Raqqa, la autoproclamada capital del Estado Islámico (EI) en Siria, ha sufrido en los últimos días una escalada de ataques aéreos franceses y rusos en respuesta a los atentados de París y al derribo del avión de Metrojet en el Sinaí. La instrucción del Presidente de Rusia, Vladimir Putin, a las fuerzas navales de su país para trabajar con los franceses como “aliados” y las promesas del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de “redoblar” los esfuerzos para destruir al EI hacen prever que la ofensiva se intensificará y los yihadistas, conscientes de esto, buscarán reforzar su presencia en otros territorios.
Así, los intereses del Estado Islámico apuntan a afianzar su presencia fuera de Irak y Siria, en países como Afganistán, Egipto y Libia. Este último sufre una anarquía total desde la caída de Muammar Gaddafi en 2011. Escenarios como el de Libia han propiciado la presencia del EI en ese país. En enero pasado, el grupo yihadista asesinó a nueve personas en Trípoli y en febrero decapitó a 21 cristianos coptos egipcios en Derna.
Durante una visita a París, Mohamed Dayri, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno libio reconocido en el extranjero, expresó el temor de que su país se convierta en el futuro en el “nuevo bastión” de los yihadistas e hizo un llamado a una intervención internacional en Libia. Su petición la realizó seis días después del primer bombardeo de Estados Unidos en ese país, que causó la muerte del líder local del EI, Abu Nabil. El ministro Dayri agradeció el operativo llevado a cabo la semana pasada, pero advirtió que es “insuficiente”.
La divulgación de fotos donde el EI exhibe la bomba casera que derribó al avión ruso en el Sinaí es una muestra de que los terroristas también se encuentran activos en Egipto, mientras que en Afganistán la presencia de los yihadistas fue confirmada por el máximo responsable militar en esa zona de Estados Unidos, John Campbell.
El comandante estadounidense reconoció al diario The Washington Post que el EI está presente en Afganistán “de norte a sur” y que desea convertir a Jalalabad en su capital. En abril, el grupo asesinó a 33 personas en un ataque con una bomba. Los milicianos del Estado Islámico está sacando partido del caos que sufre Afganistán, donde los talibanes han ido ganando terreno a pesar de la presencia de las tropas estadounidenses.



