Sin darnos cuenta hemos ido perdiendo trozos de nuestra identidad nacional. Todo empezó el 18 de octubre de 2019, día fatal para Chile en que comenzó una batalla ideológica que tenía como objetivo poner en jaque a nuestro país. El camino fue cultural. Empezaron por cambiarle el nombre a Plaza Baquedano, siguieron por transformar una estación de Metro en un reconocimiento a la violencia, luego, sacaron el monumento del general de la icónica plaza para restaurarlo y hoy, se toma la decisión de retirar su base y reubicar al héroe de guerra y símbolo de nuestra identidad nacional.
Sacar al general Baquedano de la plaza no es más que otro pequeño paso para un proyecto político que busca refundar Chile. ¿Cómo hacerlo? Empezando por nuestra historia. Los héroes de guerra se transforman en esa especie de padres fundadores que con cada hito construyen Chile, que le entregan a los chilenos ese sentido de pertenencia a un país que, a pesar de las adversidades, se levanta y sale fortalecido. Un país resiliente y solidario.
Minan silenciosamente nuestros valores. Además de Baquedano, en las salas de clases vemos cada vez menos sesiones de historia y educación cívica y más overoles blancos. Soterradamente ha comenzado una batalla cultural-ideológica que se expresó violentamente en el estallido social, pero que había empezado mucho antes debilitando y desacreditando instituciones valiosísimas para el país como la Iglesia o las Fuerzas Armadas.
La crisis de seguridad ha generado una luna de miel bastante larga con las instituciones de defensa y seguridad. La presión ciudadana ha sido mucha, pero, eso no significa que se haya abandonado esa batalla cultural que busca borrar los vestigios de nuestra identidad nacional del territorio para construir una visión nueva que acomode a un sector y que le permita desarrollar su proyecto político.
Este 12 de febrero se celebró un nuevo aniversario de la firma del acta de independencia de Chile, pero, en vez de recordarlo se ha discutido sobre la reubicación de un héroe de nuestra historia. El oficialismo ha propuesto instalarlo en una sede militar, ceder a su propuesta sería perder otro trozo de identidad nacional mientras quienes, antes desde la calle y hoy desde La Moneda impulsan un proyecto político y no un proyecto país.
Detrás de esa primera línea integrada por barras bravas y grupos violentos que buscaban destruir todo existía un proyecto político. No debemos olvidar que Karl Marx por allá por el siglo XIX hablaba de la necesidad de contar con ese lumpen que destruye todo para generar las condiciones para la Revolución, pero, una vez generadas las condiciones, hay que eliminarlo pues, tampoco es bueno para ella.
Lo que había detrás de esa primera línea era y es un proyecto político que no se ha abandonado, sólo, está a la espera de nuevas condiciones para continuarlo. Nada más que una identidad nacional fuerte, representada en cada rincón de Chile, que recuerde a diario el esfuerzo que costó construir este país puede ser el contrapeso a ese proyecto que busca dejar en el olvido nuestra historia. (El Líbero)
Pilar Lizana