En primavera, lo mejor siempre está por venir- Isabel Plá

En primavera, lo mejor siempre está por venir- Isabel Plá

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Asumir la derrota es duro, pero es necesario si se pretende remontar en la siguiente batalla electoral, que en el caso de Chile es dentro de un año. El problema es que la Nueva Mayoría reconoce una derrota descomunal, con el peor resultado para la izquierda desde el retorno a la democracia, pero se lo adjudica a razones superficiales. El Gobierno, en tanto, apenas admite un retroceso respecto de 2012, insiste en un discurso bonito plagado de lugares comunes sobre la abstención y les pega un coscorrón a los partidos oficialistas por su desorden y sus deslealtades.

Quien definitivamente hace un análisis único, en un espacio habitado al parecer sólo por ella y sus convicciones, es la Presidenta Bachelet. En una entrevista que publica ayer la revista Capital (¡vaya paradoja el medio que eligió para hablar!) no sólo no reconoce la derrota y relativiza el triunfo de Chile Vamos con una pequeñez que entristece (porque de una Presidenta uno espera siempre grandeza), sino que incluso saca algunas cuentas alegres y señala que “el resultado (para la izquierda) es bastante mejor de lo que algunos vaticinaron”.

Las elecciones municipales no anticipan los resultados de las elecciones presidenciales, pero generan un clima político sobre el cual se alimentan expectativas y se facilitan o dificultan las pistas de quienes probablemente compitan el próximo año.

Es difícil que la Nueva Mayoría revierta ese clima. Han pasado ya cinco días desde el domingo y nadie, salvo los disidentes DC y algunos líderes de la antigua Concertación, ha reconocido los reales factores de la derrota, que, por lo demás, fueron señalados al menos desde fines de 2014 en casi todas las encuestas. Una forma de gobernar que los chilenos rechazan, inspirada en la refundación de Chile (la retroexcavadora de Quintana); un fondo con malas reformas y estatismo, que ha generado un retroceso singnificativo al país, desconfianza, incertidumbre y, en concreto, un frenazo económico de proporciones (en dos años pasamos de ser líderes de América Latina, a uno de los vagones de cola), desempleo y menos oportunidades. Finalmente, una gestión muy deficitaria, tal vez la peor de los últimos 40 años, incompetente por los cuatro costados, con una cadena de hechos vergonzosos que dañan las instituciones y a las personas (padronazo, jubilazo, listas de espera, etc.).

No es la descoordinación, ni los problemas comunicacionales, ni las deslealtades. Ni siquiera se trata de un comité político débil o de un gabinete ya bastante desgastando, como insisten en señalar los presidentes de los partidos oficialistas. Es el rumbo por el que ha conducido a Chile durante 30 meses la Presidenta Bachelet, junto a la Nueva Mayoría (y eso no hay que olvidarlo, porque es la coalición que ha aprobado una a una todas las reformas).

¿Y la DC? No se engañe usted, no está preocupada de hacer un mea culpa por integrar una coalición en donde luce y se siente como pollo en corral ajeno, tampoco del deterioro que ha experimentado Chile. Su preocupaciones, si uno lee las declaraciones de la senadora Goic esta semana, son básicamente dos: aumentar el poder de la DC en el Gobierno (cuoteo); y que los próximos intendentes y gobernadores garanticen un triunfo de sus candidatos en la elección parlamentaria (intervencionismo electoral, lo que transgrede no solo la ley, sino también la Constitución).

Al frente, en Chile Vamos, estamos contentos, sería pequeño negarlo. Me ha gustado esta semana recibir el saludo de muchos amigos contentos y esperanzados. Hacía mucho que no recibíamos buenas noticias electorales.

Pero tenemos por delante un camino duro. Hemos cumplido la primera etapa de la consolidación del bloque, demostramos que la unidad nos da buenos resultados y recuperamos la confianza de los electores. Y demostramos que ampliando nuestras fronteras —construyendo junto a la UDI, RN, Evopoli y el PRI— ofrecemos una mirada más integral y convocante de nuestra sociedad.

Ya celebramos suficiente y ahora volvemos a lo importante: trabajar para que el próximo año consolidemos una opción presidencial unitaria, y para que conquistemos la voluntad y el corazón de esos millones de chilenos que, creyendo también en una sociedad libre, en el progreso con justicia y en la cultura del esfuerzo y el mérito, decidieron el pasado domingo quedarse en sus casas y abstenerse de votar.

Es cierto que el triunfo en la municipal no adelanta el resultado en una presidencial. Pero digamos que es como la primavera, porque crecen las probabilidades de que lo mejor esté por venir. (El Líbero)

Isabel Plá

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