Es incomprensible la decisión del gobierno del Presidente Gabriel Boric de omitir, en su discurso a la nación en que presentó su propuesta del Presupuesto fiscal para 2026, la esperada referencia a la glosa republicana. Esa partida de libre disposición en el Presupuesto nacional que se aprueba en el debate presupuestario del último año de gobierno y que aplica en el primer año del siguiente gobierno, ha estado en todos los presupuestos de los nuevos gobiernos en Chile desde que hay alternancia en el poder en Chile. Esa omisión refleja una falta de responsabilidad política y una incapacidad para entender que, al ejercer su cargo, Boric debe actuar como presidente de todos los chilenos y no sólo como el líder de un sector minoritario de extrema izquierda.
La defensa de las tradiciones republicanas debiera ser una prioridad en nuestra democracia. Es cierto que no todas las tradiciones nacionales tienen el mismo valor. Algunas tradiciones perpetúan valores discriminatorios contra minorías u otras ya no están a tono con los valores morales y prácticas sociales modernas. El Presidente tiene derecho a optar por no usar corbata en actos oficiales. La democracia no se ve debilitada cuando el Presidente se viste de forma descuidada—aunque la imagen de él mismo se pueda ver dañada.
Pero las tradiciones que destacan la amistad cívica, el respeto por la oposición y el pragmatismo prevalente en las democracias que funcionan bien deben ser defendidas y promovidas. El caso de la glosa republicana en el presupuesto representa una de esas tradiciones que hablan bien de nuestras instituciones políticas. La decisión de establecer un ítem de discrecionalidad en el presupuesto del primer año del siguiente gobierno muestra el criterio razonable que han tenido los gobiernos que han ejercido el poder desde el retorno de la democracia en 1990. La madurez y responsabilidad que han demostrado los presidentes anteriores al entender que el nuevo gobierno debe tener espacio presupuestario para poder comenzar a cumplir sus promesas de campaña es una de esas tradicionales nacionales que debieran mantenerse y que debiéramos defender.
Lamentablemente, Boric ha demostrado, una vez más, que no está a la altura de lo que se espera de un Presidente de la República. Ha aprovechado el discurso televisado ante el país para meterse en la campaña presidencial. Torpemente, ha criticado la propuesta del candidato derechista José Antonio Kast de recortar US$6.000 millones del presupuesto para apurar el camino al cierre del déficit fiscal que este gobierno planifica cerrar recién en 2029. Aunque otros candidatos, incluida la también candidata derechista Evelyn Matthei, han levantado la voz para criticar la propuesta de Kast de cortar un 6.7% del Presupuesto fiscal en un solo año, el debate sobre las propuestas de campaña de los candidatos debiera hacerse en la arena de la campaña. Es impropio que el Presidente de la República entre a ese debate usando su tribunal oficial.
Peor aun, al criticar a Kast, Boric tácitamente reconoce que el candidato del Partido Republicano tiene las mejores posibilidades de llegar a La Moneda. Si Kast fuera un candidato irrelevante, o si la abandera del oficialismo, Jeannette Jara, tuviera una mejor propuesta -o alguna propuesta- para apurar el necesario ajuste que permita a Chile eliminar el déficit fiscal lo antes posible, Boric podría haber hablado del tema en otro momento, no en el contexto de su obligación constitucional de presentar su propuesta de Presupuesto anual ante el Congreso.
Por cierto, diversas personalidades de gobierno insisten en hablar de Kast como un candidato de extrema derecha, pero se ofenden cuando otros se refieren al Frente Amplio o al Partido Comunista como grupos de extrema izquierda. Dado que el propio Presidente hizo carrera política como legislador de extrema izquierda, criticar a otros de extremistas convierte a Boric en un diablo que se dedica a vender cruces. Es cierto que el gobierno de Gabriel Boric terminó siendo menos radical de lo que prometió en campaña. Pero eso no fue por voluntad propia, sino porque la realidad política terminó poniéndole un bozal a Boric que frenó buena parte de su radicalismo. Algo parecido probablemente sucederá en caso de que Kast llegue al poder y necesite gobernar con la derecha tradicional para poder darle viabilidad política a su administración.
El triste espectáculo que brindó Boric en su último mensaje de presentación de su propuesta de Presupuesto para el año siguiente confirman que, aunque muchos quisieran ver lo contrario, nunca aprendió a ser el Presidente de todos los chilenos. El otrora radical líder estudiantil que gustaba más de vociferar y denunciar que de construir puentes y acuerdos comienza a despedirse de su condición de Presidente de la República volviendo al mismo discurso insensato, radical y polarizado que cultivó durante su carrera política como legislador. Aunque Boric no lo logre entender la importancia de las tradiciones políticas del país, el resto de la clase política debiera defender la glosa republicana y presionar para el Presupuesto fiscal de 2026 incluya una partida de libre disposición para que el próximo gobierno pueda comenzar a cumplir sus promesas de campaña. (El Líbero)
Patricio Navia



