Transcurre esta semana entre las olimpiadas y sus deportistas que portan historias de esfuerzo, lucha y el deseo de llevar una medalla para su país. Transcurre esta semana con dolor, impotencia e ira ante el dictador Maduro que sin respetar la democracia desea quedarse para siempre con el poder absoluto en Venezuela, sin importarle ni el deseo ni el sufrimiento ciudadano. Transcurre la semana con el cierre de inscripción de los candidatos para las próximas elecciones municipales y de gobernadores en Chile sin unidad ni en la oposición ni en el oficialismo. ¿Qué medallas se otorgarían si se tuviese que elegir entre estas situaciones?
Según un gran geólogo, el plomo es un material sumamente venenoso y que esta quedando obsoleto. Los buzos portan un cinturón de plomo para lograr hundirse al mar profundo. Conversaba este geólogo con un empresario que supo dedicarse al cine en una reunión. Decidieron en forma unánime otorgarle la medalla de plomo a Nicolas Maduro. Ojalá que no hunda a Venezuela y a su pueblo.
Charles Chaplin terminaba su obra maestra El Gran Dictador con un discurso que se convirtió en una invocación universal a la altura de Ghandhi o Martin Luther King. Siendo sólo un cineasta esta película sobre Hitler fue de las pocas que se filmaron en coincidencia con el ascenso del dictador al poder. Se estrenó en coincidencia con la invasión a Polonia y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Chaplin y Hitler eran contemporáneos y algunos dicen que Hitler cortó su bigote para parecerse a él. El final de la película iba a ser otro. Cuando la crudeza y maldad de Hitler eran obvias, Chaplin le cambia el final a la película, cerrando la misma con un discurso como Charles Chaplin y no como el personaje del barbero de la película.
La gimnasta norteamericana Simone Biles de 24 años ganó la medalla de oro en el concurso completo femenino de gimnasia artística, convirtiéndose en la tercera mujer en la historia, en obtener dos títulos olímpicos en esta categoría. Dijo: “Nunca debí ser parte de otro equipo olímpico» después de «todo lo que he pasado durante los últimos siete años».
En el año 2018, Simone Biles dio a conocer el abuso sexual que sufrió par parte del médico del equipo, Larry Nassar, quien ahora está en prisión condenado a cadena perpetua. «Pero no iba a dejar que él se llevara algo por lo que he trabajado desde que tenía 6 años»; «No iba a permitir que me quitara esa alegría. Así que dejé el pasado atrás todo el tiempo que mi mente y mi cuerpo me lo permitieron». En Tokio se retiró de las cinco finales por su salud mental. Estos días en las olimpiadas se han conocido casos de intentos de suicidio de algunos deportistas. El trabajo, el esfuerzo, el apoyo familiar y el deseo les han permitido a muchos de ellos salir adelante. Los mueve su amor por su trabajo y por su país. Sufren dolores y depresiones. Se vio en la magistral inauguración atletas a los que les faltaba una pierna. Tan solo por eso merecen todas las medallas.
La política en Chile nos muestra falta de unidad y de un genuino amor por la Patria. Coaliciones en conflicto como la que gobierna Chile, ya que el Partido Comunista tiene fuertes divergencias con el Presidente Boric y con el Socialismo Democrático. La mayor de ellas fue el apoyo a Maduro y sus felicitaciones por el triunfo que le robó a los opositores. A esperar actas y se verá.
La oposición fue incapaz de ceder, dialogar y ponerse de acuerdo para llevar un solo candidato que los represente en todas las comunas del país a riesgo de perder alcaldías y gobernaciones. Lo mismo le ocurre al oficialismo. Qué complejo para Chile esta transversal dificultad para unirse, que le dé continuidad a los proyectos buenos en marcha y muestren el camino que seguirá el país hacia adelante. Se debe recuperar el Chile de siempre, institucional, gobernable y sin violencia, que les ofrezca oportunidades a todos. No hay medallas para entregar aún.
En opinión de esta columnista es pertinente y atinente a lo que hoy se vive, terminar esta columna con el discurso de Charles Chaplin en su obra El Gran Dictador.
«Pero… yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.
Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.
Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.
Soldados:
No os entreguéis a ésos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina. Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Solo los que no aman odian, los que nos aman y los inhumanos.
Soldados:
No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. En el capítulo 17 de San Lucas se lee: «El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres…» Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura.
En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.
Soldados: en nombre de la democracia, debemos unirnos todos».
No es posible dejar de asimilar la mención a las máquinas con la inteligencia artificial y la tremenda necesidad de más humanidad. Es indispensable la unidad de todos por Chile y la democracia. (El Líbero)
Iris Boeninger