Fisonomía masculina

Fisonomía masculina

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Este día en que conmemoramos la inextricable ruta para alcanzar iguales derechos y oportunidades, es un instante para recordar a las mujeres, anónimas e históricas, que nos han abierto caminos. Y reforzar la conciencia sobre el trayecto inconcluso e incluso inexpugnable para muchas mujeres, al tener las estructuras vigentes —educacionales, civiles, políticas y económicas— aún fisonomía masculina.

En nuestra historia, hasta 1891 el Estado se desentiende de la enseñanza secundaria femenina, asumiéndola los establecimientos privados. En 1842 se crea la Universidad de Chile exclusivamente para hombres, y 35 años después se dicta el Decreto Amunátegui, que justifica el ingreso de las mujeres gracias a la perseverancia de Eloísa Díaz y Ernestina Pérez.

En el año 1874 nace el sufragio universal, universalidad que considera solo el voto masculino. Sesenta años más tarde (1934) el voto femenino es realidad en las elecciones municipales y 75 años después, en las presidenciales y parlamentarias (1949), derecho alcanzado por la lucha de dirigentas, especialmente del Movimiento de Proemancipación de la Mujer Chilena, como Elena Caffarena y Flor Heredia.

En 1951 Inés Enríquez abre la puerta en la Cámara de Diputados y en 1953, María de la Cruz, en el Senado, como la primera diputada y la primera senadora.

Sin embargo, recién en el año 2021 las mujeres compiten en nuestra historia en igualdad de condiciones en una elección popular, la de convencionales constituyentes del proceso por una nueva Constitución, gracias a la paridad que forzó a los partidos políticos a “poner” a mujeres en listas y distritos en igualdad con los hombres, logrando ellas una mejor votación, con el 52% de las preferencias. Este proceso es impulsado por organizaciones de mujeres de la sociedad civil y parlamentarias chilenas.

En el espacio económico, desde el desarrollo de la industria a finales del siglo XIX, son millones las mujeres que han abierto camino con el esfuerzo inconmensurable de trabajar fuera y dentro del hogar, solas en los cuidados y las tareas, con una participación laboral femenina estimada, en esa época, en un tercio.

Este Día de la Mujer del año 2023, las estructuras de las organizaciones siguen siendo en su mayoría cimentadas por hombres para hombres. Un Congreso integrado por un 33,5% de mujeres en la Cámara de Diputadas y Diputados y un 24% en el Senado. Un mercado laboral que acoge a menos de la mitad de las mujeres, excluyendo a la otra mitad de la libertad y dignidad que entrega la autonomía económica. Una participación femenina en los directorios de las empresas privadas que aún no alcanza el 15% —promedio de los países donde hay autorregulación— e inferior al 25% en las gerencias de primera línea; todo lo que lleva a ser una minoría que hace difícil implementar las transformaciones legislativas y empresariales para que los lugares de trabajo sean espacios justos, con adaptabilidad laboral, corresponsabilidad parental, sin discriminación salarial, libres de acoso y con procesos ecuánimes de selección y desarrollo.

Hoy es el momento de recordar nuestra historia y ver que no estamos donde estamos solo por nuestros talentos, esfuerzos y capacidades. El espacio que ocupamos es por nuestros talentos, esfuerzos y capacidades y por esas mujeres —anónimas e históricas— que dieron la pelea recibiendo en su recorrido descalificación y censura. También para revisitar los desafíos del presente y abrir las puertas cerradas y recorrer los caminos pendientes que conducen a la plena igualdad, libertad y dignidad.

Por las mujeres que nos precedieron y por las que continúan abriendo espacios, no dejemos de ayudar a otras mujeres desde todo lugar posible. No olvidemos que la fisonomía es masculina. (El Mercurio)

Francisca Jünemann
Presidenta ejecutiva ChileMujeres