Ezzati: "Siento dolor por lo que los hechos produjeron a mencionados"

Ezzati: "Siento dolor por lo que los hechos produjeron a mencionados"

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Son días complejos para el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati Andrello. La publicación esta semana de correos electrónicos entre él y el anterior titular de la arquidiócesis, cardenal Francisco Javier Errázuriz, levantó una controversia que desbordó el ámbito eclesial.

Reflexiones, debates, declaraciones. Voces a favor, que cuestionaron la difusión de correspondencia privada, y otras en contra, indignadas, que incluso exigieron su renuncia. El diputado DC Matías Walker pidió en los días posteriores que el arzobispo de Santiago no encabece la celebración del tedeum ecuménico de Fiestas Patrias, que se realiza en la Catedral, y su hermano, el presidente del Senado, Patricio Walker (DC), dijo que “me provoca un efecto contraproducente escuchar a Ezzati”. Los correos, fechados entre 2013 y 2014, aparecieron en El Mostrador y en ellos se aludía, entre otros temas, a algunas declaraciones públicas del sacerdote jesuita Felipe Berríos y a la inconveniencia de que fuera designado capellán de La Moneda. También había referencias a Juan Carlos Cruz, uno de los demandantes del caso Karadima.

Aquel proceso judicial vive episodios cruciales por estos días. Se trata del juicio civil contra la Iglesia de Santiago que mantienen el ya mencionado Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo. Ellos argumentan una supuesta negligencia y/o encubrimiento del Arzobispado frente a las conductas del ex párroco de El Bosque. Y piden una reparación económica de $ 450 millones.

La causa, conducida por el ministro de fuero Juan Manuel Muñoz, entró en una fase decisiva y es inminente que ambas partes presenten sus testigos y pruebas definitivas. Hace sólo dos semanas, de hecho, el abogado del Arzobispado, Nicolás Luco, había manifestado a La Tercera que “nuestro compromiso fundamental es con las víctimas y con la verdad”.

Apenas conocido el intercambio entre Ezzati y Errázuriz, el Arzobispado de Santiago emitió un comunicado de prensa considerando “grave la publicación de correos privados en un medio de comunicación”.

Para enfrentar esta polémica, el cardenal Ezzati respondió -por escrito- las preguntas de Reportajes. A continuación, sus respuestas.

¿Cuál es su sentir, al finalizar esta semana, por la divulgación de correos electrónicos entre usted y el cardenal Francisco Javier Errázuriz?

Serenidad y paz frente a la sustancia. Dolor por lo que estos hechos han producido a todos los que han sido mencionados y a nuestra sociedad en general. A esto se suma un sentimiento de desconcierto e indefensión frente al hurto sufrido de nuestra correspondencia privada y que ésta haya sido difundida en medios de comunicación masivos, con una clara intencionalidad de generar confusión y descrédito.

¿Le parece bien la forma y tono en que aparecen mencionados el sacerdote Felipe Berríos y Juan Carlos Cruz, denunciante de Fernando Karadima?

Los términos pueden aparecer duros, ya que la conversación estaba enmarcada en un ámbito personal, en el cual uno no suele medir cómo se expresa, porque se trata de algo privado. Lamento que estos correos se hayan hecho públicos y entiendo que, sacados de contexto, puedan haber ofendido a las personas aludidas.

Aprecio verdaderamente el compromiso social del P. Berríos. Tiene a su haber muchos méritos en este campo, sin embargo, no comparto algunas de sus opiniones, tal como se lo he manifestado personalmente.

Por otra parte, respeto a cada una de las víctimas del caso Karadima, comparto su indignación y, como lo he hecho en el pasado, reconozco el injustificable y doloroso abuso del que fueron objeto y que tanto daño ha causado a ellos y a toda la Iglesia. En nombre de la Iglesia he pedido perdón por las atrocidades que han sufrido. Sin embargo, en su momento estimé que, dado que había en marcha un proceso judicial, no era prudente la incorporación de Juan Carlos Cruz a una comisión pontificia.

Se trata de comunicaciones electrónicas de los años 2013 y 2014. ¿Dónde estaban físicamente esos correos y por qué cree que se conocen ahora? 

Toda la correspondencia que envío sale de mi computador personal. Me preocupa que se saquen de su contexto los correos, ya que fueron conversaciones privadas. Lo ocurrido nos hace daño a todos, a las víctimas, al país y a la Iglesia. La violación de la correspondencia privada es un acto ilegal.

Si se trata de algo ilegal, entonces es de suponer que presentará una denuncia o querella…

Estamos evaluando internamente qué fue exactamente lo que pasó.  Una vez que lo sepamos, determinaremos qué pasos seguir.

Más allá de que se trate de comunicaciones privadas, ¿no le preocupa que su intercambio de opiniones con el cardenal Errázuriz sea usado por sus detractores como una prueba de que las autoridades de la Iglesia chilena han operado para quitar todo tipo de espacios a quienes representan una visión más crítica?

Los invito a leer con atención los correos  y comprobarán que no se busca quitar espacios. Lamento que se malinterprete y confunda el intercambio de opiniones privadas con un intento de acallar una supuesta visión crítica.

¿Qué les diría entonces a los sectores de la comunidad católica más conmocionados con este episodio y que han expresado su “decepción”?

Los invito a reflexionar sobre la misión propia del obispo en la comunidad de fe y a discernir con sereno acercamiento a la verdad. El obispo, junto a la comunidad cristiana, es discípulo misionero de Jesús, tiene el deber de enseñar la auténtica doctrina del Evangelio y de conservar íntegro el depósito de la fe de la Iglesia. Sé que al guardar la doctrina, mi posición puede verse enfrentada a la de quienes opinan de otra manera. El respeto que les debo no me dispensa de la misión que la Iglesia me ha confiado. Cuando fui ordenado obispo juré conservar íntegro y puro el depósito de la fe, tal como fue recibido de los apóstoles y conservado en la Iglesia, y cuando el Papa Francisco me creó cardenal, profesé que lo haría hasta la efusión de la sangre. Los católicos debemos fidelidad a Jesucristo y a su Iglesia.

¿Significa eso que encabezará de todas formas el tedeum ecuménico y no se marginará, como lo han solicitado algunos parlamentarios de la DC, liderados por Matías Walker?

El tedeum es un acto propio de los festejos de la Independencia de nuestro país, que busca dar gracias a Dios por el don de la patria, la casa común de todos. Es una tradición que el arzobispo de Santiago presida esta celebración ecuménica, como un servicio en esta acción de gracias. Por lo tanto, no veo razón para no presidirlo.

Capellán de La Moneda 

Respecto del sacerdote Felipe Berríos, ¿es efectivo que La Moneda tenía intención de nombrarlo capellán, cargo cuya designación final depende de usted?

Efectivamente, pasados unos meses de gobierno, la señora Presidenta de la República me propuso tres nombres para capellán de La Moneda. Como en los casos anteriores, los candidatos son propuestos por La Moneda y el obispo es quien, en el libre ejercicio de su potestad, lo nombra. En este caso concreto, y sin expresar juicio alguno sobre los candidatos, el obispo solicitó humildemente a la señora Presidenta de la República que considerara una terna alternativa, siendo “nuestro sincero interés de colaborar lealmente con el gobierno en la misión que la población de Chile se ha dado”. Toda encomienda pastoral que se confíe a un sacerdote es atribución de su obispo o de su superior religioso, si se trata de obras propias de un instituto. El obispo no puede encomendar un oficio pastoral a un religioso sin la debida presentación de su superior. Cuando La Moneda me presentó el nombre del padre Fernando Vives, religioso de los Sagrados Corazones, contando con el parecer favorable de su superior provincial, procedí a nombrarlo capellán.

¿Qué le pareció que la Presidenta le propusiera una terna con tres nombres de sacerdotes jesuitas (Berríos, Delfau y Bussenius)? ¿Por qué no designó a ninguno de ellos y pidió nombres alternativos?

Me parecía importante ampliar las posibilidades de carismas personales de los nombres presentados.

Otro de los mencionados en los correos es el ex ministro Enrique Correa. ¿Cuál es su relación con él? ¿Es efectivo que hizo gestiones con autoridades políticas por este tema?

No tengo ninguna relación con el señor Enrique Correa. Por eso, todas las especulaciones de mis eventuales gestiones con él sobre la materia son falsas.

Cuando en 2013 se difundió la noticia de que se habían enviado antecedentes al Vaticano sobre las declaraciones de Felipe Berríos, usted aseguró que jamás hizo acusación alguna y que solamente entregó a la Nunciatura Apostólica antecedentes que esa instancia le había solicitado. En uno de los correos publicados, sin embargo, usted dice que preparó “una nota para evidenciar el Magisterio de la Iglesia acerca de los temas cuestionados por el P. Berríos, consciente de que en la ocasión anterior, lastimosamente contó con la justificación de su superior provincial y del superior general”. ¿Contradice esto su explicación anterior al tema? 

Esto es muy importante de clarificar. Tal como se ha señalado anteriormente, y lo reafirmo ahora, preparé para mí un documento con la relación de los hechos: mi contacto personal con el provincial de los jesuitas; mi posterior encuentro con el P. Berríos y su superior, en el marco de una cena familiar en la cual dialogamos sobre las declaraciones públicas hechas por el P. Felipe en el programa de TVN. Reafirmo que no he enviado denuncia alguna a la Sede Apostólica sobre el caso y sobre los religiosos en cuestión.

Hace dos semanas, el abogado del Arzobispado de Santiago, Nicolás Luco, aseguró a La Tercera que en el juicio civil por el caso Karadima, “el compromiso fundamental es con las víctimas y con la verdad”. Pero en los correos difundidos se cuestiona y se intenta impedir que el señor Juan Carlos Cruz integre la Comisión Pontificia para Prevención de Abusos, como también que declarara ante una Conferencia Episcopal Anglófona. Incluso, se lo compara con una serpiente. ¿Cómo se debe entender la postura de la Iglesia respecto del señor Cruz? 

Reitero que consideré mi deber expresar mis aprensiones. Vayamos a los mails publicados. Se dice: “Ayer, día del Sagrado Corazón, en la sede central de la Pontificia Universidad Católica, me encontré con el P. Marcelo Gidi (jesuita). Acaba de llegar de Roma y me comunicó que en la Comisión Pontificia de Prevención de Abusos Sexuales, sería nombrado el Sr. Juan Cruz…”. Ante esta advertencia, consideré mi deber expresar reservas al respecto, ya que había presentado una demanda civil contra el Arzobispado de Santiago y, por otro lado, aparecía integrando otro organismo de la Iglesia, lo que era contradictorio. No obstante, estamos de acuerdo acerca de los abusos de Karadima; el desacuerdo está en la interpretación de la participación del Arzobispado de Santiago. Los nombramientos son de competencia exclusiva de la Santa Sede. Como se ha reafirmado en las últimas comunicaciones, nuestro compromiso es con las víctimas y con la verdad de los hechos.

DINÁMICAS DEL PODER

Aunque forme parte de sus funciones hacer sugerencias o expresar reparos, como los que manifestó frente a la posibilidad del nombramiento de Juan Carlos Cruz, ¿no cree que el que hayan trascendido esas gestiones hace ver a la jerarquía de la Iglesia más preocupada de dinámicas políticas o de poder que de liderazgo espiritual?

No, el servicio que entrega un obispo es muy amplio, y dentro de éste corresponde la preocupación por temas vinculados con el nombramiento de colaboradores, entre muchos otros. De hecho, buena parte de mi agenda diaria de actividades corresponde a visitas a comunidades, celebraciones litúrgicas y atención de personas. Y eso aparece dejado de lado por todo este asunto.

¿Considera que estos mensajes pueden influir en esta etapa decisiva del juicio civil, en el cual el Arzobispado está demandado por $ 450 millones, por un supuesto encubrimiento de los abusos del sacerdote Fernando Karadima? ¿Cree que estos correos serán adjuntados oficialmente como pruebas al proceso?

No tengo ningún derecho de entrar en las intenciones o en la conciencia de las personas que han interpuesto un juicio civil en contra del Arzobispado de Santiago. Los vergonzosos y dolorosos abusos cometidos por Karadima, y que corresponden a la verdad de los hechos, han sido denunciados y sancionados firmemente por la Iglesia. Me correspondió a mí, a los pocos días de haber asumido la conducción pastoral de la arquidiócesis, hacer público y ejecutar el decreto condenatorio de la sede apostólica. Desde mi conciencia, le puedo asegurar que no se han encubierto abusos de ningún tipo y, por ello, tengo la certeza de que el juez actuará apegado a la justicia y buscando la verdad.

¿No cree que las diferencias al interior de la Iglesia de Santiago respecto a temas como el de los abusos de Karadima y las opiniones de Felipe Berríos permitan hablar de una crisis interna? 

No, en la Iglesia de Santiago hay una opinión de consenso acerca de la gravedad de los delitos cometidos por Karadima. Han causado un grave daño, principalmente a las víctimas, cosa que nos pesa profundamente, y a muchas otras personas. Como Iglesia de Santiago reafirmamos nuestro compromiso en la prevención de abusos sexuales. Estamos preparando exhaustivamente a nuestros agentes pastorales en este campo. Respecto del padre Felipe, a quien aprovecho de reconocer su valiosa obra social en Antofagasta, hay personas que están de acuerdo con sus declaraciones y otras que no.

Una comunidad eclesial está formada por personas, y donde hay personas también existe diversidad de pareceres. Esto le ocurrió a la comunidad de los discípulos de Jesús y también nos pasa a nosotros. Lo valioso es que esto nos hace madurar en la fe y crecer en la comunión. Como recuerda San Agustín: libertad en lo opinable, unidad en lo esencial y, en todo, caridad.

Pero, más allá de la condena que hoy se hace de los delitos cometidos por Karadima, ¿no existen diferencias en la jerarquía de la Iglesia respecto de la forma en que se ha abordado el tema?

Tal como lo mencioné, hay una única opinión sobre la condena de los graves hechos cometidos. Sin embargo, es legítimo que haya diferencias en las formas, que finalmente se complementan.

¿Pudo conversar ya sobre lo ocurrido con el cardenal Errázuriz? 

No. El cardenal Errázuriz está fuera de Chile.

A partir de su intercambio de correos con el ex arzobispo queda la impresión de que él sigue teniendo un rol muy protagónico todavía en la toma de decisiones en la Iglesia de Santiago. ¿Es eso efectivo?

Es habitual que un obispo en funciones mantenga un diálogo con quien lo ha precedido en esta misma función. Nunca he sentido que el cardenal Francisco Javier Errázuriz haya interferido en mi labor.

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