Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido, tuvo hoy miércoles el día más duro desde el inicio de su mandato. Los líderes del Partido Conservador Escocés y algunos conservadores ingleses le pidieron la renuncia luego de que admitiera haber asistido a una fiesta durante el confinamiento impuesto en los primeros meses de la pandemia.
El jefe de gobierno trató de ganar algo de tiempo con una disculpa parcial, diciendo que pensaba que la reunión vespertina en mayo de 2020 era un «evento de trabajo», pero no logró detener la ira de ciertos parlamentarios conservadores.
En palabras de Sir Keir Starmer, líder del Partido Laborista, el público pensó que el primer ministro había «mentido entre dientes», mientras que muchos congresistas del partido de Johnson dijeron que solo es cuestión de tiempo antes de que este enfrente una impugnación.
Douglas Ross, líder de los conservadores escoceses, pidió a Johnson la renuncia y fue rápidamente apoyado por su predecesora, la baronesa Ruth Davidson, y por más de la mitad de sus camaradas en el Parlamento Escocés. (FT DF)
