La cara oscura de la condición humana sale a la luz. Los ciudadanos se preguntan: ¿Qué habrá atrás de cada accionar del gobierno o del Ministerio Público, o de un fiscal, o de un juez? Pregunta que muestra el grado de deterioro de la confianza ciudadana en el gobierno, la justicia, el Parlamento, la clase política y en el mismísimo futuro de Chile. La vocera de gobierno proclama y festeja un país ideal en cifras, ¡con un crecimiento del 0% e inflación del 1% en septiembre! Tapando con un manto de frialdad los actuales y serios problemas que atraviesan los ciudadanos. El ministro de Hacienda se equivocó en los cálculos. Lo últimos discursos del gobierno auguraban vencer la inflación prometiendo el esperado crecimiento económico.
Partidos del gobierno piensan en no perder su “balance de cargos” ante el cambio de fuerzas registradas estos días, en las que se incrementó la participación del Partido Comunista en áreas claves.
Partidos políticos perdidos en mediciones pequeñas de fuerzas en lugar de plantarse firme ante los problemas del país y decidirse a enfrentarlos en unidad apoyando a quien lidera sin condiciones, pero sí con acuerdos.
La avalancha de “casos” aturden y confunden. Monsalve, Hermosilla, Fundaciones, Brinks que se suman al historial de otros casos de financiamiento irregular a la política, tráfico de influencias, corrupción, colusiones, que han mostrado lo peor de la sociedad. El deterioro es clarísimo. Las élites son muchas y diversas como también los “poderosos” de distintos colores y pertenencias políticas. Es necesario que la justicia actúe oportuna y correctamente. Es confuso e inentendible el sistema de envío de información del caso Audio, lo que lleva inexorablemente a la desconfianza, por todo lo conocido.
El Presidente Boric anunció que no habrá cambio de gabinete. “Quiero a todos mis ministros trabajando”. Uno imagina que lo hacen desde que asumieron. Apoyó con determinación a la ministra Carolina Tohá afirmando que se queda en el gabinete en función de su extraordinario desempeño al mando de la seguridad. Difícil persuadir a los ciudadanos ya que el 80% de las personas siente como principal preocupación el feroz aumento de la inseguridad y los homicidios en el país. En esta decisión el Mandatario pasa por alto el caso Monsalve, a cargo de la seguridad interior y en dependencia directa de la ministra. Se lo mantuvo en el cargo en funciones sabiendo que tenía una denuncia de índole sexual a una subalterna. Lo que se le cuestiona a la ministra son las acciones políticas que llevó a cabo después de conocer la denuncia. La tardía decisión de un gravísimo problema que intentan que no les afecte «políticamente» para las próximas elecciones. ¿Cómo se sentirá la ex subordinada de Monsalve?
Cada decisión tomada en un gabinete se vuelve indispensable para regular el bienestar colectivo y debe ser pensada en función de todos los ciudadanos. Es así que las instituciones se sienten lejanas, y no parecen asistir a los problemas diarios de las personas.
¿Qué pasa con nuestros representantes? ¿Y con los partidos políticos que deberían estar preocupados de consolidar un proyecto país de coincidencias para sacar a Chile del fango? El deber es con Chile. ¿Podrán en vez de cuidarse ellos mismos, su partido y sus futuras fuerzas parlamentarias, tomar la decisión de trabajar por y para Chile? La democracia y el futuro de Chile exige que dejen de erosionarse instituciones creadas durante generaciones y que son absolutamente esenciales para la gobernabilidad del país.
Santo Tomás de Aquino decía que en la vida es necesario saber lo que se desea, lo que se cree y lo que se debe hacer, pero que no siempre coinciden. La dicotomía entre valores e intereses debe llevar a analizar las consecuencias y las disyuntivas morales que suponen las contradicciones en las que constantemente se cae.
No se debe dejar que la lluvia fina y persistente que ha tratado de destruir la institucionalidad de Chile y dividir a los chilenos se transforme en una tormenta de proporciones. La lista de coincidencias de lo que se debe hacer en Chile es inmensa. La lista de diferencias, sin duda, es infinitamente menor. La conciencia y responsabilidad de los políticos debe apuntar a unirse junto a todos aquellos que creen en un determinado modelo de país que dista de la Constitución propuesta en el año 2022. Sin unidad no hay salida. Se debe escapar la política de tanto discurso y aferrarse al silencio de la acción.
Chile necesita en este momento una revolución moral y política. Quienes diseñan los planes educativos deberían incluir educación cívica y más humanidades, que no son enemigas ni de la tecnología ni de la ciencia, sino de la ignorancia. Los jóvenes necesitan más cultura, más y mejor lenguaje, más comprensión lectora como también ser fuertes en matemáticas.
Los jóvenes no sólo deben ser buenos en sus profesiones y oficios, deben llegar a ser ciudadanos íntegros.
Chile debe acompañar con crecimiento económico y mayor desarrollo tal de garantizar empleo, seguridad, buena salud sin listas de espera; educación de calidad, buenas pensiones producto de un sistema sustentable. Esto sólo será posible con un Estado moderno y ágil en donde la permisología no sea tema, instituciones sólidas, gobernabilidad, reglas de juego claras tal de atraer inversiones a un país que no sea riesgoso.
Quienes aspiran a gobernar el país u ocupar cargos electivos, deben caminar la calle, sentir en carne propia lo que viven cada día los ciudadanos, su miedo, la falta de viviendas, conocer el aula de la escuela pública donde van sus hijos, atenderse en la salud pública para verdaderamente desarrollar la empatía que se requiere.
Todo lo antedicho supone encaminarse hacia los hechos: la búsqueda de un progreso común para todos quienes habitan Chile tal que no caiga definitivamente en el ocaso. (El Líbero)
Iris Boeninger



