Liderazgos

Liderazgos

Compartir

PS Y PPD parecen comenzar a comprender la magnitud del impacto que amenaza sus liderazgos políticos. Y sus futuros estarán marcados por cómo acabe su definición presidencial.

El deterioro de la gobernabilidad de centroizquierda comenzó antes, pero alcanzó niveles extremos estos años. Sus reformas chocaron en contenidos y estilos, con el ánimo reformista de la ciudadanía. Así, las esperanzas de la elección de 2014 mutaron velozmente en rechazo. Incompetencias de gestión y diferencias en la coalición, agregaron distancia ciudadana.

Asimismo, el reproche ético a la política se extendió a partir de los casos Penta, SQM y Caval. Pero el impacto no es igual para todos. Que la derecha tenga vínculos opacos con el dinero, no sorprende. Pero que también existan en el izquierda, devasta su identidad. Se ha debilitado esa identidad cultural que asociaba la defensa de los más débiles, con la izquierda histórica chilena. Las pertenencias culturales se han abierto y surgen nuevas fuerzas sociales y políticas por los flancos derecho e izquierdo de la coalición.

En este cuadro se da el impasse entre PS y PPD en la designación de su candidato presidencial. Desencuentros diversos, más el desconcierto ciudadano ante la rivalidad entre candidatos que le cuesta diferenciar, erosionan sus pre candidaturas.

Si PS y PPD no resuelven una candidatura única antes de la Junta DC de fin de mes, se encaminan a una dispersión de sus fuerzas y a una primaria donde su desacuerdo potencia una tercera candidatura, tan empática como vacía de orgánica y contenido hasta ahora. La empatía es atributo atractivo, pero sabemos que el entusiasmo dura poco cuando más tarde las respuestas no están a la altura. Además, el vacío que crea el desacuerdo PS-PPD, incentiva en la DC el deseo de no quedar cazados a una primaria de mal pronóstico.

El tiempo tampoco está para frivolidades desaprensivas. El próximo será un gobierno difícil. El país ha perdido confianza en sí mismo y consensos. Tenemos una economía de mal desempeño, una caja fiscal famélica, desconfianzas instaladas entre política, empresa y población, un estado de creciente burocratización, serios problemas de productividad. Habrá un presidente que parte siendo minoría por la suma de alta abstención y triunfo estrecho. La sociedad es más protagonista y la gobernabilidad menos estatista. El mundo vive cambios vertiginosos, la globalidad desborda a los estados, nadie espera a los que se quedan atrás y se anuncian mayores proteccionismos, fuertes corrientes migratorias, malestares sociales nuevos, tensiones internacionales crecientes.

Si el único criterio del PS y PPD para designar candidato presidencial es asegurar la permanencia en el aparato público para hacer no se sabe qué, se puede anticipar el fracaso. Su opción presidencial deja de ser una misión, para transformarse en mero apetito burocrático. Un nuevo gobierno con esos rasgos, en un país más sabio y consciente de sus deseos, curtido de esperanzas decepcionadas, proyecta malos augurios para la coalición y especialmente, para su izquierda. Es hora de reaccionar. (La Tercera)

Oscar Guillermo Garretón

Dejar una respuesta