El senador Huenchumilla

El senador Huenchumilla

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Uno de los hitos de la pasada elección parlamentaria fue el triunfo, épico en la madrugada del lunes, de Francisco Huenchumilla sobre Fuad Chahín. Ello transformó al ex intendente regional en el primer senador mapuche en la historia de Chile. El dato no es trivial, da cuenta del verdadero “apartheid” que han debido enfrentar los pueblos indígenas por largas décadas allí donde se legisla y toman las verdaderas decisiones. Un apartheid que pese a la apertura de espacios y el fin del binominal, pareciera en nuestro caso mantenerse intacto.

Fueron más de treinta los candidatos mapuche al Congreso Nacional y solo dos conquistaron un cupo en la Cámara de Diputados; Emilia Nuyado (PS) por Llanquihue y Aracely Leuquén (RN) por Aysén. Las dos mapuche y mujeres. ¿Símbolo de un cambio de época? No en lo relativo a su condición étnica, si tal vez en lo concerniente a luchas de género. Es claro que ambas vieron fortalecidas sus opciones por la ley de cuotas. Esta cuadriplicó el número de candidatas mujeres respecto de 2013. Y obligó a los partidos, machistas por tradición, a posicionar en primera línea sus liderazgos.

Es a todas luces lo mismo que se necesita a nivel de pueblos originarios para terminar con esta ausencia en el Poder Legislativo; una ley de cuotas o bien escaños reservados en el Congreso. Hoy existe aparente consenso en la derecha y el oficialismo sobre su conveniencia. Permitiría canalizar por vías institucionales un reclamo que cada día se expresa con mayor violencia. Y resolver el eterno dilema del interlocutor válido, el “con quién” se conversa. Pero sigue siendo otra eterna promesa de campaña. De esas que jamás se cumplen.

Pero volvamos al senador electo Francisco Huenchumilla. Su triunfo escapa por completo al escenario de exclusión parlamentaria del cual les hablaba antes. Y es que lo suyo más que el triunfo de un “candidato mapuche” es el triunfo de una trayectoria brillante en política. Diputado, subsecretario, ministro, alcalde y hace poco intendente regional, su llegada al Senado es un claro reconocimiento de los votantes de la Araucanía a su calidad de hombre público y líder político de alcance nacional. Pudo llamarse Francisco Sepúlveda y el resultado, sospecho, hubiera sido el mismo.

Pero, para suerte nuestra, esto no es así. Huenchumilla es un hijo del pueblo mapuche. Y el encuentro ya adulto con su identidad indígena es tal vez uno de los fenómenos más fascinantes que me ha tocado investigar como periodista. Hasta un libro escribí sobre ello. Los invito a todos a leerlo. Allí la vida de un niño mapuche que perdió la mitad de su familia por la tuberculosis, que fue educado para ser cura capuchino y terminó formando parte -junto a Aylwin, Lagos e Insulza en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile- de una verdadera generación dorada de políticos chilenos.

Créanme lo que les digo; los mapuche no podíamos quedar mejor representados en el Senado que por Francisco Huenchumilla. Un verdadero lujo. (La Tercera)

Pedro Cayuqueo

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