Gratitud y esperanza-Natalia González

Gratitud y esperanza-Natalia González

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El comienzo del proceso de vacunación masiva en Chile nos llena de esperanza y optimismo, sentimientos tan necesarios tras un año lleno de sombras y preocupaciones. Por cierto, nos invita a agradecer y a reconocer la notable gestión del Gobierno, que se anticipó y fue asegurando, con distintos laboratorios, una cantidad más que suficiente de vacunas para la población chilena. Se trata de una cuestión muy valorable. En tiempos en los que se nos había hecho costumbre ver el vaso medio vacío, en que habíamos hecho de la crítica majadera—y muchas veces infundada— un deporte nacional, y en que dábamos por descontados —al punto incluso de despreciar— los avances que como país hemos experimentado en estos 30 años, el proceso de vacunación nos recuerda lo importante que es contar con una institucionalidad robusta, fruto de años de un actuar responsable y del trabajo y el esfuerzo de muchos.

Tan solo en el primer día de vacunación, 140.412 personas fueron inoculadas, equivalente a un 0,7% de la población. Un récord que marca un hito importante en el desafío del combate a la pandemia. Es una cifra increíble si se considera que el promedio diario de población cubierta por dosis administradas en otros países en los últimos días fue de 1,54% en Israel, de 0,6% en el Reino Unido y de 0,4% en Estados Unidos. Al segundo día de iniciado el proceso en nuestro país se informaba que más de 385.000 personas ya habían sido vacunadas. ¡Qué esperanza!

Por estos días, somos testigos de la importancia de anticiparse a los problemas y de proveer soluciones efectivas que realmente signifiquen una ayuda para la población, con base en la ciencia y el conocimiento. Penosamente, hemos podido contrastar aquello con las charlatanas ofertas de pócimas mágicas que por estos días se hacen en la comuna de Recoleta, en la que su alcalde y presidenciable, con el auspicio inadvertido de los vecinos de esa comuna, hace populismo con algo tan delicado como la salud de la población.

Hemos recordado, asimismo, la importancia de los cuerpos intermedios de la sociedad y el notable esfuerzo que han realizado (laboratorios, universidades, cuerpos médicos y científicos, y empresas) para ayudar en esta pandemia, y hemos vuelto a advertir cuán importantes son las distintas piezas del puzzle, esas respecto de las cuales, hace tan solo un rato atrás había (¿hay?) una disposición muy grande a tirarlas por la borda.

Estos días también han permitido visualizar que las cosas pueden funcionar muy bien cuando los esfuerzos en los distintos niveles del Gobierno —central y local— se suman y cuando las personas —y en ello, los adultos mayores han sido un ejemplo notable— cumplen las reglas y los procesos establecidos, ordenadamente, mostrando tanto ellos como el personal de salud a cargo, una voluntad y un espíritu dignos de destacar. Todos trabajando juntos, todos remando para el mismo lado, con ganas, con buen ánimo y disposición, confiando en las decisiones tomadas en base al conocimiento, como debiera ser en tantas cosas.

Un adulto mayor, en Viña del Mar, en la primera jornada de vacunación masiva, señaló que esto era como esperar la primavera. No lo pudo decir mejor. Tras largos meses de encierro, alejados de sus seres queridos y en que solo se les permitía salir al aire libre unas pocas horas, no puedo sino compartir ese sentimiento de esperanza y emoción. Por cierto, queda mucho camino por recorrer, como en tantos desafíos que enfrenta nuestro país, pero lo sucedido estos días nos recuerda un país que parecía habíamos perdido el 18 de octubre de 2019 y que asoma como la nación que queremos retomar para desde ahí avanzar.

El Estado funcionando, al servicio de las personas, las instituciones, que tanto desprecian algunos, coordinándose con gran eficiencia, el esfuerzo público-privado, en una alianza colaborativa, la suma de tantos comprometidos y dedicados; ese es nuestro país, uno que avanza sobre lo construido, no uno que glorifica la destrucción y reniega del esfuerzo de todos. Es de esperar que lo que estamos viendo nos sirva para comenzar una nueva etapa.

Aprovechemos este espíritu y avancemos, no retrocedamos. Miremos a nuestro alrededor y valoremos la nación que hemos construido. Es tan fácil darla por descontada, pero la verdad es que no es sano ni prudente hacerlo. No esperemos perderla para valorarla. Aprovechemos el impulso y espíritu que se ha iniciado con la vacunación masiva para que no concluya en ella, sino para que la trascienda y nos comprometa en una forma de construir el camino que debemos recorrer hacia el futuro, juntos, los chilenos. (El Mercurio)

Natalia González

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