La Moneda cambia tono comunicacional para minimizar tensiones

La Moneda cambia tono comunicacional para minimizar tensiones

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Fue comentario obligado en el oficialismo. La noche del 31 de diciembre, todo el país vio a la Presidenta Michelle Bachelet por cadena de televisión dando algo más que un saludo de año nuevo. La Mandataria reconoció haber enfrentado «dificultades» para explicar las reformas, invitó a «todos, incluyendo a los que no están de acuerdo con mi Gobierno, a unirnos en torno al objetivo esencial del desarrollo de Chile: las necesidades y los anhelos de las personas» y hasta pidió «ayuda para cumplir con la responsabilidad que me han encomendado de hacer de Chile un país más próspero y acogedor». «Sola no lo podría lograr, pero lo podemos lograr si cuento con ustedes», agregó la Presidenta.

El tono conciliador usado por la Mandataria no se explicaba solamente, dicen en La Moneda, por el clima festivo de fin de año: era una muestra clara de una decisión de corte más estratégico tomada por la propia Bachelet durante diciembre, en medio de los balances políticos de fin de año. La idea es dejar atrás discursos más conflictivos que marcaron las posturas del gobierno y, en algunos casos, las defensas de reformas, como en el caso del video que afirmaba que los cambios en la estructura tributaria eran criticados sólo por los «poderosos de siempre» y que ya fue criticado por el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, a mediados de diciembre.

Así, dicen las mismas fuentes, la idea es «aprender» de los errores del primer año de gobierno para evitar que se vuelvan a producir en un 2015 en que, además de tener que consolidar temas como la reforma educacional, el país seguirá con una economía en desaceleración. Y detener la caída en las encuestas de la Mandataria, que en la última encuesta CEP mostró su menor nivel de respaldo, incluyendo su primer período de gobierno.

La definición apunta a varios objetivos. Primero, ordenar al oficialismo: las diferencias internas el año pasado hicieron daño y dificultaron la gestión de La Moneda. «Mi regalo (de Navidad a la Nueva Mayoría) sería el sentido de unidad», dijo el 23 de diciembre pasado el ministro Alvaro Elizalde (Segegob).

Por lo mismo, ya se han iniciado algunos contactos desde La Moneda con representantes del bloque para plantear la importancia de evitar declaraciones confrontacionales, en paralelo al llamado permanente que ha hecho desde hace algunos comités políticos el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, para «cuidar el lenguaje».

En segundo lugar, la idea es evitar los climas de críticas cruzadas con sectores como los empresarios y la iglesia, dos actores que el 2014 apuntaron fuerte contra la reforma tributaria y educacional.

En esa línea, el 26 de diciembre, en una reunión en La Moneda que encabezaron los ministros Alberto Arenas (Hacienda) y Javiera Blanco (Trabajo) con los presidentes de la Nueva Mayoría para abordar la presentación de la reforma laboral que se realizaría cuatro días después, el secretario de Estado pidió a los dirigentes que colaboren en dar «certidumbres» al mercado a la hora de defender el proyecto, insistiendo en «cuidar las formas». Esto, un día después de que los timoneles Osvaldo Andrade (PS) e Ignacio Walker (DC) acusaran de «histeria» a los empresarios por sus críticas a la reforma.

A la petición de Arenas -respaldada por el resto de los ministros del comité político- se sumaron a varios llamados telefónicos que Blanco hizo por esos días a parlamentarios oficialistas, pidiéndoles bajar el tono tras críticas a la reforma y a los posturas supuestamente «conservadoras» en el oficialismo.

«Que este gobierno se caracterice por lo que hace, no por lo que dice», habría dicho el ministro Álvaro Elizalde a algunos personeros de la Nueva Mayoría hace unos días, al aconsejarles no reclamar contra la Iglesia por su rechazo al aborto terapéutico y por la renuncia de Molina, si lo concreto es que el gobierno ya decidió despenalizar dicha práctica para ciertas causales e impulsar un proyecto en el Congreso antes del 31 de enero.

CONTROL DE MINISTROS

Una alta fuente de Palacio explica que, en paralelo, la Presidenta definió una línea clara: corregir la puesta en escena de los propios ministros de Estado, al margen del ajuste ministerial que tiene contemplado llevar a cabo.

Así, la idea es controlar mejor las vocerías de los jefes de cartera e intentar que los temas complejos sean siempre socializados y tocados por los ministros que estén a cargo de los proyectos puntuales.

Por eso, en Palacio provocó incomodidad que justo después de las declaraciones de la entonces ministra de Salud, Helia Molina, en La Segunda -denunciando la realización de abortos en «clínicas cuicas»-, la titular de la Segpres, Ximena Rincón, anunciara que se retomaría el debate prelegislativo por el tema.

En paralelo, La Moneda ha reaccionado con cautela ante la crisis que atraviesa la UDI en el caso Penta. En Palacio algunos recuerdan que el ex candidato presidencial, Andrés Velasco, acusó al ministerio del Interior de haber filtrado a la prensa que habría un allanamiento a su domicilio en el marco de dicha investigación. Por lo mismo, ahora se evitará lanzar una ofensiva contra el gremialismo para no dar pie a, según comentan en el Ejecutivo, una «victimización» gremialista.

La única línea que rompe la decisión de «tomar palco» ante la crisis en la UDI es rechazar la tesis levantada por ese partido de que las irregularidades en el financiamiento de candidaturas son «transversales». Así, Elizalde apuntó el miércoles a una «división» en el partido opositor, luego de que el senador Iván Moreira reconociera haber incurrido en irregularidades y criticar la estrategia del «empate». (La Segunda)

 

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