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Estudio ubica a Chile como uno de los países más groseros de Sudamérica

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Aunque es un lenguaje informal, y muchas veces «agresivo e hiriente», los garabatos son muy utilizados tanto en Chile como en el mundo. Y es que la gente los usa porque son «muy expresivos» ya sea a la hora de decir u opinar sobre algo, tanto en las redes sociales o en alguna conversación cara a cara.

Sin embargo, hay países y ciudades que los emplean más que otros.

Un estudio realizado por WordTips dio a conocer las naciones y ciudades en las que se dicen más groserías en el mundo y posicionó a Chile dentro de los primeros lugares en Sudamérica.

La investigación analizó 1,7 millones de tuits que tenían algún insulto y reveló que Chile es el tercer país de América del Sur que más garabatos dice con 17,3 tuits por cada 1.000 usuarios.

De esta forma, es antecedido por Brasil, que registró 17,8 y Colombia 22,6, que ocupan el segundo y el primer lugar respectivamente. Por su parte, Argentina está en cuarto puesto y Venezuela en el quinto.

Con respecto a las ciudades que más groserías dicen en el continente suramericano, el informe, develó que hay dos de chilenas, Santiago (19,8) y Concepción (15,5), que están posicionadas en el segundo y quinto lugar del ranking respectivamente. El primer lugar del listado lo ocupa Cali (Colombia) con 46 por cada 1.000 habitantes, y el informe indica que el número de insultos es «2,3 veces mayor» que en nuestra capital. En tanto, en el tercer puesto se ubica Sao Paulo (Brasil) con 18,2 y en el cuarto Buenos Aires (Argentina) con 16,2.

El estudio reveló que los estadounidenses son los que más insultan en el mundo, ya que unos 41,6 tuits de cada 1.000, enviados desde este país contienen groserías.

Por su parte, las cuatro naciones que menos garabatos dicen están en Asia y África, y los usuarios de Kuwait son los que menos insultan con 3,6 tuits por cada 1000.

¿CHILENOS GARABATEROS?

Héctor Velis-Meza, periodista y autor del libro «Malas palabras con historia», distingue lo que pasa dentro y fuera de las redes sociales. En esa línea, dice que no está «tan convencido que nosotros seamos tan groseros», pero sí «lo somos» en las plataformas digitales. Lo primero lo fundamenta indicando que el lenguaje en nuestro país es «escaso, pobre, paupérrimo, pero no grosero».

Lo que cree que «ocurre en Chile y en muchos países es que la gente tiene un lenguaje demasiado estrecho, demasiado mínimo para conversar. Y en el caso de nuestro país lo que pasa es que la cantidad de palabras que usa el chileno para expresarse es muy mínima. Entonces está acostumbrado o se ha acostumbrado a usar lo que se llaman las palabras baúles», dice el experto a Emol. «Una de las más famosas de todas es la palabra huevón. Entonces lo usan para todo«, agrega.

En ese sentido dice que «nosotros somos muy precarios porque el lenguaje que tenemos es muy escaso. A la gente le cuesta expresarse porque no tiene el combustible necesario de decir las palabras».

Esto, «significa, que las posibilidades que tiene el chileno de expresarse bien son muy pocas porque el lenguaje es restringido. Entonces en ese caso es donde acude a estas palabras», explica.

Asimismo, argumenta que «nosotros tenemos un lenguaje que formalmente nos ofrece 98.000 posibilidades para expresarnos y usamos no más de mil. Entonces es imposible ser elegante expresivo y elocuente».

Con respecto a lo que ocurre en las redes sociales, Velis-Meza indica que en este espacio «uno se expresa con mucha grosería». Esto, ocurre porque según cuenta, «existe mucho anonimato».

«En general uno cuando lee, la persona que opina no se llama, no tiene nombre y apellido, la mayoría usan unos nombres muy curiosos, y escriben mensajes, más que groseros, muy agresivos».

En esa línea, explica que «la grosería ayuda a la agresividad, entonces, es obvio que cuando uno tiene la oportunidad de opinar y no se va a saber quién es la persona», se genera este espacio de comentarios que no son amables, y a juicio del comunicador «a veces incluso es tan desagradable que uno deja de seguir leyendo porque es un insulto tras otro».

A su vez, Veliz-Meza indica que si los usuarios se identifican, «obligaría a las personas a que si quieren opinar críticamente, lo hicieran mejor. Si a mí no me obligan a identificarme y nadie va a saber que yo dije algo, lo voy a decir nomás. Pero si yo tuviera que poner mi cara, mi nombre, mi prestigio detrás de lo que yo voy a decir, no lo diría así».

Por su parte, Soledad Chávez, directora del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile y miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, indica que «el estudio es imparcial por varias razones».

«La primera razón es porque solo toma en cuenta X, que justamente es el espacio más propicio dentro de las redes sociales para usar garabatos, por lo agresivo y belicoso que es», afirma.

«Segundo, es imparcial por la población. Primero hay que hacer un estudio general para determinar cuántos ciudadanos usan X en cada país. Y lo más probable es que la mayor cantidad de población en la red social pueda ser la norteamericana, y eso hace que los norteamericanos la usen más, que es la red social más agresiva. Además, es un país grande, entonces genera que salga número uno», agrega.

En ese sentido, señala que lo que ocurre en Santiago y Concepción, no es representativo ni tampoco para alarmarse, ya que «son las ciudades con mayor población en Chile«.

El otro motivo por el cual este informe no es objetivo a su parecer es que «hay que determinar qué contextos políticos, económicos, ideológicos, hay en cada país para que se desencadenen estos garabatos».

Pese a esto, Chávez asegura que «todas las culturas son garabateras. No es que el chileno en sí sea garabatero. Toda comunidad tiene sus malas palabras«. Lo que ocurre en Chile, indica es que «cada vez somos más coloquiales y dentro de esta coloquialidad caben los garabatos, el uso de las malas palabras para manifestar desapruebo, la descalificación, enfado, y la excesiva familiaridad«.

Esto, explica, «hace que apreciemos que estamos cada vez usando más malas palabras. Pero insisto, las malas palabras están en todas las lenguas, se usan en todas las lenguas, sobre todo en contextos, en espacios más bien coloquiales».

Sin embargo, establece que en «Chile la coloquialidad está pasando a instalarse en niveles formales». De hecho, dice que usar este tipo de lenguaje es «una manera de estar más cercano, de ser más familiar, más empático», y que incluso los políticos y la prensa sobre todo en la televisión lo están utilizando. «Los políticos de antaño eran extremadamente formales. Entonces creo que una manera de acercarse a la población es hablar en coloquial», indica la experta. 

En ese sentido, señala que antes, «uno podía decir un garabato, una mala palabra, en una situación muy acotada. Pero hoy usamos cada vez más garabatos en un nivel que podría entenderse como formal». (Emol)