La normalidad de Burgos

La normalidad de Burgos

Compartir

“Hoy es un día absolutamente normal”, dijo el ministro Burgos al ser consultado por la formalización de la nuera de la Presidenta, Natalia Compagnon, quien ayer quedó con  medidas cautelares de arraigo nacional y firma mensual. Bueno, nada de esto era normal hace un año. Cuando estalló el caso Caval, se habló incluso de la renuncia de la Presidenta. Eran otros tiempos. Ahora sus partidarios dicen que lo sucedido ayer no tendrá ni siquiera costos en la imagen de la Mandataria. Que la gente ya se acostumbró y que el costo está pagado. O sea, ahora es normal.

No es una buena normalidad. Claro, uno no puede impresionarse muchas veces de lo mismo. Pero nada es igual. Hace un año, sobre Caval había una sospecha. Hoy es una realidad. “Nadie en el país imaginó lo que había detrás de la causa”, dijo hace unos días el fiscal Luis Toledo. Y tiene razón. La cosa es peor. Hay sospechas de soborno, estafa y una serie de delitos tributarios.

Esto ya venía mal. La comisión de la Cámara de Diputados que investigó la causa, señaló entre sus principales conclusiones un eventual tráfico de influencias de la Compagnon. En suma, un verdadero cocktail de dinero, lobby y poder cuyas aristas estamos recién conociendo.

Las consecuencias de todo esto para la Presidenta son conocidas: un desplome en su imagen pública y su popularidad. Nada más alejado de lo que ella proyecta en este caso, que afecta a su nuera y que salpica al hijo, toda vez que, si bien no fue imputado, sí tuvo participaciones públicas, como la reunión con Luksic, donde acompañó a su mujer en calidad de “observador”.

Todo esto está detrás de la normalidad a la que se refiere el ministro Burgos. Si esa era la estrategia que el Gobierno tenía preparada para el día de la formalización de Compagnon, deja mucho que desear. Hablar de normalidad en este caso es lo menos que se quiere escuchar. Con todo lo difícil que resulta reprender a la nuera de la Mandataria, lo que se espera es una señal más clara de parte de La Moneda. No hacerlo es esquivar el problema. Decir que en Chile el estado de derecho se aplica a todo el mundo, es otro lugar común que aporta poco o nada.

¿Qué se esperaría? Primero, olvidarse que esto es normal. No hay nada común en lo sucedido. Segundo, señalar que es inaceptable, guardando sí la prudencia en el entendido de que estas son imputaciones. El juicio no ha comenzado. Pero, igualmente, que haya formalizaciones no es algo menor.Tercero, un gesto de la Presidenta. Puede mostrar dolor, rabia, lo que quiera. Esto último lo hizo en parte ayer la Mandataria.

Esto es fundamental en un país donde se están ventilado todo tipo de escándalos políticos y empresariales, todos condenables. En esto, jugar al empate es malo. Si el Gobierno no es duro con lo sucedido con la empresa Caval, entonces pierde su legitimidad para condenar los otros casos. Y eso es grave. Ahí la normalidad del ministro se vuelve peligrosa. Porque cada vez que suceda algo de este tipo tendría que repetir el mismo discurso, que todo es normal. Ese claramente no es el mensaje que se necesita. Entonces, al menos convengamos que ayer fue un día anormal.

Dejar una respuesta