Isabel Díaz Ayuso y la libertad en Madrid-Isabel Plá

Isabel Díaz Ayuso y la libertad en Madrid-Isabel Plá

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A 48 horas del resultado de las elecciones en Madrid, se oyen aún los vítores del estruendoso triunfo de Isabel Díaz Ayuso. No solo mantuvo su cargo como Presidenta de la Comunidad más importante de España: derrotó al líder de Juntas Podemos, Pablo Iglesias, que renunció ni más ni menos que como vicepresidente del Gobierno para competirle en las elecciones; la votación del PP aumentó en más del doble los escaños del Parlamento Regional, con una participación electoral histórica; y dejó al PSOE, la izquierda histórica española, en el suelo.

¿Quién es Isabel Díaz Ayuso? Periodista y doctora en Comunicación, esta madrileña de 42 años fue elegida por primera vez para el cargo en 2019, ha escalado en la política menos de una década y en esta campaña se enfrentó a Goliat… y lo derrotó. Pero no hay varitas mágicas en política, ni cuentos de hadas. Primero, el Partido Popular cerró filas y se desplegó con todas sus capacidades para respaldarla. Y, luego, en su gestión como Presidenta de la Comunidad de Madrid, ha mostrado competencia para enfrentar una crisis sanitaria difícil y larga y para comunicárselo a sus ciudadanos con claridad y honestidad.

Durante la pandemia se ha enfrentado por más de un año casi a diario con el mismísimo Presidente Pedro Sánchez, defendiendo sus atribuciones y exigiéndole ponderar las restricciones en una ciudad cuyos ingresos y empleos dependen, en buena parte, del turismo. Y tal vez lo más determinante: Díaz Ayuso tomó la bandera de la libertad con firmeza y sin miramientos, y demostró que su defensa no solo es para un buen café y un debate filosófico, sino que es importante en el día a día de los madrileños, en una España en la que ha calado hondo la irrupción de la extrema izquierda que encarna Juntas Podemos.

Isabel Díaz Ayuso ha enfrentado en sus dos años de gestión y especialmente durante la campaña los embates de todo el oficialismo: la descalificación permanente a sus capacidades, la amenaza a su vida e integridad y un catálogo de insultos, que va desde “puta y fascista” (como la calificaba el anónimo que recibió hace una semana), hasta “¡Eres tonta, inferior!”, como la llamó el año pasado Amparo Rubiales, una histórica socialista y feminista (nunca dejará de sorprenderme el entusiasmo con el que cierta izquierda pide paridad, y la bajeza de su lenguaje para desacreditar a todas las mujeres que no compartan su visión).

Al frente, Pablo Iglesias reaccionaba el martes en la noche con un discurso en el que plasma su huella digital: culpa a los medios “fascistas” de la derrota; y transmite que toma la decisión de retirarse de los cargos porque es tan fuerte su liderazgo, que se ha convertido en un chivo expiatorio para sus adversarios. Mucho de victimización, algo de narcisismo y poco de lo que va la política finalmente: votos en las urnas, que en una democracia siempre pesarán más que las manifestaciones en las calles.

Quien crea que el resultado del martes se queda en Madrid, y que es un triunfo que responde más a los perfiles de la ganadora y del perdedor, se equivoca. En pocas horas se ha convertido en una elección simbólica para izquierdas y derechas en España y en América Latina. Por de pronto, y fortalecido en su conducción del PP, Pablo Casado ha pedido ya formalmente que Sánchez comparezca en el Congreso para rendir cuentas sobre el estado de la Nación.

Hay muchísimo más que mirar en la elección de la Presidenta de Madrid, por cierto: la desaparición prácticamente de Ciudadanos, el papel de VOX, el surgimiento de una izquierda que compite con Podemos, y un largo etcétera.

Por ahora me quedo con las lecciones de una heroína que derrotó a Goliat. (El Líbero)

Isabel Plá

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