La nueva democracia tutelada

La nueva democracia tutelada

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La frase del senador comunista Daniel Núñez corre con ventaja para convertirse, para este Gobierno, en lo que fue la retroexcavadora del senador Jaime Quintana (PPD) para la segunda administración de la Presidenta Michelle Bachelet.

“El Gobierno tiene que convocar a la presión de la ciudadanía para sacar adelante las reformas, porque en el Senado tenemos un quiebre brutal”, fue la declaración del parlamentario por Coquimbo.

La proposición es alarmante por varios motivos. Quizás el más obvio es que explicita por enésima vez ese reflejo condicionado tan atávico de los comunistas de impulsar en la calle lo que no pueden lograr por el conteo de votos. Su querida vía de los hechos por sobre nuestra querida vía democrática. La sinrazón vociferante e intimidante de los grupos radicales organizados en vez del ejercicio silencioso y republicano de la urna en las democracias liberales.

No puede resultar más irónico que uno de los más conspicuos representantes actuales del PC llame a este Gobierno a impulsar una nueva forma de democracia tutelada. Lo que alguna vez fue el rol de un grupo de representantes con nulas cartas democráticas, como los senadores designados, ahora le cabe al “Jugador N°12”: la calle y sus barrabravas.

Un téngase presente moderno a “los señores políticos”: si las votaciones dentro del marco institucional no se alinean en la dirección deseada, no importa; un chiflido basta para que la furia y la funa de la calle llegue de inmediato.

Ante las críticas frontales de un amplio abanico político —que abarcó desde el Socialismo Democrático hasta el Partido Republicano—, los máximos camaradas del PC (Carmona, Figueroa y Cía.) salieron a explicar lo inexplicable. Y a defender el sentido profundo de las palabras de Núñez. Lo inquietante es que también lo hizo el presidente y una diputada de Revolución Democrática, partido que forma parte de la quintaesencia de este Gobierno. Quizás el oxímoron de su propio nombre sea la única explicación para entender la existencia de contradicciones vitales tan profundas en temas tan cruciales.

El senador Núñez argumentó que la presión de la ciudadanía debía azuzarse debido al quiebre brutal que existe en el Senado. No está demás recordar que fue la Nueva Mayoría, coalición de la que el PC fue parte, la que impulsó el cambio al sistema electoral actual, que privilegia las posiciones identitarias y centrífugas, y dificulta la construcción de mayorías amplias y estables. El resultado es una fragmentación que hace ingobernable el país desde hace al menos dos períodos, independiente de si la administración la tiene Hugo, Paco o Luis.

Hace apenas un par de semanas, el Presidente Gabriel Boric defendía a rajatabla al PC. “El anticomunismo visceral de algunos sectores políticos y sus medios afines en nuestro país es demasiado evidente. No conozco otro partido que reciba tantos ataques ad hominem y mentiras. Yo al menos, no tengo ninguna duda del compromiso democrático y social del PC chileno”.

Un día después vino el recordado tapabocas de Carmona sobre Venezuela. Y esta semana, Núñez se despachó su frase con vocación de bronce. ¿Cambiará este vez de opinión el Presidente, como lo ha hecho en un sinnúmero de temas medulares de la contingencia nacional?

Desde las palabras, el Gobierno ha hecho varios esfuerzos para dibujar un panorama amistoso con la inversión y el desarrollo de negocios por parte del sector privado. Quizás las voces cantantes en esta dimensión sean los ministros Mario Marcel y Carolina Tohá. Pero la cantidad de comentarios, frases y exabruptos en la línea contraria son muchos más, provocando la sensación de que los primeros solo son convenientes impostaciones de un Gobierno que, en el fondo, no cree en nada de eso.

Solo en marzo la lista es larga. Del “paguen mejor” de la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, al expresidente de la Sofofa, Bernardo Larraín, a la “soberbia paternalista” del Presidente Boric a los empresarios. De la “presión de la ciudadanía para sacar adelante las reformas”, del senador Núñez, al “más Narbona (sic) y menos Craig” del mismo mandatario, en alusión a los hermanos Luksic, en la inauguración de una planta desaladora de una minera… de la familia Luksic.

No es creíble estar predicando la necesidad de impulsar el crecimiento cuando, a la vuelta de la esquina, se embiste una y otra vez contra el mundo privado, que es la piedra angular que permite la expansión que supuestamente tanto se anhela. Y no es consistente defender las virtudes del diálogo y la democracia representativa cuando el riñón del Gobierno está formado por un partido que, cuando las reformas que propone corren peligro, “aprieta” a las instituciones con el llamado de la selva. (El Mercurio)

Cristián Rodríguez