Grandes mineras pierden ricos activos ante oleada de nacionalismo económico

Grandes mineras pierden ricos activos ante oleada de nacionalismo económico

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Superado en número y acosado, el presidente ejecutivo de Freeport-McMoRan, Richard Adkerson, cambió de estrategia. Solo meses antes había rechazado vender una participación mayoritaria en su emblemática mina de cobre y oro indonesia a inversionistas locales. Pero, sentado junto a funcionarios del gobierno en Yakarta la semana pasada, el veterano ejecutivo dijo a los periodistas que planeaba hacer precisamente eso.

«Freeport cede a las demandas del gobierno», tituló The Jakarta Post, en tanto el Ministerio de Energía y Recursos Minerales de Indonesia manifestó su satisfacción en Twitter: «Freeport acata, Indonesia es soberana» y publicó fotos de Adkerson junto con funcionarios locales triunfantes.

Esa imagen, un presidente ejecutivo estadounidense de cara roja con una camisa tropical que acepta vender su empresa a su pesar, puede perseguir no solo a Adkerson, sino a toda una cohorte de presidentes ejecutivos multinacionales.

El hecho de que Freeport haya aflojado su control sobre su joya indonesia ilustra un desafío más grande que enfrenta la industria minera global: en medio de una oleada de nacionalismo económico, los gobiernos locales y los sindicatos están presionando contra la dominación occidental de los recursos naturales del mundo.

«Vemos surgir gobiernos más nacionalistas en todas partes», dijo Paul Mitchell, socio de la práctica de minería y metales de Ernst & Young. «Ese deseo de mantener los activos de una nación y trabajarlos ellos mismos, creo que solo va a aumentar en tanto se vuelven escasos, cada vez más escasos».

SE MULTIPLICAN LOS CASOS

En los últimos doce meses, una fusión entre Harmony Gold Mining y AngloGold Ashanti se estancó en Sudáfrica debido a las regulaciones destinadas a aumentar la propiedad negra de los recursos naturales.

En Mongolia, las demandas de un mayor control de estas valiosas materias primas han dominado las elecciones nacionales, mientras que un intento de obligar a las empresas mineras extranjeras a canalizar los ingresos de ventas a través de bancos locales amenazó las operaciones de Rio Tinto y casi descarriló un rescate del FMI.

El año pasado, los intentos de Freeport de vender su parte de una mina de cobalto y cobre en la República Democrática del Congo se estancaron durante ocho meses, finalizando solo cuando la compañía hizo un pago de US$ 33 millones al gobierno, un tercio de un acuerdo que involucra a varias compañías.

En Zambia, Glencore, un operador suizo de minerales y materias primas, amenazó con despedir a 4.700 trabajadores después de que el gobierno subió los precios de la energía -y luego dio marcha atrás- antes de aceptar pagar, dijo la oficina del presidente. First Quantum Minerals había acordado previamente pagos más altos, según el gobierno.

En Tanzania, la minera de oro Acacia Mining, propiedad mayoritaria del mayor productor de oro del mundo, la canadiense Barrick Gold, enfrenta una factura de impuestos sobre sus minas de oro equivalente a cuatro veces el PIB del país y una demanda del presidente de que » busque el perdón de Dios y los ángeles». (DF Bloomberg)

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