El trabajo de ser mujeres- Daniela Olfos

El trabajo de ser mujeres- Daniela Olfos

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Desde la década de los 90’, la participación laboral femenina en Latinoamérica ha ido en aumento, revolucionando el mercado y siendo un gran aporte en el arduo camino para reducir las brechas de género marcadas por siglos de historia.

Sin embargo, y pese a todo el avance que podemos percibir hoy, siguen realizándose un sinfín de prácticas que nos relegan en temas de desarrollo profesional y personal. Por un lado, aún la tasa de participación laboral femenina es mucho más baja que la de los hombres -en Chile, ni la mitad de las mujeres participamos del mercado de trabajo formal- y se nos siguen asignando las labores del hogar y cuidado “por naturaleza”, de hecho, las mujeres dedicamos hasta tres veces más de tiempo a tareas domésticas y de cuidados no remuneradas, número que conocemos y lamentablemente en muchos hogares normalizamos.

Entonces, nos vemos enfrentadas a un juego de suma cero donde, o velamos por nuestra autonomía económica, sacrificando nuestro tiempo de ocio o sueño por las tareas del hogar; o nos dedicamos exclusivamente a ellas, eliminando nuestras posibilidades de independencia monetaria y desarrollo como persona en el ámbito laboral.

Hay quienes plantean al emprendimiento como una salida, pero los problemas en este ámbito también siguen apareciendo. En Fondo Esperanza lo vemos día a día: mujeres emprendedoras que se levantan a las 6 de la mañana (o antes) para hacerse cargo de sus hijos y/o parientes enfermos, la limpieza y la cocina; que pese a tener acceso a salas cunas, no tienen apoyo cuando los niños están fuera del horario escolar; muchas de ellas en hogares monoparentales; y con ingresos reducidos, generados por negocios pequeños, cuyo foco es la subsistencia familiar.

Aquí el trabajo se multiplica, el esfuerzo se vive de lunes a lunes. No hay feriado que lo detenga, porque el cuidado de la casa, de los niños y niñas, y la tarea de mantener un emprendimiento, no pueden parar.

¿Por qué no nos genera espanto que alguien ocupe tres veces más su tiempo en responsabilidades que podrían ser compartidas? ¿Qué queremos conservar al normalizar esto?

Mientras no haya un cambio sociocultural profundo, donde los derechos y deberes personales y laborales se distribuyan equitativamente, estos problemas no cesarán ¿Cómo nos hacemos cargo de generar un entorno laboral –dependiente e independiente, para mujeres y hombres- más justo? ¿por qué emprender es sacrificio doble para las mujeres, no así para los hombres?

Este 1 de mayo la invitación no es solo a conmemorar el gran valor de quienes han luchado por nuestros derechos laborales, sino también a continuar en nuestra tarea de construir un camino que busque la equidad de género. Porque el trabajo digno debe serlo en todo aspecto, para todos y todas.

Las labores de la casa, SÍ son un trabajo y el más difícil. (La Tercera)

Daniela Olfos

 

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