La histeria de la renuncia

La histeria de la renuncia

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Una bola de nieve sin control, en eso se transformó el rumor que circuló a todo nivel desde el jueves sobre la supuesta renuncia de la Presidenta Michelle Bachelet. Nunca fue una opción en La Moneda, pero a pesar de eso la propia Mandataria tuvo que salir públicamente a ponerle coto al asunto, a una suerte de “histeria política” que agarró demasiado vuelo y que fue creíble ante la opinión pública, tanto porque desde el Gobierno no la frenaron a tiempo como porque refleja la profundidad de la crisis que ha generado el destape de las irregulares en el financiamiento de las campañas políticas.

Se señaló que Bachelet habría dicho que iba a renunciar, pero lo que la Mandataria comentó en una reunión en la primera quincena de marzo fue que, si la solución de toda la crisis dependiera de su renuncia, ella lo haría, pero que ese no era el camino y no sirve de nada. Sin embargo, el jueves 2 de abril, al final de la entrevista que hizo Tomás Mosciatti –en ‘Ahora Noticias’ de Mega– al ex senador PS Camilo Escalona y donde le preguntó directamente si había escuchado que “la Presidenta podría haber dicho que podía renunciar”, se desató la ola de rumores, los que escalaron de manera desmedida durante todo el fin de semana santo, tanto en las redes sociales como en el boca a boca y en diversos artículos de opinión.

Nada ayudó en todo esto, coinciden en el Gobierno y en la coalición oficialista, que Escalona se quedara en silencio y luego rematara precisando que efectivamente nadie había desmentido el punto, dando crédito con ello a la versión.

Ya el lunes fue tema obligado en el comité político entre los ministros de La Moneda y los dirigentes de la Nueva Mayoría. Ahí se habló de la necesidad de “apuntalar” públicamente a Bachelet –golpeada políticamente por los efectos del caso Caval–, fortalecer su liderazgo y, sobre todo, “cuidar” la institución de la Presidencia de la República. Por algo, a la salida de esa cita, el timonel DC, Ignacio Walker, fue categórico cuando afirmó: “El liderazgo presidencial es irrenunciable, yo estoy aquí desde el Palacio de La Moneda para decirle a la Presidenta Bachelet, como jefa de Estado y como jefa de Gobierno, que estamos detrás de ella, de su liderazgo (…) Chile no se está cayendo a pedazos, es grave lo que está sucediendo, por cierto no podemos minimizar, pero tampoco podemos magnificar hasta el punto de tirar el mantel”.

Pero en esa reunión también se habló de “lo insólito” que era el rumor de la renuncia, del efecto negativo que generaba en el ambiente político y, por lo mismo, se criticó que a cuatros días de haberse desatado el tema, nadie del Gobierno saliera a ponerle freno. “Esto se permitió porque hay problemas serios de conducción política, nadie ordenó las huestes para ponerle coto”, sentenció un timonel de la Nueva Mayoría.

En la coalición oficialista y el Gobierno todos reconocen que es “una idea descabellada” lo de la renuncia, pero admiten que el rumor tuvo asidero por «el momento de debilidad» que ha atravesado la Mandataria desde que estalló el caso Caval a principios de febrero y el errático manejo durante todo marzo, que llevaron a un desplome de Bachelet en las encuestas, especialmente en sus atributos más fuertes, como la credibilidad y la confianza que le tenía la gente.

Este es un país excesivamente presidencialista y la ausencia de un liderazgo en estas tensas semanas por la crisis de Penta, Caval y SQM–reconocieron en Palacio y en la Nueva Mayoría–, fue el caldo de cultivo para alimentar la idea de una renuncia.

“Esto de la renuncia se instala porque la Presidenta transmitió estar abrumada, por eso a la gente común y corriente le hace sentido el rumor de la renuncia”, asumieron desde La Moneda.

Otro punto. El destape de ilícitos en el financiamiento de campañas electorales ha llevado con los meses a un descrédito general de toda la clase política y las instituciones. Por eso muchos en el oficialismo hablan de una crisis del sistema político en su conjunto y que un claro síntoma de ello es que “la opinión pública considerara viable que Bachelet iba a renunciar”.

No se trataba del rumor de la salida de un ministro, sino de la jefa de Estado, un hecho de lo que en este país solo hay un precedente, Arturo Alessandri Palma en 1924.

“Es una reacción un poquito histérica, lo raro aquí es que penetró en la elites”, precisó el abogado constitucionalista Francisco Zúñiga, quien recordó que la Constitución de 1980 no contempla la figura de la renuncia para el jefe de Estado, sino que en su artículo 29 establece la vacancia del cargo y las formas de sucesión, por impedimento absoluto para ejercerlo.

ROMPER EL SILENCIO

Por descabellada que resultara la idea, lo cierto es que fue la propia Presidenta la que salió a despejar todas las dudas. Primero en un largo desayuno de hora y media a puertas cerradas con los corresponsales extranjeros, a quienes les explicó que “un comentarista (Mosciatti) dijo que yo había renunciado a la Presidencia de la República, se lo preguntó a alguien, las redes sociales decían el sábado que yo estaba reunida con mis ministros porque estaba renunciando y yo estaba en Diego de Almagro y Tierra Amarilla”.

Luego agregó, en un tono bien distendido, que “por si alguien tiene dudas, yo no he renunciado ni lo voy a hacer, ni pienso hacerlo, ni siquiera sé cómo se hace constitucionalmente, imagínense (…), eso sería un quiebre institucional”.

Acto seguido, ante una pregunta de la prensa nacional, debido a que hasta ese momento no se había tenido acceso a las declaraciones de la Mandataria, Bachelet –con su delantal de médico puesto– cambió el tono y en forma más seca, cortante y casi irónica respondió: “¿Usted cree que esta es la actitud de renunciar?”.

En el oficialismo recalcan que ahora en adelante solo queda demostrar, en la práctica y en terreno, que la Mandataria se ha recuperado del shock que representó el caso Caval –por estar involucrada parte de su familia–, tanto a nivel político como anímico.

El lunes en la tarde, como hacía mucho tiempo no se veía, bajó de su despacho, cruzó el patio de La Moneda y salió caminando con una sobria escolta para asistir a la cuenta pública del Contralor General Ramiro Mendoza. Sí, era al lado, pero el gesto fue una exposición pública.

Ya han aumentado la actividades en general, incluyendo aquellas en terreno, como este jueves que va de gira a la Región del Maule.

En el Gobierno afirman que Bachelet está reaccionado, pero “en su estilo” y ponen de ejemplo lo que mostró desde la catástrofe del norte: ir a Copiapó, poner la cara ante la gente y escuchar su enojo, mostrar que se está haciendo cargo.

No llamará a la vieja guardia de la Concertación como salvavidas, aseguran en La Moneda y la Nueva Mayoría, sino que está poniendo el acento –agregaron– en que su Gobierno no está paralizado, que no se linchará públicamente ante rumores, sino que se esperarán hechos concretos, pero que sí o sí se aplicará la lógica del caiga quien caiga.

Al respecto, más de uno puso el foco en la siguiente frase que también dijo Bachelet ante los corresponsales extranjeros: “Cuando hay empresarios poderosos que están en la cárcel y que están siendo investigados; cuando hay familiares de la Presidenta que están siendo investigados, a ver si hay algún mérito de algo para pasar a otro proceso, eso demuestra que el Gobierno no está haciendo ningún esfuerzo para tapar ninguna cosa”.(El Mostrador)

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