El Partido Radical y la Socialdemocracia

El Partido Radical y la Socialdemocracia

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En las últimas semanas hemos presenciado en la prensa un interés mayor sobre el Partido Radical que en periodos anteriores. No cabe dudas que ese interés se debe al protagonismo del radicalismo al transformarse en el único partido que aumentó su votación en las últimas elecciones y al hecho de haber presentado como su carta presidencial a un Senador proveniente de esa mas que sesquicentenaria cultura política con la más amplia aceptación entre los precandidatos de la Nueva Mayoría. Pero, también debido a un hecho no menor que sorprendió a algunos que pensaban que el PR no lograría reinscribirse como partido nacional al lograr renovar su militancia en cantidad ampliamente superior al mínimo exigido por el Servel en todo el país.

La primera Asamblea Electoral, que es la fórmula de las primeras asambleas constituyentes del radicalismo chileno, tuvo lugar en la ciudad de Copiapó el 27 de diciembre de 1863, es decir antes de la fundación del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) considerado el partido más antiguo de la socialdemocracia.  Recuerdo esto ya que algunos consideran, erróneamente, al Partido Radical como un partido de carácter socialdemócrata.  Para ser rigurosos con la historia el PR se identificó desde sus primeros años como un partido de clase media, como un partido que hoy día consideramos de centroizquierda. Esto es muy importante precisar ya que el movimiento socialdemócrata internacional nació y se ha desarrollado como parte del movimiento obrero europeo. El origen de la  socialdemocracia se remonta a 1864 vinculada a la Asociación Internacional de Trabajadores fundada por Carlos Marx, Federico Engels y Mijaíl Bakunin entre otros. Su objetivo era organizar al proletariado europeo y apoyar el desarrollo y coordinación de la clase obrera contra la explotación capitalista consecuencia de la revolución industrial. El objetivo se logró pero,  discrepancias internas entre marxistas y bakunistas, provocaron  su división y disolución en 1876.

En 1889 se organiza la que se ha dado en llamar la segunda internacional obrera, heredera de la anterior, formada por militantes socialistas y laboristas europeos. Como consecuencia de su lucha se logró constituir la conmemoración del 1° de mayo y el 8 de marzo como símbolos reivindicativos de los trabajadores. Entre sus miembros más importantes se encontraban el SPD, el Partido Laborista de Inglaterra y el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso dirigido por Lenin. La Segunda Internacional se disuelve en 1916 como consecuencia de que la mayoría de los partidos de tendencia socialdemócrata se identifican con los intereses de sus respectivos gobiernos y clases gobernantes y no con los intereses internacionales del proletariado, cuyos partidos de tendencia más izquierdista, opuestos a la guerra europea de 1914 (Rosa Luxemburgo), denuncian como guerra de intereses del gran capital donde los trabajadores solo eran utilizados como carne cañón.

Una vez finalizada la guerra la geopolítica de Europa cambió radicalmente, no tan solo se derrumbaron tres imperios: la Rusia de los zares, la Turquía de los sultanes y Austria de los Habsburgo. En Rusia triunfó la revolución bolchevique encabezada por el Partido Obrero Socialdemócrata (Bolchevique o mayoritario) que cambia su nombre en 1918 por el de Partido Comunista  dando origen en 1919 a la Internacional Comunista con partidos socialistas y comunistas de Europa, Australia, Estados Unidos y Japón, ampliándose posteriormente a todos los continentes; se disuelve en 1943.

Por su parte la Segunda Internacional se reorganiza después de la guerra con el nombre de Internacional Obrera y Socialista en 1923, que vuelve a disolverse por las mismas razones que la primera  en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.

Los partidos de tendencia socialdemócrata europeos se vuelven a reorganizar en 1951 con el nombre de Internacional Socialista.

Como hemos dicho, los partidos socialdemócratas nacen en Europa como una necesidad del desarrollo de sociedades capitalistas donde, con anterioridad, se habían organizados los partidos y movimientos que representaban los intereses de las capas gobernantes de la sociedad, es decir la burguesía, que en su inicio fue una clase revolucionaria que instauró un nuevo orden social y económico. Este nuevo orden a su vez procreó una nueva clase social, el proletariado de la gran industria que, al transformarse en “clase para sí”, es decir al tomar conciencia política, se organiza en los partidos que tomaron el nombre de socialdemócratas.

En Chile y en el sur de América, con un desarrollo económico y social muy diferente al europeo la organización de los partidos políticos obedece a otra dinámica. Nuestros países son herederos de 300 años de intolerancia ideológica como consecuencia de haber sido colonizados por el país más atrasado de Europa, con 300 años de inquisición cultural, con 300 años sin imprentas, sin periódicos, sin libros y librerías con excepción de los libros de adoctrinamiento religioso que además eran objeto de censura. Nuestros tatarabuelos eran en un 90% analfabetos que no tuvieron acceso a la literatura como sus similares europeos y por cierto no conocieron la filosofía clásica griega ni los grandes autores de la Ilustración. En una palabra, el sistema capitalista que se desarrolló en Europa no llegó a esta parte del mundo de manera natural como culminación de un proceso, por lo tanto, en 1863 en Chile no había burguesía ni había clase obrera en condiciones de crear partidos políticos como en el viejo mundo. Por cierto los autores clásicos del capitalismo como William Petty, Adam Smith, David Ricardo o Karl Marx eran absolutamente desconocidos.

Pues bien, en esas condiciones se forman las primeras asambleas radicales por un grupo de emprendedores que hicieron fortuna en el comercio y las explotaciones mineras del norte del país que querían formar parte de la toma de decisiones disputándole el poder a la oligarquía de la tierra. No está de más recordar que tenían derechos ciudadanos plenos solamente quienes tenían fortuna, ya que el derecho a voto era censitario, no votaban los analfabetos, es decir la inmensa mayoría del país, tampoco votaban los menores de 23 años, los pueblos aborígenes y por supuesto las mujeres.

Por lo tanto, en esas condiciones no podían formarse partidos de la clase obrera de carácter socialdemócrata en esa época. Tampoco hoy por las mismas razones del siglo XIX en cuanto a la composición y desarrollo político social del país.

La socialdemocracia en un movimiento político típico del desarrollo del movimiento obrero europeo y países afines en su desarrollo económico: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos. En este movimiento de carácter europocentrista, hoy dividido, forman parte partidos de tendencia izquierdistas y otros más bien de tendencia conservadora donde conviven algunos que ha apoyado todas las aventuras imperiales en el continente africano y otros que, por ejemplo, no reconocen la autodeterminación de los pueblos tan cara a los pueblos de nuestro continente como la lucha por independencia del hermano pueblo de Puerto Rico. El Partido Radical es miembro pleno de la Internacional Socialista, como una forma de mantener relaciones internacionales de cooperación e intercambio de experiencias.

En Chile el movimiento obrero ha estado vinculado desde su inicio en primer lugar al Partido Comunista y en parte también por el Partido Socialista que históricamente no se identificaban con la socialdemocracia europea. El Partido Socialista al cambiar su orientación de partido revolucionario a partido reformista terminó en siglo XXI formando parte de la Internacional Socialista.

El Partido Radical chileno tiene otra historia, otra composición social a pesar de que también ha tenido un núcleo obrero de respetable importancia.

Por cierto, la composición social de la sociedad chilena hoy es muy distinta a la de los siglos XIX y XX, por eso podemos afirmar que el Partido Radical supo adaptar la experiencia europea de algunos de sus fundadores a la idiosincrasia de Chile y los chilenos creando un partido diferente, que ha sabido rescatar las tradiciones y características de nuestro pueblo y asimilarlas al que hacer político. Por eso no soy exagerado cuando afirmo que el radicalismo es una forma de chilenidad, que ha sabido mantenerse vigente por 153 años y ha visto desaparecer a más de un movimiento político en su largo camino por las ciudades y pueblos de Chile, confirmando su vigencia y su proyección histórica en tres siglos, con un candidato presidencial, el Senador Alejandro Guillier, con posibilidades reales de lograr la Presidencia de la República. (El Mostrador)

 Alfredo Lastra

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