La injusticia del precio justo

La injusticia del precio justo

Compartir

En estos días nos hemos sorprendido con el desenlace del plan piloto de fabricación y distribución estatal del gas por parte de ENAP. El proyecto de campaña del Gobierno, lanzado con parafernalia por parte del ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson, quien muy combinado con el balón de gas, vestía un gorro fucsia para vincular a su persona a “la justicia”. Era el hombre de “superioridad moral” quien entregaría un “justo precio” de gas a las personas. El elegido que salvaría al mundo.

Pero todo este show mediático terminó siendo una gran injusticia, somos los chilenos quienes subsidiamos desde nuestros impuestos las ineficiencias del Estado. Resultaron ser los balones de gas más caros del mercado. Si, se vendían a un precio menor al de mercado, ($15.000 contra $27.000) pero había que pagar por detrás más de 5 veces ese valor. Cada uno necesitaba un subsidio de $102.000, dinero que debía salir de las arcas fiscales, es decir de los impuestos que con esfuerzo pagamos todos los chilenos.

No hay tal cosa como un precio justo. Eso es una medida subjetiva que resulta ser siempre arbitraria. Los precios se establecen de acuerdo con los costos, al trabajo involucrado y a la demanda del mercado por el bien. Desde ya el Estado y el Gobierno sólo vieron algunas variables de la ecuación, básicamente porque son unos “analfabetos económicos”. La escasez es lo que determina todo problema económico. Recursos limitados para necesidades infinitas. Pero para quienes hoy son gobierno pareciera que todo se explica por voluntariedad y gastan y derrochan los dineros públicos como si estos cayesen del cielo. ¿Es esto justo? La verdad que no.

Por lo mismo cabe preguntarse ¿qué es la justicia? La justicia es darle a cada uno lo que es de propio suyo, no necesariamente lo mismo. Por lo mismo ¿es justo hacer “caridad” o “solidaridad” con lo ajeno? Evidentemente no. El Gobierno, con tal de ganar votos, en una medida populista arremetió en contra la industria del gas una vez que se advirtió posible “colusión”. Cosa que no había quedado determinada. En su “lipiria” contra los privados buscó “hacer justicia”,  que para ellos se traduce en intervenir el mercado. Esto llevó al lanzamiento del fracasado plan piloto. Sin haber estudiado, ni comprender el mercado, con la certeza que ellos mismos no tienen nada que perder iniciaron esta aventura del gas que resultó en una producción cuatro veces más cara que el mercado.

Esta experiencia dejó en evidencia que el Gobierno improvisa, que no cuida los recursos y que el experimento resultó ser altamente injusto. Por otra parte, develó que los actores en la industria del gas son altamente eficientes y ciertamente más justos que el intento irracional gubernamental.

Del mismo modo quedó claro que la ideología de eliminar a los privados o de hacer crecer al Estado está para ellos por sobre el resolver los problemas de las personas. Chile tiene muchas más prioridades que iniciar un productor estatal en el gas. Además, si lo que se buscaba era que las personas pudiesen calentarse con menos dinero, lo gastado en el piloto podría haberse entregado en subsidios directos a las personas para que les comprasen a quienes ellos estimasen convenientes. Del mismo modo si su preocupación era la falta de competencia, se podría haber incentivado para que al mercado del gas entrasen nuevos actores y así se dinamizara el mercado. Nada de eso hicieron, su fin era otro, hacer crecer al Estado, aunque eso nos cueste más caro.

Otro punto esencial para ser justos en esto y en todo es asumir las responsabilidades que las acciones implican -la justicia es dar a cada uno lo que es de propio suyo. Por lo mismo, culpar a ENAP y a su directorio es de inmensa injusticia. Ellos no son los responsables, al menos no políticamente. Todo en este «tongo» es altamente injusto. Para que algunos tengan un balón un poco más barato, todos debemos pagar muy caro. Además, quienes propiciaron la política frente al fracaso quieren culpar siempre a otros.

La pregunta es si este fracaso se replicará en el litio y en las pensiones. Entonces, ¿cuánto nos costará el “plan piloto” de las pensiones? Preocupante, de justo, nada. (ElLíbero)

Magdalena Merbilhaá