El funeral de la derecha-Juan Ignacio Brito

El funeral de la derecha-Juan Ignacio Brito

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Hay que volver a 1965 para toparse con una encrucijada tan compleja como la actual para la derecha. En marzo de aquel año fue barrida en las elecciones parlamentarias tras sufrir una debacle en las presidenciales celebradas seis meses antes. La crisis abrió espacio a la reorganización: liberales, conservadores, independientes y nacionalistas se unieron para formar el Partido Nacional. De las cenizas de la derecha tradicional surgió una agrupación que, en palabras del profesor de Oxford Alan Angell, constituyó “la base de un nuevo proyecto de la derecha”.

Hoy nuevamente la crisis es profunda: tras dilapidar su cuatrienio en el gobierno, la derecha sufrió una durísima derrota electoral. Está sumida en la confusión táctica y estratégica y, mientras RN camina por la intrascendencia, la UDI es protagonista de un escándalo cuyas esquirlas no terminan de hacer daño. Parece el momento oportuno para un funeral; es hora de enterrar a la derecha económica y reivindicar la derecha política.

El caso Penta ha venido a confirmar que si la derecha sigue amarrada a un grupo de interés concreto -los empresarios- tendrá poco que decir a la sociedad. La actividad empresarial es respetable y necesaria, pero quienes la ejercen deben defender sus intereses sin servirse con opacidad de partidos políticos que están llamados a promover el bienestar general. El vínculo de dependencia con algunos empresarios daña el proyecto de la derecha y se suma a una coyuntura cuesta arriba, al punto que no es exagerado sugerir una refundación.

Angell ha escrito que el Partido Nacional “fue mucho más que un instrumento político defensivo en contra del marxismo”. De igual manera, la nueva derecha no debería limitar su rol a contener las propuestas de la Nueva Mayoría, sino que tendría que definir un programa sustentado en la actualización de su ideario. Para ello hay que considerar los nuevos contornos de ideas permanentes como el compromiso con la libertad responsable, el orden, la defensa de la iniciativa y la propiedad privadas, la solidaridad y la subsidiariedad bien entendidas, y hacerse cargo de demandas sociales como la transparencia o la obligación de rendir cuentas. Existe un fermento para esto en una diversidad de think tanks y movimientos que promueven cambios y nuevas visiones, aunque todavía queda -como ha repetido con acierto el profesor de la UDP Hugo Herrera- una ardua tarea intelectual por delante. (La Tercera)

El proyecto refundador debe encarnarse en un liderazgo que no esté cuestionado y tenga arraigo popular. La posibilidad de un resurgimiento pasa por contar con parlamentarios y candidatos creíbles que presenten un programa atractivo a la población. Alejado Pablo Longueira de la arena política, el único que parece en condiciones de liderar un esfuerzo con esas características es el senador Manuel José Ossandón. Paradojalmente, que sea resistido por buena parte del establishment de derecha constituye hoy una ventaja de la que no goza ningún otro representante de un sector que necesita desesperadamente una bocanada de aire fresco.

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