Eyzaguirre, la CEP y el 2017

Eyzaguirre, la CEP y el 2017

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La columna de hoy pretende vincular dos noticias políticas de los últimos cinco días. Me refiero a la entrevista que en este mismo medio dio el ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, y a la encuesta conocida ayer del Centro de Estudios Públicos correspondiente al mes de agosto del presente año.

La profunda autocrítica del ministro Eyzaguirre parece haberse confirmado con las cifras de la encuesta. Como gobierno y Nueva Mayoría, en cuanto a evaluación ciudadana vivimos el peor momento, no solo de este Gobierno, sino también agregándole la administración anterior de la Presidenta Bachelet. Los números son incuestionables, y la encuesta CEP no hace más que reafirmar las cifras que semana a semana nos muestra la encuesta Cadem y también la que mes a mes nos entrega Adimark. Nunca habíamos estado tan mal. Queda claro, asimismo, que la evaluación negativa sobre nosotros, o bien la Nueva Mayoría, no solo proviene desde una oposición de derecha, sino también se ha levantado una oposición de izquierda. Lo anterior reafirma el diagnóstico de Eyzaguirre. Fallamos en el diseño estratégico de las reformas al diseminarlas en múltiples proyectos y no las acompañamos con el adecuado manejo político que debiera haber conservado la mayoría política y electoral que optó por este gobierno y su programa en la última elección presidencial y parlamentaria.

Restando dos años y medio de esta gestión gubernamental y dada la correlación de fuerzas existente, es imprescindible, como lo he reiterado en estas mismas columnas, consolidar lo avanzado y no abrir nuevas expectativas. Esto significa en la práctica que la actual administración debe concentrarse en sacar adelante solo tres reformas sustantivas y enfrentar dos emergencias: me refiero a las reformas tributaria, educacional y laboral, y coincidiendo con Eyzaguirre en que debiéramos enfrentar las dos coyunturas de emergencias: la atención de salud y la seguridad ciudadana. Asimismo, con franqueza se le debe decir al país que las reformas estructurales en previsión, en salud, en descentralización y en materia constitucional son contenidos del próximo programa y del próximo gobierno. Destaco en forma particular que el gobierno debe reinstalar la agenda de probidad con el objeto de a lo menos paliar la crisis de confianza ciudadana en las instituciones; aún más, la propia Presidenta debiera reinstalar esta agenda.

Para la Nueva Mayoría, la tarea, por su propia sobrevivencia, es respaldar a la Presidenta y al Gobierno y a su equipo político, manteniendo el rumbo transformador y modificando significativamente el ritmo de los cambios.

La otra reflexión que nos deja la encuesta del CEP dice relación con la evaluación positiva de diversos liderazgos nacionales y su proyección al 2017. En la Nueva Mayoría, el ex Presidente Lagos e Iabel Allende aparecen con buenas perspectivas; mucho más atrás, el candidato de la Democracia Cristiana Ignacio Walker. En la derecha el liderazgo del ex Presidente Piñera no aparece amenazado, salvo por el posicionamiento de Ossandón. Dado lo anterior y pensando en el 2017, aunque es mucho tiempo, el principal problema para la Nueva Mayoría, dicho en términos positivos, se llama Marco Enríquez-Ominami, la figura mejor evaluada nacionalmente. Debemos aprender de la historia. Ese liderazgo debe competir en las primarias de la Nueva Mayoría, y no marginarlo; si se lo margina, el riesgo es repetir la historia del 2009, en que la división en primera vuelta de las candidaturas democrático-progresistas permitió el triunfo del candidato de derecha en primera y segunda vuelta. No volvamos a cometer ese error.

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