrentar el desafío del cambio generacional y demográfico en nuestros países, para así conservar la memoria. En esta tarea, los memoriales, los cementerios de los caídos en la guerra, así como los museos, archivos y fundaciones, son imprescindibles para mantener vivo el recuerdo, ya sea el memorial internacional sobre el Holocausto «Yad Vashem», en Jerusalén; el «Monumento a los Judíos Asesinados de Europa», en Berlín, o el Museo Interactivo Judío, en Santiago, que desde su fundación ha conmovido a más de 25 mil visitantes.
Pero tan importante como recordar es aprender para el presente y para el futuro. Una lección fundamental de la Shoá es que los Estados, en cualquier momento y lugar, no solamente no pueden ser protagonistas de políticas discriminatorias, sino que deben ser los garantes de la lucha contra la discriminación.
Es deber de los Estados legislar, educar y ejecutar políticas públicas en favor de la tolerancia, la inclusión, la diversidad y la protección de las minorías. En este contexto, con motivo de las consultas intergubernamentales en octubre, Alemania e Israel renovaron su constante respaldo a la lucha contra toda forma de antisemitismo y racismo. Los valores comunes de democracia, protección de las minorías y de los derechos humanos, así como de la libertad y del Estado de Derecho son fundamento esencial de la colaboración y de la amistad entre nuestros países, que debemos proteger.
En este rol activo de los Estados en la lucha contra la discriminación se enmarca, por ejemplo, la reciente solicitud y aceptación de restitución de la ciudadanía alemana a David Feuerstein, fundador de Yad Vashem Chile, y su esposa Sara Zucker, ambos sobrevivientes del Holocausto en Alemania, bajo las más horribles humillaciones personales y un sufrimiento inimaginable. Ellos han contribuido de manera extraordinaria a la memoria y a la reconciliación, como lo han hecho también tantos otros sobrevivientes que llegaron a Chile.
La Noche de los Cristales Rotos es un episodio histórico que tiene vigencia incluso el día de hoy, cuando muchas minorías sufren de racismo y opresión en distintos lugares del mundo, a causa de posturas radicalizadas que se potencian con las herramientas tecnológicas de la era de internet.
Por eso, no podemos quedarnos en el «nunca más». Tenemos que proponer cambios y reforzar nuestro compromiso con ideas y valores subyacentes en nuestra identidad: tolerancia, pluralismo, entendimiento, libertad, democracia, solidaridad, etcétera.
En ese sentido, el recuerdo y estudio de la Kristallnacht puede servir de ejemplo sobre cómo transformar las noches más oscuras en amaneceres de esperanza. (El Mercurio)
Eldad Hayet
Embajador de Israel en Chile
Rolf Schulze
Embajador de Alemania en Chile