La ciencia no tiene género

La ciencia no tiene género

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En 1967, cuando estudiaba en la Universidad de Cambridge, la astrofísica británica Jocelyn Bell Burnell descubrió un nuevo tipo de estrella, hoy conocida como púlsar. Burnell detectó y analizó correctamente los primeros registros de estos objetos estelares, hallazgo que se tradujo en el Premio Nobel de Física en 1974. Sin embargo, no fue Bell quien recibió el preciado galardón, sino su profesor de tesis, Antony Hewish. El comité no reconoció su contribución, pasando a la historia como una de las premiaciones más criticadas y controversiales de la academia sueca.

Esta experiencia da cuenta de la invisibilización del trabajo femenino en el desarrollo científico, una realidad que, lamentablemente, se mantiene hasta hoy. Por ello, Naciones Unidas declaró el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Sobre las mujeres recae una serie de estigmas que hacen más complejo su desarrollo profesional. Según un estudio encargado por Conicyt en 2017, las barreras para ellas comienzan cuando son estudiantes, aumentan al seguir una carrera académica y alcanzan su punto máximo al acceder a cargos directivos. De hecho, en la última prueba TIMMS (Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias, de carácter internacional), realizada en 2015, niños y niñas de cuarto básico obtuvieron el mismo puntaje en matemáticas y ciencias. No obstante, al llegar a octavo las mujeres alcanzaron, en promedio, 18 puntos menos en matemáticas y 12 menos en ciencias. La inteligencia no tiene género, pero algo en el trayecto inclina la balanza, sugiriendo que barreras socioculturales, y no diferencias innatas, son responsables de estas diferencias.

Para reducir esta inequidad, el Presidente Sebastián Piñera lanzó en mayo del año pasado la Agenda Mujer, que busca no solo promover su participación en cargos de alta responsabilidad en todos los ámbitos, sino, además, fomentar su presencia en carreras científicas, tecnológicas y en programas de posgrado. Además, en los últimos años, distintas instituciones, públicas y privadas, han realizado campañas, creado instrumentos y aunado voluntades para incentivar que existan más mujeres en ciencia. Así, hemos visto, por ejemplo, el creciente interés de las mujeres por estudiar astronomía, y nos hemos alegrado con el 61% de participantes femeninas en el último Congreso Nacional Escolar de Ciencia y Tecnología, realizado por el Programa Explora de Conicyt. El Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación se suma de manera entusiasta al compromiso de reducir la brecha de género en ciencias.

La diversidad en las aventuras intelectuales es un capital valioso, que amplía el escenario de búsqueda y enriquece la propuesta de soluciones. Páginas de nuestra historia ya registran la contribución de aquellas que pavimentaron el camino, como Eloísa Díaz, primera médica; Justicia Acuña, primera ingeniera, o Adelina Gutiérrez, primera chilena en obtener un doctorado de astrofísica. Muchas de las nuevas ideas y avances serán posibles gracias a otras como ellas que hoy aportan al desarrollo científico y tecnológico. Podemos pensar en todas las oportunidades adicionales que se abrirán con todas las nuevas investigadoras que ingresarán a estos campos en el futuro.

Andrés Couve
Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación

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