Gobernabilidad para Chile

Gobernabilidad para Chile

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Cada cierto tiempo, los países enfrentan coyunturas críticas, entendidas como “crisis” caracterizadas por el quiebre de los equilibrios en el orden político, económico y social. En estas, los actores políticos —en el sentido amplio del concepto— son llamados a conducir, en el marco de las opciones disponibles, la reconstrucción de un nuevo equilibrio social.

La última coyuntura crítica que enfrentó Chile fue el plebiscito de 1988. En ella, las fuerzas políticas de oposición se organizaron con la responsabilidad que ameritaba ese momento histórico, convocando a las mayorías y logrando encauzar una transición a la democracia que dio gobernabilidad por 30 años.

Hoy, Chile está viviendo una nueva coyuntura crítica, cuya expresión más nítida es el estallido social. El modelo de desarrollo no dio el ancho a la hora de distribuir correctamente los beneficios del crecimiento. Y como la historia “no se repite, pero rima”, la sociedad y sus representantes deberán optar por uno de los caminos disponibles para reconstruir los equilibrios que le den gobernabilidad a Chile.

Así como la oposición a la dictadura estuvo a la altura de las circunstancias para derrotar a Pinochet, hoy las fuerzas políticas de centroizquierda tenemos una nueva cita con la historia. Y esa responsabilidad no la podemos evadir. Debemos ser capaces de afrontar este desafío con vocación de mayorías, entendiendo que el futuro de Chile no le pertenece a ningún color ni insignia, sino que a su gente.

Tengámoslo claro, la gobernabilidad de Chile no la garantizará un partido político; tampoco un líder mesiánico populista que se arrogue la adopción de sus seguidores. La gobernabilidad de Chile dependerá de la conformación de una mayoría transformadora y dialogante, que tenga como norte la construcción de un Estado garante de derechos que les brinde dignidad a las y los chilenos.

La elección presidencial de 2017 nos muestra que cuando la centroizquierda se divide, gana la derecha. Las decisiones tomadas en ese entonces por los dirigentes de los distintos partidos de la Nueva Mayoría fragmentaron la centroizquierda y atentaron contra la opción de llevar adelante una primaria amplia y participativa. Los resultados quedaron a la vista. Millones de chilenas y chilenos han tenido que lidiar con el peor gobierno desde el retorno de la democracia.

Qué duda cabe, el desafío que tenemos es mayúsculo. El mundo político que conforma la centroizquierda chilena en 2021 es mucho más diverso de aquel que tuvieron que organizar los líderes de la transición. Pero “cada David enfrenta a su Goliat”. Nuestra mayor dificultad será aunar posiciones diversas en temas específicos, lo que se soluciona dialogando y pensando en el bien de Chile. ¡La mayor dificultad que teníamos en 1988 era luchar contra una dictadura que se resistía a dejar el poder! Una vez más debemos volver a estar a la altura de las circunstancias, porque lo que estaba en juego en aquella época, también lo está ahora: el futuro de Chile.

¿Aprendimos de los errores de la última elección? De ello dependerá quién gobierna Chile por los próximos años. Las fuerzas democráticas de la centroizquierda debemos sentarnos a la mesa, mirarnos a la cara, y con base en nuestras coincidencias y desavenencias construir un programa colectivo transformador que siente las bases para la gobernabilidad de los próximos 30-40 años del país.

Mi propuesta es que ese programa se establezca sobre los siguientes mínimos comunes: 1) un Estado social garante de derechos; 2) dignidad humana para todas y todos; 3) seguridad y paz social; 4) un plan de reconstrucción económica y social que sea colaborativa y sostenible. Quienes compartan este barco, deberán asumir su responsabilidad y establecer relaciones de cooperación. El que se lleve la pelota para la casa, le entregará en bandeja un nuevo gobierno a la derecha. (El Mercurio)

Ximena Rincón
Senadora y Candidata a la Presidencia de la República del PDC

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