Falta Manual de Carreño

Falta Manual de Carreño

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Mi padre era un caballero a la antigua. Siempre andaba con pañuelo de hilo perfumado por si tenía que enjugar las lágrimas de alguna dama. Cuando notaba alguna falla a las buenas maneras, inmediatamente recomendaba la lectura del Manual de Carreño, ese libro publicado en 1853 por el ex ministro de RR.EE. venezolano Manuel Antonio Carreño y que se denominaba “Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para jóvenes”.

Ahí se podían encontrar consejos sobre cómo vestirse para los funerales o matrimonios; cómo comportarse en la mesa o cómo conducirse en eventos sociales, de manera de no llamar la atención por las razones equivocadas.

A Luiz Inácio “Lula” Da Silva le preguntaron una vez por qué hizo la campaña presidencial con overol de obrero y cuando lo eligieron presidente se puso chaqueta y corbata. Y él contestó: “Porque antes trabajaba de obrero y ahora de presidente”. Lección que no ha sido aprendida por nuestro novel líder que preside el cambio de mando sin corbata o por la NOT/primera dama que se sienta en el sillón de Portales como si estuviera en una fogata playera (una dama argentina me comentó que “uno se sienta mejor en el inodoro”). La verdad es que la irreverencia sin contenido es pura mala educación (como fumar en misa).

Tras 5 meses de gobierno del Presidente Boric, yo le recomiendo encarecidamente a él y a sus partidarios la lectura del manual. Si uno invita al rey de España al cambio de mando, no puede dejarlo esperando y después culparlo del atraso de la ceremonia. Si lo invitan a Estados Unidos, no parta insultando al anfitrión y pídale a algún asesor que le muestre su foto para que le agradezca la invitación. Y como si no fuera poco ofender a España y EE.UU., agrede a Brasil nombrando embajador a un amigo que se ha dedicado a insultar a su Presidente. Tiene que cuidar la dignidad del cargo y no ofender a las visitas para no exponerse a que desde el extranjero le pongan apodos insolentes.

A los empresarios no ha perdido oportunidad de ofenderlos. No los invitó al cambio de mando ni a su primera gira. La Cámara de la Construcción lo invita a su congreso a las 9:00, pide llegar a las 10:00, para finalmente aparecer atrasado con cara de carrete y ni una palabra de excusa.

Pero esto de la falta de urbanidad también es inclusivo. Responde a la misma falta de estilo vestirse con jeans para un velorio; referirse al Wallmapu y generar un incidente diplomático con Argentina; ir al Congreso a difundir cahuines como quien va a un juego de canasta o ir a pedirles el voto a los parlamentarios y partir insultándolos (¿Quién se habrá pegado en la cabeza?).

Y la falta de estilo se multiplica en el Gobierno: el ministro moralista y eximio cultor del Win-Win (legendaria disciplina oriental que consiste en donarse a sí mismo) ofende a sus socios políticos a quienes necesita para hacer su pega; una directora de TVN critica por Twitter a un periodista que es su subordinado; la ministra de RR.EE. honra el “pago de Chile” y le da la espalda al jurista Claudio Grossman; otro enseñorea su inexperiencia diciéndoles a las pymes que les conviene la inflación y una diputada comunista (amiga de los teletubbies de La Moneda) llama a marcar casas como los nazis.

Es como reírse de la gente que dos ministros publiciten en televisión un programa de balones de gas a “precio justo”, que venderá 100 al día en Chiguayante cuando Chile consume 250.000 diarios. Más que “plan piloto”, parece “¿Y dónde está el piloto?”. Qué decir de su anuncio electorero de cero copago en Fonasa (copago que pretende disuadir el mal uso y no financiar la atención) a sabiendas de que no puede atender a esa cantidad de gente en el Estado sin multiplicar las colas. Yo sugiero que pongan en “Atención a Público” a Bessy “la convencional”, de manera que cuando le vengan a comprar gas o a pedir una consulta médica, ella le chasquee los dedos y le diga: “Balones y doctores quería el guachi. ¿Cómo te quedó el ojo?”. La verdad es que los ministros, más que vender balones, andan vendiendo humo.

En el Gobierno han olvidado una de las máximas de Carreño: “Se debe prestar atención a quién habla y no se debe tomar puntos de vista muy extremos sobre política, sexo o religión”. Con tantas “merluzadas” no es de extrañar que el borrador de Constitución huela a pescado. (El Mercurio)

Gerardo Varela