El populismo ya llegó-Pilar Molina

El populismo ya llegó-Pilar Molina

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La izquierda siempre expresa el temor ante la llegada al poder de una derecha populista, pero nunca se le oye hacer una autocrítica sobre su propia demagogia. Que es el diablo vendiendo cruces, se confirma después de oír la cuenta pública del Presidente Boric.

En su larga y latera exposición de 3 horas y 36 minutos que usó para mostrar toda su informalidad, hacer bromas, interpelar y agradecer a Pedro, Juan y Diego en ánimo de reconocer esfuerzos y aparecer inclusivo; en su majadera insistencia de nombrar a Lucía, Gilda, la alcaldesa de San Miguel y docenas de personas para darle realce testimonial a sus palabras. Como si dijera, yo lo oí, lo viví, sobre cada cosa que les hablo, yo estoy ahí, con ustedes, ¡reconozcan al líder que soy!

Pero esa informalidad poco republicana es nada frente a su obsesión por hacernos creer que la reforma tributaria es una varita mágica que puede convertir a Chile en el paraíso de los derechos sociales y la seguridad pública. En esos recursos, dijo una y otra vez, está la posibilidad de tener más seguridad y más carabineros. En aprobarla se juega acortar las listas de espera para las cirugías y las consultas de especialidad. Si el Congreso no se rinde ante el nuevo proyecto que enviará el Gobierno en julio, luego que la Cámara lo rechazara en marzo, tampoco se creará un centro para combatir la violencia sexual en cada región.

Para colmo, Gabriel Boric se rindió ante la presión de su coalición del Frente Amplio y el Partido Comunista, que insistía en usar la cuenta pública para reafirmar sus promesas de campaña. Y condicionó también a obtener más impuestos el cumplir con terminar con el Crédito con Aval del Estado (CAE) y la deuda histórica de los profesores.  Igualmente, ofreció “la sala cuna para todas y todos”, así como la creación del sistema nacional de cuidados.

Debe haber pensado que estábamos dormidos después de tanta palabrería, porque la famosa reforma tributaria no le financia ni la mitad de sus promesas o sueños ofertados.  Si lo que pretende recaudar teóricamente (porque en una economía deprimida puede ser la mitad) son 10 mil millones de dólares en 4 años. Bueno, eso es más o menos lo que cuesta condonar el CAE y menos alcanza a cubrir el costo de hacerse cargo de la deuda histórica de los profesores que ascendería a unos 12 mil millones. Ambos compromisos electorales superan con creces el presupuesto anual de todo el ministerio de Educación que ronda los 18 mil millones de dólares. Pero el Presidente les dijo a los maestros que, de aprobarse, “inmediatamente presentaremos un proyecto para cumplir con este compromiso”.

Tampoco le señaló a las mujeres que para eliminar “la discriminación de género que hoy las afecta”, no requiere la reforma tributaria, porque la sala cuna universal es un viejo proyecto que presentó Sebastián Piñera, al que la izquierda siempre se opuso.

Tratar de convencer a los chilenos que mejorar las cosas está supeditado a que el Estado obtenga más recursos es pura demagogia. El problema más acuciante, el de la seguridad, requiere más convicción que plata fresca porque el Gobierno tiene las herramientas para reponer el Estado de derecho. Otra cosa es que no las quiera usar. El incesante aumento del presupuesto de Salud y Educación, por poner otras prioridades, tampoco ha tenido un correlato en mejorar la calidad de las prestaciones y podría continuar repitiéndose lo mismo si aumentaran los fondos.

Tomarle el pelo a la gente diciéndole lo que quieren oír es una irresponsabilidad. “¡Hemos decidido eliminar por la vía administrativa la tarifa de invierno lo antes posible”. ¿Será otro piloto como el del “gas a precio justo”? Porque un sector regulado, si no saca de aquí los ingresos, los saca de allá y lo más probable es que los más pobres terminen pagando una tarifa promedio más alta todo el año para compensar el mayor uso de calefacción eléctrica de los más ricos durante el invierno.

¿Y no es populista que Boric diga “Chile no podría entender un nuevo perdonazo”?, refiriéndose a exigirle a las Isapres devolver a sus afiliados sumas que nunca obtuvieron, los mil 400 millones de dólares que calculó la Superintendencia de Salud. Y más, cuando de acuerdo a las nuevas condiciones que estableció la Corte Suprema para aplicar la tabla de factores y dar gratuidad a los menores de 2 años, las Isapres tendrán un déficit mensual de 31 mil millones de pesos que no podrán financiar. Populismo neto aparecer como teniendo la intención de darle una solución a los 3 millones de afiliados a las Isapres, pero haciendo todo lo contrario, para dejar contenta a las huestes socialistas que sólo aspiran a un único sistema de salud estatal.

Ya estamos en manos de un gobierno populista, que responde a los grupos de interés antes que al bien común. No temamos que llegue el populismo, entonces. El Líbero)

Pilar Molina