Madre hay una sola

Madre hay una sola

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No ha sido fácil. Desde que estalló el escándalo, la Presidenta ha intentado navegar entre los sentimientos y el deber ser. Pero al final ha sido más madre que otra cosa. Es cierto, sacó al hijo de La Moneda -algo inevitable-, pero nunca se refirió directamente a su actuación. Habló de igualdad, equidad, de privilegios, pero brilló por su ausencia una crítica específica. Como se pidió respeto en las preguntas, al momento de abordar la reunión de Dávalos con Luksic, no le plantearon si pensaba si era un abuso de poder, o tráfico de influencias; simplemente le pidieron si la consideraba imprudente. Ella no contestó.

El ser más madre que Presidenta puede responder a varias razones. Está la natural, que va en la sangre y que la lleva a proteger al hijo caído. Pero no hay que perderse. También está la cosa política, esa que siempre ha buscado mostrar a Bachelet como la madre de todos los chilenos. Quizás por ello, La Moneda pensó que presentar a una mandataria dolida, era suficiente. Se equivocaron. La gente esperaba otra cosa. Menos cariño y más firmeza. Y se lo demostraron con fuerza. La encuesta Cadem registró un desplome en su aprobación y un juicio lapidario sobre su hijo. La gran mayoría de la gente dice desconfiar de Sebastián Dávalos, que usó información privilegiada y su condición para obtener favores y beneficios personales. El malestar quedó también en evidencia en las pifias que se escucharon en el Festival de Viña cada vez que se mencionaba su nombre.

Madre hay una sola, parece ser la conclusión. Al proteger a su hijo biológico, se aleja del mito de ser la madre de Chile. Se quiebra la familia política. Y, de paso, queda desnuda como Presidenta, porque en ese plano ha sido débil. Y si La Moneda se encuentra atrapada de manos en esto, sus socios de la Nueva Mayoría parecen no estar dispuestos a hundirse en la estrategia del cariño. Las críticas se han acentuado y los socialistas quieren a Dávalos y su mujer fuera de sus filas.

Y la cosa puede ponerse aún más difícil si se considera la arista judicial que está investigando la fiscalía. Sin ir más lejos, esta semana fueron allanadas las oficinas de Caval, donde se incautó una serie de documentación con miras a esclarecer a si en estos hechos existió algún tipo de delito. Si se llegara a comprobar aquello, sería el tiro de gracia que falta.

La cosa judicial abre otra pregunta sobre Bachelet. ¿Sabía ella de la operación en cuestión? Ella dice que no, que se enteró por la prensa, igual que todos nosotros. Puede que sea así, pero en esto la estrategia de madre suprema se desploma. Porque se entiende que, en esa condición, tendría que tener cercanía con el hijo. Se contarán sus cosas, sus problemas, pero al decir que no sabía nada, que se sorprendió como todos, queda como una suerte de madre ausente. No conoce al hijo ni menos a la nuera, que supuestamente a sus espaldas planificaron un negocio que tiene a su gobierno patas para arriba. En definitiva, la cosa no cuadra. O es madre o es Presidenta, pero aparecer como ninguna de las anteriores es extraño, por decir lo menos. (La Tercera)

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