El presupuesto como arma política-Jorge Ramírez

El presupuesto como arma política-Jorge Ramírez

Compartir

El oficialismo sabe que es muy improbable alcanzar la sucesión en materia presidencial. Jeannette Jara ha sido eficaz en federar con éxito al 30% de aprobadores del Presidente Boric. Esa cifra podría bastarle incluso para ganar la primera vuelta, pero no es suficiente para ser competitiva en un ballotage. Los estudios de opinión son meridianamente claros a la hora de señalar que la oposición tiene la primera opción de ganar la presidencial.

La interrogante a resolver entonces pasa a ser la siguiente: cómo será el comportamiento del actual oficialismo desde la otra vereda del poder, en el siempre ingrato rol de oposición. Hay algunos indicios. El tono que ha ido modelado el Presidente y los principales personeros del Frente Amplio y el Partido Comunista da cuenta de que el guion para ser oposición de la “ultraderecha” será claro. Se trata de uno muy similar al aplicado en EE.UU, Brasil y más recientemente Argentina, el mínimo común denominador de todas estas experiencias está dado por la agitación social, donde el mundo de la cultura y las universidades pasan a ser los grandes agentes catalizadores de la oposición. Para esto, evidentemente que el presupuesto en estos ámbitos pasa a ser crucial.

La ley de presupuesto que se discute actualmente en el Congreso es la última presentada por este Gobierno y, por ende, compromete los recursos que el próximo Gobierno deberá ejecutar. En el diseño de éste, por cierto, que hubo consideraciones de índole política.

Así, no parece casual que el Presupuesto de Cultura haya aumentado en un 11,3% respecto del año anterior. De hecho, esta cartera registrará un aumento del gasto de 61% en lo que va de gobierno, es decir, desde el año 2022 hasta 2026. ¿Qué se busca con esto? Una mirada benevolente podría sostener que hay un compromiso genuino por fomentar el acceso a la cultura y estimular producción artística, pero podría existir un interés solapado: que el eventual futuro Gobierno de José Antonio Kast se vea obligado a aplicar algún tipo de recorte presupuestario en esta cartera para 2027 —considerando la urgente necesidad de recortar a lo menos 6 mil millones de dólares en cuatro años, dado el agobiante déficit fiscal— para así, activar al “mundo de la cultura” en clave de agitación social en contra de la próxima administración.

Lo mismo en educación, presupuesto que también aumenta, especialmente en el campo de Ayudas Estudiantiles para Educación Superior, siendo este el ítem donde más crece el gasto, debido al alza de $171,7 mil millones para Gratuidad (que alcanzará un gasto total de $2.583 mil millones) Nuevamente, un eventual futuro gobierno de derecha, deberá evaluar si dar continuidad o no a estos aumentos presupuestarios, con la amenaza siempre latente de que, ante cualquier recorte, por mínimo que sea, surja un polo de oposición y agitación.

En suma, hay elementos de sobra para pensar que el Presidente no está redactando simplemente un presupuesto: está adelantando un guion político. Cada aumento de gasto, cada asignación extraordinaria, cada programa que compromete recursos futuros, opera como una pieza más de una estrategia destinada a condicionar al próximo gobierno y a mantener latente el potencial de conflicto en la trinchera ideológica de la izquierda.

El presupuesto de la nación, que debería ser un instrumento de planificación responsable, se transforma así en un campo de batalla donde el poder se ejerce no sólo gobernando, sino también condicionando políticamente al gobierno que venga después. (Ex Ante)

Jorge Ramírez