Los 30 años no están olvidados-Harald Beyer

Los 30 años no están olvidados-Harald Beyer

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Gabriel Boric sumó poco más de cinco puntos porcentuales a la votación que obtuvo Beatriz Sánchez en 2017. No es mucho si se piensa, además, que la centroizquierda retrocedió en 16 puntos porcentuales (si se considera la suma de Guillier y Goic en 2017) entre ambas elecciones. Por cierto, la votación de Parisi introduce una distorsión grande, pero es muy posible que en esta votación no haya una postura ideológica, sino más bien un rechazo a la política.

Así, la votación seguramente va a ser motivo de una celebración moderada en Apruebo Dignidad. En efecto, es difícil sostener a partir de este resultado que la población aspira al cambio profundo que la coalición ha defendido. Más todavía si se piensa que los resultados en la Cámara y en el Senado son mejores para los sectores de derecha de lo que podría haberse pensado, sobre todo teniendo en cuenta que el Gobierno ha estado seriamente cuestionado y se ha vivido una enorme crisis que fue interpretada como un cuestionamiento severo a las ideas de este sector político. La gran mayoría de los acontecimientos políticos del último tiempo parecían darle la razón a esa interpretación. Esta elección, en cambio, la pone en duda. Por eso, es muy difícil que con su actual programa o discurso pueda crear las confianzas que requiere para sumar el 50 por ciento + 1 de los votos el próximo 19 de diciembre. Adaptarse es clave para mejorar sus expectativas.

Por supuesto, la dinámica política va a cambiar. La izquierda crece a costa de la centroizquierda y esta queda debilitada, en gran medida por el error estratégico que viene cometiendo hace un buen tiempo de no apostar a una diferenciación clara con la izquierda. Esta corriente ha sido exitosa cuando logra este propósito. Si no ocurre, es inevitable que se diluya su proyecto político. Su mal desempeño electoral en el día de ayer revela que esta no es una estrategia sostenible. Es posible sospechar que la candidatura de Parisi, la gran sorpresa de la jornada, aunque algunas de las encuestas que circularon en este “período de veda” la adelantaban, haya sido la gran beneficiada de este error. Su discurso crítico de las derechas y las izquierdas rindió frutos y también llevó a su partido a obtener una representación interesante en la Cámara de Diputados. Los sectores de derecha han tenido también una responsabilidad por su incapacidad de ocupar ese espacio que ha ido dejando la antigua Concertación. Pero el discurso de la izquierda hace difícil pensar que ella pueda ocuparlo.

José Antonio Kast, si bien fue el ganador inesperado de esta primera vuelta, obtuvo una ventaja estrecha. Sumar votos no será una tarea fácil para él. Su programa y varios aspectos de su discurso no parecen interpretar a los chilenos que han emergido producto de la propia modernización económica de los últimos 30 años que él y sus partidarios han defendido. Hay cambios culturales y sociales profundos que se han traducido en trayectorias de vida diversas que merecen un reconocimiento, y han emergido nuevas inseguridades que requieren atención y una nueva forma de gestionar la política social. Sus posturas contra la violencia, la delincuencia y el narcotráfico son altamente valoradas, pero no son suficientes para lograr el triunfo en una segunda vuelta.

Por último, la participación llegó al 47 por ciento, no muy distinta de la primera vuelta de 2017, sugiriendo que la población está lejos de estar polarizada (en general, cuando ella es alta la participación sube). Si en la campaña de segunda vuelta no se reconoce este fenómeno, se pueden cometer grandes errores. Esta elección ha hecho evidente aquello que las encuestas muestran y que apunta a una gran demanda por acuerdos, algo que comparten los ciudadanos tanto de izquierda como de derecha. (El Mercurio)

Harald Beyer

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