La larga "travesía por el desierto" del ex comité político de Bachelet

La larga "travesía por el desierto" del ex comité político de Bachelet

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“Estoy bien. Tranquilo”, dice Rodrigo Peñailillo en la entrada de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), entidad a la que entró a trabajar como investigador asociado el 2 de noviembre pasado, casi seis meses después de que la Presidenta Michelle Bachelet decidiera sacarlo del cargo de ministro del Interior, quebrándose una relación de cercanía y confianza que se había construido durante 16 largos años.

A punto de cumplirse un año del cambio de gabinete que generó un punto de inflexión en el gobierno-el próximo miércoles 11-, quien fuera uno de los colaboradores más cercanos a la Mandataria luce relajado. Cambió los trajes y corbatas por bluejeans, camisa y chaqueta en tonos oscuros, aunque mantiene su característico  pelo corto y engominado.

Hace sólo unos días, Peñailillo terminó el primer informe de poco más de 40 páginas de la investigación que le encomendó la Flacso y que lleva por título: “Qué impactos se producen en la competitividad de un país a partir de un proceso de descentralización”. El documento debió entregárselo al sociólogo peruano Fabricio Franco, docente de la Flacso, quien opera como una especie de supervisor del proyecto de investigación, en el que también colabora su amigo y ex asesor en Interior Flavio Candia.

En tres meses más, de acuerdo con los plazos estipulados en el contrato con Flacso, Peñailillo deberá entregar un segundo informe -de hecho, por estos días se encuentra fuera de Chile, en viaje de trabajo por México y EE.UU- y a fines de octubre deberá tener lista la investigación para ser publicada como libro y distribuida como documento de trabajo entre organismos académicos y entidades gubernamentales.

Después de eso, la situación laboral del ex ministro volverá a quedar en el aire, tal como estuvo en casi seis meses luego de su remoción de La Moneda cuando el ex titular de Interior aprovechó el tiempo libre para descansar fuera de Santiago y compartir con su familia.

Hasta ahora, Peñailillo nada ha dicho al resto del equipo de Flacso dirigido por el PPD Angel Flisfisch de lo que piensa hacer a partir de entonces. Tampoco lo ha comentado con sus más cercanos en la llamada G-90, con quienes se mantiene en contacto.

El grupo estuvo muy activo tras la salida de Peñailillo del gabinete ante el temor de que la caída de su principal figura implicara una purga generalizada de los miembros que estaban en puestos de poder dentro de las estructuras de gobierno, muchos de los cuales aparecían vinculados a los pagos que hizo SQM, la minera no metálica controlada por el ex yerno de Pinochet, Julio Ponce, a la precampaña de Bachelet a través de la empresa Asesoría y Negocios de Giorgio Martelli.

Por esos meses, en el círculo de hierro de Peñailillo en la G-90 se hablaba de disputar cargos políticos en la interna del PPD y hasta de negociar una eventual candidatura parlamentaria para el ex ministro.

Pero la estrategia de apresurar un reposicionamiento político en medio de la crisis no era compartida. En sus conversaciones con algunos dirigentes políticos con los que mantiene contacto, entre ellos los senadores Guido Girardi, Jaime Quintana y Felipe Harboe, siempre se le hizo presente los riesgos que tenía intentar armar tan pronto una operación retorno a la política, cuando aún no se cierra la arista judicial en el caso SQM. La recomendación, no sólo para Peñailillo, también para el resto de sus más cercanos en la G-90, fue “mantenerse sumergidos”, “bajar el periscopio”, no apresurar las cosas. Igual consejo le llegó al ex ministro del socio de Imaginacción Enrique Correa, quien lo ha acompañado y asesorado de cerca en todo este período.

El mensaje tuvo efectos. En el verano, aseguran en el PPD, Peñailillo habría descartado una candidatura parlamentaria, una posibilidad que lo estusiasmaba hasta fines del año pasado, como una forma de retomar protagonismo político y resarcirse del golpe que sufrió por la brusca salida del gabinete. El resto del G-90 siguió sus pasos. El viernes 22 de abril se cerraron las listas de candidatos a la directiva nacional, de la que se escogen los miembros de la comisión política del PPD. Ninguno de los miembros del círculo de hierro de Peñailillo en la G-90 se inscribió. El lote del ex ministro del Interior tiene hasta ahora a Adolfo Galindo en la comisión política, pero hace menos de un mes, el asesor del Ministerio de Minería notificó a los miembros de la G-90 que no iría a la reelección. “Nadie quiso tomar el relevo”, comentaron miembros de ese grupo. Tampoco hubo interés de las demás facciones internas por incluirlos en las negociaciones.

Peñailillo ha evaluado en el último tiempo seguir ligado a la vida académica, si no es posible a través de un nuevo proyecto de investigación en Flacso -donde tiene una pequeña oficina, a la que asiste sólo por algunas horas-, en otras entidades, tanto en Chile como en el extranjero.

La flexibilidad horaria de su contrato como investigador asociado de Flacso no sólo le ha permitido viajar por trabajo, sino que también dedicar más tiempo a su familia, en especial al menor de sus dos hijos, quien nació pocos días antes de la elección presidencial de Bachelet, en 2013.

Sus cercanos aseguran -en todo caso- que a sólo a fines de este año decidirá su futuro próximo en torno a tres opciones: seguir en la Flacso, retomar las conversaciones para una candidatura parlamentaria o irse a estudiar nuevamente fuera de Chile.

DOLIDOS CON BACHELET

Lo que sí tiene claro Peñailillo y reitera cada vez que se le pregunta es que aún no es el tiempo de dar entrevistas. Un silencio que comparte con los otros dos ministros del primer gabinete político de Bachelet que se fueron con él la mañana del 11 de mayo de 2015: Alberto Arenas (Hacienda) y Alvaro Elizalde (Segegob).

Cercanos a los integrantes del ex equipo político de Bachelet aseguran que no hubo un acuerdo entre los tres ex ministros de permanecer callados ante la opinión pública. Pero, por separado, los tres coinciden en que, de dar una entrevista, sus declaraciones sólo harían daño a Bachelet y al gobierno.

Después de todo, la salida del equipo político (incluido Hacienda) fue mucho más que un cambio de gabinete tradicional. No sólo porque nunca había sucedido desde el retorno a la democracia, sino que porque los entonces secretarios de Estado eran considerados los artífices del programa de gobierno y las reformas impulsadas por Bachelet y mantenían -Peñailillo y Arenas, al menos- una estrecha relación personal con la Mandataria. También porque sus sucesores Jorge Burgos (Interior) y Rodrigo Valdés (Hacienda) son vistos como la antítesis del otrora equipo.

Desde que salieron del gabinete hace un año ninguno ha recibido ningún llamado de la Presidenta Bachelet, con quien aún se sienten dolidos por la forma en que procedió durante el cambio de gabinete. En privado, por ejemplo, Arenas suele comentar que los pormenores de su sorpresiva remoción -se enteró menos de una hora antes del juramento de su sucesor- no fue “proporcional a la relación de confianza que tenía con la Presidenta”

Aunque ha pasado tiempo, los tres ex ministros aún consideran que fueron maltratados por el oficialismo y responsabilizan a Bachelet de no haber hecho gestos internos de apoyo, lo que alentó a algunos parlamentarios y dirigentes de la Nueva Mayoría a criticarlos.

En un par de ocasiones, en actos oficiales, Bachelet se ha topado por separado con Arenas y Elizalde, y sólo han intercambiado saludos. El 2 de julio del año pasado, por ejemplo, Bachelet coincidió con Arenas en la Cepal, cuando la Mandataria asistió al seminario sobre “Brecha de género en el sistema financiero”. En esa ocasión, Bachelet y Arenas se sentaron en extremos opuestos de la sala de conferencias de la Cepal, y sólo se saludaron a la distancia, con un movimiento de manos.

Arenas, afirman cercanos a los tres ex ministros, fue quien más resintió el golpe de Bachelet. Las críticas que acompañaron la salida del gabinete de quien fue, además, pieza clave en la elaboración del programa de gobierno, respecto del error en el diagnóstico, la mala evaluación de las expectativas económicas y la profundidad de la desaceleración, dañaron su prestigio profesional y, a juicio de sus cercanos, afectaron su carrera académica.

Por eso, a casi un año del cambio de gabinete, uno de sus objetivos primordiales ha sido revalidarse ante el mundo académico.  En su entorno íntimo señalan que Arenas “dio vuelta la página” convencido de que “hay que separar lo personal y entender cómo funciona la política”. 

El actual timonel de Hacienda, Rodrigo Valdés, en noviembre del año pasado reconoció el logro del equipo de Arenas por haber aprobado la reforma tributaria. Y el 16 de marzo pasado, en un discurso en la Cepal, con Arenas presente en el auditorio, Valdés remarcó que “sin los cambios impositivos aprobados en 2014, ‘otro gallo cantaría’ en Chile”, y que la reforma tributaria había sido un “aporte para el país”. Valdés, señalando a Arenas, aprovechó la ocasión para saludar y felicitar al “principal impulsor de esta reforma”.

Un gesto público que no han tenido los otros ex ministros del comité político. En el caso de Peñailillo, Bachelet envió mensajes de manera privada a su ex colaborador luego de que se filtrara la declaración de su hijo Sebastián Dávalos ante la fiscalía por el caso Caval, en la que responsabilizaba al ex ministro del Interior de haber levantado el escándalo por la compra de los predios en Machalí para tapar la investigación por las boletas de Asesorías y Negocios a SQM. En esos mensajes, aseguran cercanos al ex ministro, Bachelet se habría desmarcado de la versión de su hijo. Poco después, el 11 de marzo, en una entrevista a la revista Paula, la Mandataria dijo que esperaba volver a encontrarse con Peñailillo en algún momento y “retomar esa relación de afecto, confianza y amistad”.

En el entorno del ex ministro, sin embargo, las palabras de la Jefa de Estado más que un acto de resarcimiento a quien fuera calificado como su “hijo político”, se recibieron como un intento por apaciguar los ánimos al interior de la G-90, sólo días después de que fuera obligado a renunciar a su cargo de administrador de La Moneda a Cristián Riquelme, otro de los hombres de confianza de Peñailillo.

Arenas, por el contrario, ha aceptado de buen grado el reconocimiento tardío a su labor hecho por su sucesor en Hacienda. Aun así, ha optado por concentrarse en su trabajo de jornada completa en la Cepal. Su puesto como asesor macroeconómico del organismo del sistema de las Naciones Unidas le ha permitido retomar sus contactos académicos a nivel internacional.

Con Peñailillo y Elizalde, Arenas mantiene más bien distancia. Desde su remoción no han vuelto a reunirse los tres y la única vez que hablaron con más tranquilidad el ex titular de Interior y su ex par de Hacienda fue en la calle, cuando se encontraron por casualidad a las afueras de sus respectivas oficinas en Vitacura.

Arenas ha dicho a sus cercanos que la experiencia en el gobierno fue dolorosa y difícil y que no tiene interés en volver a ocupar un cargo gubernamental, ni de retornar a la vida pública en el corto ni mediano plazo.

Por eso se ha mantenido alejado del trabajo político partidario en el PS y sólo ha mantenido contacto esporádico con algunos de sus dirigentes, entre ellos el diputado y ex timonel socialista Osvaldo Andrade. Por lo mismo, el jueves 20 de abril, durante los funerales de Estado del ex Mandatario Patricio Aylwin, Arenas decidió ir a rendirle homenaje al ex presidente de la manera más anónima posible. Hizo la fila para entrar al Salón de Honor de ex Congreso y se retiró a los pocos minutos, sin haber hablado con los políticos que estaban en el lugar.

De lunes a viernes, de 9 a 18 horas, el ex jefe de Finanzas permanece en su oficina en el segundo piso de la Cepal, afinando el libro que será lanzado en los próximos meses y que tiene que ver con experiencias comparadas de reformas tributarias en América Latina. Como parte de su investigación, Arenas ha estado viajando a varios países de la región -en los últimos meses ha estado en Costa Rica, Colombia, Uruguay, México y Argentina- conversando con ministros de Hacienda o sus representantes para conocer de primera mano los procesos de cambio en materia tributaria que llevaron adelante y las dificultades que enfrentaron.

El trabajo recoge también lo que fue la reforma tributaria que él encabezó desde el gobierno de Bachelet, por lo que ha enviado a alguno de los investigadores de su equipo a entrevistar a varios de los economistas que formaron parte de la comisión que elaboró la reforma tributaria durante la campaña de Bachelet, como a los asesores del ministerio que luego lo acompañaron en la negociación del proyecto de ley.

El próximo viernes 13, en tanto, el ex ministro reaparecerá públicamente participando en un seminario de la Universidad de Chile sobre política fiscal.

RETORNO POLÍTICO

A diferencia de Peñailillo y Arenas, el ex ministro vocero de gobierno Alvaro Elizalde optó por reinsertarse de inmediato en el trabajo político desde el PS.

Al día siguiente del cambio de mando, el 12 de mayo de 2015, Elizalde habló con la directiva de su partido, la que le ofreció la presidencia del Instituto Igualdad, el centro de pensamiento del PS que asesora a sus parlamentarios.

Desde hace algún tiempo, además, es parte de la comisión electoral del partido, responsable de la negociación de la plantilla municipal socialista ante sus aliados de la Nueva Mayoría.

El pragmatismo con que Elizalde dice haber asumido el golpe no aminora, sin embargo, el impacto que tuvo la noticia en él. El ex vocero ha explicado a sus cercanos que se enteró de que no seguiría en el gabinete el mismo 11 de mayo en la mañana, de manera brutal. Cuando llegó a La Moneda en la mañana, se encontró con quien sería su sucesor, Marcelo Díaz, ya en Palacio.

Hasta ese minuto, el PS había hecho esfuerzos ante la Mandataria porque Elizalde siguiera en el gobierno y fuera enrocado. Pero Bachelet no cedió.

“Estoy en paz, agradecido de la oportunidad que la Presidenta me dio. Ella sabe que yo voy a ser siempre leal”, señaló Elizalde a Reportajes, al ser consultado por este tema.

Del ex equipo político, Elizalde es quien más contacto ha tenido con sus otrora compañeros. Con Peñailillo, por ejemplo, hablan esporádicamente por teléfono. También ha sido el único que ha regresado a La Moneda: en enero, el ex vocero visitó en su calidad de presidente de Igualdad a la Mandataria junto a una delegación de invitados extranjeros. Bachelet, en esa oportunidad, al verlo, con un tono distendido comentó: “Yo a él lo conozco”.

En la última conversación que sostuvieron en el despacho presidencial cuando fue removido de su cargo en 2015, Bachelet le ofreció a su ya ex vocero la embajada de Chile en Argentina, en reemplazo del mismo Marcelo Díaz. Pero Elizalde declinó el ofrecimiento. Su interés era permanecer en Chile, activo en la vida política, con miras a levantar una candidatura senatorial.

Desde entonces, Elizalde ha estado visitando la Región del Maule, reactivando equipos y redes territoriales, los que conoce bien tras su paso por la secretaría general del PS.

La apuesta senatorial del ex vocero enfrenta, sin embargo, algunos obstáculos. La región también está en la mira del ex presidente del PS Osvaldo Andrade, quien quiere dar el salto desde la Cámara de Diputados al Senado en la elección de 2017. (La Tercera)

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