La derecha después de Piñera

La derecha después de Piñera

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Aunque le quedan 20 meses de gobierno, es difícil pensar que la derecha chilena recordará con nostalgia el segundo mandato del Presidente Piñera. Después de haber llegado al poder con la promesa tácita de revertir muchas de las reformas que impulsó Bachelet en su segundo gobierno, el periodo resultó ser muy distinto de lo que esperaba su sector y lo que temía la izquierda. Incluso antes del estallido social de octubre de 2019 ya estaba claro que el intento por desmantelar el legado de Bachelet había fracasado. Ahora, con un proceso constituyente en ciernes, el país avanza por un sendero que se acerca mucho más a lo que la ex Mandataria aspiraba a construir que a lo que Piñera prometió hacer en su campaña de 2017.

Pero el hecho de que Piñera pase a la historia como el presidente más impopular desde el retorno de la democracia no significa que la derecha vaya a caer en el mismo incómodo lugar. Porque la democracia supone que la gente puede escoger entre opciones distintas, en 2021 emergerá alguna alternativa electoral que se diferencie de lo que hoy la izquierda ha logrado imponer al gobierno.

Por cierto, precisamente porque la gente siempre prefiere el original a la copia, si los aspirantes presidenciales de derecha caen en la tentación de repetir las mismas promesas a favor de un estado más grande que hoy hacen los abanderados de izquierda, lo más probable es que el electorado opte por el original izquierdista y no por la copia derechista. Para ganar en 2021, los aspirantes presidenciales de derecha deberán ofrecer algo diferente al discurso dominante en la izquierda.

En el contexto del estallido social y de la pandemia, parece obvio que la derecha no puede ofrecer el mismo discurso de eficiencia y crecimiento económico con chorreo que caracterizó a ese sector en estas tres décadas de democracia. El mundo cambió, Chile cambió y la derecha también debe cambiar. Pero cambiar significa buscar otros caminos y formas de avanzar en la misma dirección hacia un país con más libertades y oportunidades para todos. Para la derecha, cambiar no debiera ser comenzar a empujar en la dirección opuesta al norte que la guía.

En el mundo, la derecha exitosa busca promover las libertades a partir de la competencia y el acceso igualitario a los mercados. Para ella, el Estado debe buscar tanto emparejar la cancha para que todos tengan igualdad de oportunidades como tomar medidas para que los mercados sean más competitivos. La derecha concibe al Estado como la herramienta para evitar los monopolios y oligopolios. Por cierto, en el Chile de hoy, la gente pide más Estado precisamente en esas áreas donde los mercados han fallado —nadie pide supermercados o empresas de telefonía móvil estatal.

Para la izquierda, especialmente esa izquierda nostálgica chilena que tiene al Che Guevara y la Revolución Cubana como sus inspiraciones —una luz en el camino, para citar el comentario de la diputada Vallejo sobre Fidel Castro-, el estado es la solución a cualquier problema. Pero la gran mayoría de los chilenos no aspira a que el país se parezca a Cuba. Los chilenos quieren un sistema capitalista que funcione mejor, con un Estado que se asegure de dar garantías mínimas aceptables a todos y que, a la vez, promueva la iniciativa privada de tal forma que haya crecimiento. En corto, los chilenos quieren una gallina que ponga más huevos de oro y un estado que ayude a que todos puedan entrar a la fiesta.

Parece razonable suponer que, dadas esas demandas, la derecha debiera tener una mejor oferta para satisfacer a los chilenos. Después de todo, la izquierda dice saber distribuir mejor —aunque, en el caso de Chile, muchos en ese sector saben simplemente hacer crecer el tamaño del Estado—, pero, especialmente en Chile, la izquierda jamás ha podido articular un mensaje claro sobre cómo producir más crecimiento económico. Si la derecha logra articular un mensaje que combine su preocupación por el crecimiento económico con la demanda por mejor distribución, ese sector debiera tener una clara ventaja electoral en 2021.

La mala noticia es que hoy la derecha chilena parece estar más preocupada de encontrar la salida fácil de un candidato popular sin preocuparse mucho cuáles son los valores y principios que defiende ese candidato. La buena noticia es que tiene al alcance de la mano un mensaje ganador potente y poderoso al que debiera echar mano para lograr construir una alternativa creíble, ahora que la era de Piñera como el líder del sector se acerca a su fin. (El Líbero)

Patricio Navia

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