El ex ministro de Relaciones Exteriores de Sebastián Piñera, cuestiona la decisión de llamar a informar al embajador de Chile en Israel, Jorge Carvajal, horas antes del viaje del Presidente Boric a Estados Unidos y señala que “es una acción que puede resultar cara a nuestro país”. A su juicio, está primando la visión de La Moneda por sobre Cancillería. “Muchos errores en política exterior provienen de que en el Segundo Piso no se aquilata debidamente al caudal de información y experiencia de Teatinos 180”.
-En su reunión con el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el Presidente Boric le manifestó, su preocupación por los ataques de Israel en la Franja de Gaza y dijo que condenaba tanto a Hamás como lo que está haciendo el gobierno de Benjamín Netanyahu. “No aceptamos que se nos haga elegir entre uno y otro bando”, dijo Boric. ¿Qué opina usted de estas declaraciones?
-Es bueno que el Presidente Boric condene el terrorismo en este caso de Hamás, de la misma forma que debiera condenar el terrorismo dentro de nuestro país y en América Latina. Pero no corresponde poner en el mismo nivel a la organización terrorista Hamás con un Estado democrático como es el de Israel.
-En la bilateral Boric también le planteó a Biden la situación de Cuba y le pidió levantar las sanciones a ese país y eliminarlo del listado de países patrocinadores del terrorismo. ¿Qué le parece a usted que, por su historia personal, conoce bien la realidad cubana?
-El Presidente Boric debería conocer mejor la situación interna de Cuba y exigir en primer lugar una democracia para Cuba, que los cubanos tengan la posibilidad de elegir a sus autoridades en forma democrática y en un sistema pluralista sin incorporar esa exigencia cualquier otra petición contribuye a la supervivencia de una dictadura de izquierda que lleva 64 años.
-¿Qué significa diplomáticamente la medida de llamar a consulta al embajador de Chile en Israel? ¿La comparte?
-Primero, no es una medida normal ni natural, como aseveró la ministra portavoz Camila Vallejo, sino excepcional y de extrema instancia, apenas por debajo de la ruptura de relaciones diplomáticas. Segundo, lo adopta un país cuando quiere expresar su disconformidad con circunstancias o declaraciones del gobierno anfitrión de su embajador.
-¿Fue complejo hacerlo justo antes de una visita presidencial a Estados Unidos, el principal aliado de Israel? ¿De cierta forma esta decisión se tomó la agenda de un viaje cuyo propósito es atraer inversiones?
-Adoptar la medida antes de viajar a reunirte con tu aliado esencial, que cultiva una solidaridad prioritaria con el país del cual retiraste a tu embajador, o es una descoordinación, o una señal de lo nocivo que es la coexistencia de dos almas en política exterior. Es una acción que puede resultar cara, no al Presidente, que lo veo enfocado en otro plano, sino a nuestro país. Aplicando la lógica esgrimida, Chile debería llamar a consulta a varios embajadores. No favorece aparecer con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y de Bolivia, Luis Arce, que rompió relaciones diplomáticas con Israel. Petro por sus pasos, y Arce por su relación con Irán, compleja para nosotros.
-Sobre esto, expertos señalan que la decisión de citar al embajador es legítima pero no coherente con lo que se ha hecho en situaciones similares. Por ejemplo, dicen, no se ha llamado al embajador de Chile en Moscú. ¿Qué opina?
-Una medida así debe ser coherente con el conjunto de la política exterior o de lo contrario resulta discriminatoria, viola el criterio que se declara al aplicar la medida. Ocurre hoy al compararlo con el trato a Rusia, Venezuela, Cuba y otros países de dudosa condición democrática.
-¿Es un tema que no tengamos embajador allá en estos momentos, considerando los 10 mil chilenos que viven en Israel?
– Cuando usted llama a consultas a su embajador debe estar consciente de que está sacando a su mejor pieza del tablero sobre el cual usted necesita la mejor información. Los embajadores gozan de consideraciones que no tiene otro funcionario, y eso debe considerarse, más aun cuando deja a miles de ciudadanos en un territorio en guerra. Muchos errores en política exterior provienen de que en el Segundo Piso no se aquilata debidamente al caudal de información y experiencia de Teatinos 180.
-Marca una diferencia entre La Moneda y Cancillería ¿Cree que en cómo abordar la situación de Palestina e Israel está pesando mucho la mirada del propio Presidente por sobre la experiencia diplomática e internacional del canciller Alberto van Klaveren?
– Sí. Pasa que los diplomáticos muy buenos de carrera hablan de frentón sólo si les das confianza. Si no, se cuadran y cumplen lo que se les instruye. Es muy vertical la carrera. Y funciona porque está basado en eso. Creo que esa es la ventaja teórica de alguien que viene de afuera frente a La Moneda. Si viene de la misma institución, se cuadra muy rápido.
-¿Cómo va a regresar el embajador a Israel sin que eso se entienda como que la protesta por la violaciones del Derecho Internacional Humanitario es un asunto subsanado?
-Llamar a consulta a un embajador es una maniobra que comprende dos movimientos: El primero, cuando realiza la maniobra; el segundo cuando vuelve a enviar a su embajador. ¿Qué significa esto? Que debe definir desde un inicio ante el otro gobierno y la opinión pública cuáles condiciones establece usted para volver a enviar a su embajador. El primer movimiento abre un escenario incierto y el segundo pone en aprietos al que adoptó la medida.
–Israel pidió que Chile y Colombia, que tomó la misma decisión al mismo tiempo, no se alineen con Venezuela e Irán. ¿Debería Chile manejar este tema en el marco de Naciones Unidas o instancias internacionales?
-Veo aún en el Presidente, pese a su soledad regional, un afán por liderar iniciativas en la región aunque desconectadas de sus líderes, como ésta, en consonancia sólo con Colombia y en alguna medida con Bolivia, y quienes miran con buenos ojos son Caracas y La Habana. En casos complejos cada país actúa según sus intereses y alianzas porque aspira a que en caso de urgencias, sus aliados le devuelvan sin dudar la mano. Chile sólo puede aspirar a influir en crisis como estas en un marco amplio de consensos pero que no comprometan nuestros intereses.
-En términos generales ¿Cuál es su impresión de cómo el Presidente Boric y Cancillería han manejado el tema del conflicto en Medio Oriente?
-Es un área muy compleja para cualquier gobierno chileno. En lo interno, por ejemplo, es importante que La Moneda recuerde que en esta crisis aparecen involucradas dos comunidades respetadas e influyentes, que han hecho enormes aportes al país, a su desarrollo y a nuestra identidad nacional, que forman parte de Chile y son chilenos. Es importante, por tanto, que ambas se sientan protegidas y no discriminadas, que no importemos el conflicto. El presidente debe pensar también en eso.
-¿Ha faltado conversación con los ex Cancilleres así como con todos los sectores mundo político, para que estas acciones tengan un carácter más de Estado que solamente de gobierno?
-Supongo que las ideas preconcebidas y la necesidad de hacer concesiones entre las dos almas oficialistas, pasan la cuenta. Lo difícil para un presidente latinoamericano -y casi todos aspiran a liderar la región por el hecho de que no existe una instancia presidencial regional de calibre y con turnos establecidos- es poder separar su aspiración a convertirse en la conciencia crítica del continente de su rol como jefe de Estado. Jefe de Estado con intereses superiores permanentes, que trascienden el mandato presidencial. En esa tensión se oculta el diablo, y es lo que debe considerar todo presidente. (Ex Ante)