La derecha en el limbo

La derecha en el limbo

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Si alguien todavía pensaba que la derecha iba a aprobar el curso de manejo de crisis, la encuesta Adimark de esta semana fue lapidaria: 11% de aprobación y 78% de rechazo. Nunca, en la historia de esta medición se  había registrado un apoyo tan bajo. Bueno, dicen que a golpes se aprende y este puede ser el punto de inflexión que se necesita para enmendar el rumbo. Porque las cosas se están haciendo demasiado mal.

Partiendo por la UDI, partido que está en el centro de Pentagate y que lleva demasiado tiempo jugando a contener daños sin el carácter que amerita el problema. Con una actitud tibia frente a los delitos investigados y a los inculpados, terminó siendo castigada como un todo. Es claro que la gente no está para medias tintas en esto. Quiere ver firmeza y sólo ha percibido debilidad (por no decir complicidad).

RN, por su parte, se mostró indignado con la situación. Se sienten arrastrados por un tsunami ajeno, sin poder hacer mucho. En esto se equivocan. Su actitud frente al problema ha sido igualmente débil:confunden la lealtad hacia sus socios de la UDI, con la pasividad. Su rol, por el contrario, era presionarlos para que hicieran las cosas como corresponde. Y si no era así, entonces debieron desmarcarse hace rato. No se puede ser socio de alguien que no hace la pega. Por amigo que sea. Por eso, se equivocan ahora al tratar de contener las voces airadas de algunos de sus militantes con la excusa de salvar una supuesta unidad del sector. ¿Unidad de qué? Si ya casi no queda nada. Por ello, el rol de RN ahora es gatillar los cambios. Debe ser dura en esto. Es ahora o nunca.

Un ejemplo notable que debieran mirar ambos partidos lo dio esta semana el decano de Ingeniería Comercial de la Universidad Católica, José Miguel Sánchez. En una breve carta pública, dejó en claro la preocupación de su facultad sobre algunos de sus ex alumnos vinculados a escándalos como el Pentagate y otros del último tiempo. Platea en forma dura, como corresponde, que rechaza este tipo de conductas. Que prácticas como el fraude al fisco, el uso de información privilegiada y otras, son simplemente inaceptables. Y deben ser sancionados con firmeza.

Esa es la forma como una institución sana enfrenta sus asuntos. Con decisión, sin medias tintas, sin amiguismos que no corresponden.

El decano de la PUC pone las cosas en su lugar, asume el problema, señalando que estos casos enlodan y expropian la reputación de sus egresados, y actúa en consecuencia, al decir que esto motivará una seria reflexión y un discernimiento ético al interior de la facultad.

Justo lo contrario que sucede con la Alianza. Los partidos, que son los involucrados directos, actúan con más tibieza que una institución cuyo rol en el asunto es más bien marginal, pero que aprovecha la ocasión para plantear su rechazo a lo sucedido, alejándose de la actitud de un grupo muy pequeño de sus egresados. La UDI, por el contrario, con su actitud ampara la situación y RN, con su silencio, se hace cómplice de aquellos. El resultado está a la vista. (La Tercera)

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