El primer tercio de Gobierno: puentes y no diques- Gonzalo Blumel

El primer tercio de Gobierno: puentes y no diques- Gonzalo Blumel

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Acabamos de completar el primer tercio del mandato, tiempo en el cual hemos puesto en marcha el Programa de Gobierno y trabajado arduamente para cumplir con las expectativas que depositó la ciudadanía en esta administración. Nos comprometimos a poner a Chile en la senda del progreso, volviendo a crecer, a enfrentar decididamente las urgencias sociales pendientes, como la migración, y a implementar las reformas fundamentales para alcanzar el desarrollo integral. A estos desafíos hemos querido darles un sello distintivo: sacarlos adelante mediante la búsqueda del diálogo y los acuerdos, para instalar una cultura de colaboración que supere el clima de confrontación que ha predominado en los últimos años.

¿Cómo pusimos en práctica esta cultura de colaboración? Apenas asumido, el Presidente Sebastián Piñera convocó a cinco grandes acuerdos nacionales: Infancia, Seguridad Ciudadana, Salud, Araucanía y Desarrollo Integral. Un buen ejemplo de los frutos de este trabajo es la Mesa de Infancia. A partir de ella se han logrado importantes avances, como es el caso de la ley corta del Sename, la creación del Ministerio de Desarrollo Social y Familia o la reciente aprobación transversal del proyecto que declara imprescriptibles los delitos sexuales contra menores de edad. Gracias al poder del diálogo estamos poniendo a los niños primero. Y seguimos trabajando para hacer realidad más acuerdos. En ese marco se inserta la reunión que sostuvieron esta semana los integrantes de la mesa para el fortalecimiento de las regiones, y el acuerdo, liderado por el ministro del Interior, Andrés Chadwick, para la modernización de las instituciones.

En pos de generar un ambiente en el que la cultura de la colaboración pueda echar raíces, hemos impulsado entendimientos institucionales con distintos actores políticos. Ello se ha materializado en el protocolo de Modernización Tributaria, proyecto que beneficiará a las regiones, las pymes y los adultos mayores, manteniendo los principios fundamentales de la iniciativa, que buscan fortalecer el crecimiento y la inversión. También, estamos avanzando en el acuerdo previsional, que permitirá mejorar las pensiones de 2,6 millones de adultos mayores y de todos los futuros pensionados.

Pero la colaboración no solo se ha centrado en las grandes reformas del programa, sino que se ha extendido a otras iniciativas que consideramos claves, como la modernización del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, la ampliación del control preventivo de identidad, la sala cuna universal o la Ley del Cáncer, todas iniciativas que avanzan en el Congreso. Estas son pruebas de que es posible avanzar cuando hay voluntad y disposición, más allá de las mayorías de turno.

El desarrollo y el progreso de las próximas décadas dependerán del surgimiento de liderazgos que extiendan puentes por sobre diques, que propicien el diálogo por sobre la confrontación. Ante esto, la oposición tiene la disyuntiva de determinar qué alma es la que primará: aquella que está disponible a conseguir acuerdos o aquella que se mantiene en una actitud de rechazo permanente a todo lo que se proponga.

Mejorar la calidad de vida de nuestros compatriotas debe ser la prioridad por sobre los objetivos políticos de corto plazo que, por legítimos que sean, no debieran nunca entorpecer el futuro de nuestros compatriotas. Construir un país más libre y más justo es un objetivo que nos debe unir. Como lo señalan Levitsky y Ziblatt en su libro “Cómo mueren las democracias”, las normas básicas de una democracia saludable son la tolerancia mutua y la moderación a la hora de desplegar las prerrogativas institucionales, en un contexto en que los actores políticos perciben como legítimos a sus adversarios. Y esa cultura de colaboración es la que seguiremos promoviendo durante los dos tercios restantes de mandato. Sabemos que es un desafío difícil, con avances y retrocesos, pero es el único camino que puede permitir que nuestro país avance en forma sostenible.

No olvidemos que las democracias ya no mueren por golpes de fuerza; hoy mueren por la polarización extrema y el populismo que devienen de un sistema político que no es capaz de conversar y cooperar. Cuidemos nuestra democracia. Tendamos más puentes y derribemos los diques.

 

El Mercurio

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