La Luna, el gran botín de la Guerra Fría

La Luna, el gran botín de la Guerra Fría

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FILE PHOTO: Astronaut James Irwin, lunar module pilot, gives a military salute while standing beside the U.S. flag during Apollo 15 lunar surface extravehicular activity (EVA) at the Hadley-Apennine landing site on the moon, August 1, 1971. NASA/David Scott/Handout via REUTERS/File Photo

El primer golpe lo dio la Unión Soviética, el 4 de octubre de 1957, cuando lanzó el cohete R-7 con el Sputnik 1 (“viajero” en ruso), que se convirtió en el primer satélite artificial del mundo y el primer objeto hecho por el hombre en ser colocado en la órbita terrestre. El Sputnik orbitó la Tierra cada 96 minutos y el hecho que pasara por Estados Unidos siete veces preocupó a Washington. Esto, en plena Guerra Fría.

El gobierno de Dwight D. Eisenhower (1953-1961) y los científicos estadounidenses quedaron impactados y se produjo una profunda ansiedad de que la Unión Soviética hubiera sobrepasado los logros tecnológicos de Estados Unidos. Aunque, sobre todo, estaban especialmente preocupados por el Sputnik, porque era mucho más pesado que los satélites que ellos estaban planeando hacer. Incluso se pensó que el cohete que había lanzado el aparato podría ser capaz de hacer aterrizar un arma nuclear en EE.UU. En medio de este frenesí, el entonces senador demócrata Lyndon Johnson, a quien se sindica como el responsable de comenzar y terminar la carrera espacial, señaló: “El control del espacio significa el control del mundo”.

Fue un shock, pero para la gente que estaba poniendo atención al espacio en ese tiempo, no lo fue, pero eran muy pocos. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética habían anunciado sus intenciones de enviar un satélite a la órbita entre 1957 y 1958. Lo que fue impactante es que se destruyó el concepto de invulnerabilidad que había alcanzado Estados Unidos, al estar protegido por el océano Atlántico y Pacífico. Ese cambio psicológico fue uno de los mayores impactos de Sputnik”, dijo a La Tercera Casey Dreier, asociado de la Sociedad Planetaria.

Gagarin vs. Armstrong

Lo que se conoció como la crisis del Sputnik llevó a una revisión inmediata de los sistemas de defensa estadounidenses. Y no estaban equivocados con esta preocupación, porque el R-7 fue diseñado originalmente para transportar ojivas nucleares. “Diría que fue la Guerra Fría la que provocó la carrera espacial, la confrontación entre la URSS y EE.UU. fue acompañada por un rápido desarrollo de armas nucleares por el Ejército y los cohetes parece que podrían elevarse hasta alturas cósmicas. Inicialmente, el Ejército subestimó la importancia de la exploración espacial, pero después del lanzamiento del Sputnik y de la sonda Luna-1 (en enero de 1959) fue claro para ellos que el espacio podría ser ‘un lugar de batalla’”, dijo a La Tercera, Anton Pervushin, ingeniero ruso experto en temas espaciales.

“Por otro lado, los políticos vieron el poder de la propaganda con el lanzamiento del cohete, los vuelos satelitales y las naves interplanetarias. Ellos vieron que el mundo estaba observando atentamente esto y se ponía a favor de un líder u otro dependiendo de sus éxitos cósmicos. Y luego se destinaron recursos y esfuerzos considerables para el desarrollo de la astronáutica y comenzó el proceso por las prioridades históricas”, añadió.

La Guerra Fría fue un contexto absolutamente crítico para entender por qué Estados Unidos puso la cantidad de recursos y dinero para el proyecto Apolo de la forma en la que lo hizo. Sin la Guerra Fría, el Apolo probablemente no hubiera ocurrido. Eso es porque tuvo lugar en el contexto del colapso del poder colonialista de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Entonces hay un número de nuevas naciones, que estaban definiendo su propia trayectoria política por primera vez en la historia. No era solo que estaban estos dos poderes ideológicos opuestos, pero de cierta forma había una audiencia, que competía con quién alinearse o no.

El espacio fue un buen representante, una buena señal para Estados Unidos y la Unión Soviética en este sentido. Ya sea que fuera comunismo o capitalismo. El programa Apolo fue una forma de organizar recursos. También encontraron las capacidades para organizar guerras. Es una declaración similar, es una suerte de advertencia, no te metas con nosotros, mira lo poderosos y lo capaces que somos”, sostuvo Dreier.

Eso sí, en este escenario Estados Unidos no respondió de manera efectiva y realizó muchos intentos antes de lanzar su propio satélite, el Explorer 1, en enero de 1958. Ese año, Eisenhower firmó una orden pública para crear la Agencia Nacional de Aeronáutica (NASA), una agencia federal dedicada a la exploración espacial. Pero los soviéticos dieron otro golpe en 1959, con el lanzamiento de Luna 2, la primera sonda que impactó en la superficie lunar, y en abril de 1961 pusieron en jaque a Washington cuando el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en la primera persona en orbitar la Tierra, con la nave Vostok 1. Un mes después, John F. Kennedy no se quedó atrás e hizo una audaz declaración al señalar que Estados Unidos pondría a un hombre en la Luna a finales de la década. Así, en mayo de 1961 Alan Shepard se convirtió en el primer astronauta en realizar un vuelo suborbital, y en febrero de 1962 John Glenn hizo historia al orbitar la Tierra. Fue en ese momento cuando se puso en marcha el programa Apolo.

Menos de una década más tarde, la NASA le propinó un golpe prácticamente mortal a Moscú cuando el 20 de julio de 1969 el Apolo 11, con Neil Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin, logró alunizar y al día siguiente concretar la primera caminata lunar.

Pervushin explica que esto fue “sin duda un duro golpe al ego de los líderes políticos, los diseñadores de cohetes y de tecnología espacial, como también para los ciudadanos soviéticos. “Desde 1957 estaban acostumbrados a estar orgullosos de los logros cósmicos. En 1969, la Unión Soviética perdió la carrera y fracasó en su intento por llenar ese vacío”, concluyó.

 

Agencias

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