Leña para la hoguera-Carlos Larraín

Leña para la hoguera-Carlos Larraín

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A raíz de la polémica sobre la relación intelectual entre Jaime Guzmán y Carl Schmitt, Agustín Squella se permite escribir que Schmitt era “tan nazi como cristiano, una mezcla que, al menos en Chile, no debería sorprendernos”.

El señor Squella representa la filuda dureza de la razón descarnada, algo atenuado por su afición a la hípica y al café conversado. Eso no le da patente para afirmaciones como la citada: los cristianos en Chile combinan de modo natural con los nazis. ¿Acaso la exaltación de la razón no tiene alguna responsabilidad en la destrucción de la cultura chilena, cuyos efectos estamos sufriendo? ¿Por qué los cristianos pueden ser asimilados impunemente al régimen terrible de “la calle” en versión europea de los años 30, al antisemitismo y a los campos de concentración y de exterminio?

Agustín Squella no puede ignorar que muchos intelectuales y poetas rusos (no he cambiado el foco porque ambos totalitarismos cooperaron entre ellos) apoyaron al sistema soviético por razones patrióticas o porque no conocían a fondo la brutalidad del sistema. Pasternak es un buen ejemplo. Solzhenitsyn partió entusiasmado a la guerra en 1941, con Stalin consolidado, solo para ir preso en 1945 cuando comprueba con sus ojos lo que era el traspatio de la tramoya oficial.

Es posible que a Schmitt le ocurriera lo mismo: quiso defender a su patria y su cultura arruinada por el tratado de Versailles y la república de Weimar. Por lo demás, ya en 1937 fue excluido de los favores del régimen nazi.

Conclusión: Ruego al señor Squella que nos deje vivir a los cristianos como mejor podamos con los propios pecados, pero no nos agobie además con el nazismo. La tolerancia es eso: aceptar a los otros y fulminar menos, así sea con sordina.

Carlos Larraín P.

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