Día Nacional del Cáncer y Tabaco: ¿De quién es la fiesta?-Juan Carlos...

Día Nacional del Cáncer y Tabaco: ¿De quién es la fiesta?-Juan Carlos Said

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En pocos lugares se debe haber celebrado con más intensidad el Día Nacional del Cáncer que en la sede chilena de la British American Tobacco. Imagino muchos cigarros, abundante descorche de botellas, banda de música, buena comida y desayuno con mariscos al día siguiente en el Mercado Central. Razones para celebrar no faltan. Somos el país con más fumadores en Latinoamérica: 33% de los adultos fuma y, a pesar de que el tabaco mata 16.000 chilenos al año producto de 15 distintos tipos de cáncer, de la ley que podría poner control a esta epidemia no se habló.

¿Qué busca esta ley? Su objetivo es simple: disminuir el acceso de los menores de edad al cigarrillo, prohibiendo publicidad de tabaco en puntos de venta, estableciendo venta de cajetillas sin acceso directo a público (deben estar bajo el mesón y no expuestas) y creando un etiquetado genérico de cajetillas (completamente blancas, con letras azules más las advertencias de los daños a la salud), según el modelo australiano.

¿Por qué no avanza esta ley? La respuesta es la de siempre, pero con nuevos métodos: el lobby del tabaco.

El tabaquismo es una epidemia que se propagó en el siglo XX en base al esfuerzo deliberado de las empresas tabacaleras, en una estrategia con tres elementos fundamentales: publicidad masiva orientada a jóvenes, negación constante de los daños a la salud (aún cuando éstos ya se sabían con certeza) y adulteración de cigarrillos, incrementando los niveles de nicotina -sin revelarlo- para generar más adicción.

En el 2005, Chile y 181 países firmaron en la ONU el convenio marco de control del tabaco, comprometiéndose a legislar para detener los índices. Desde entonces, las tabacaleras han buscado bloquear la implementación de las medidas propuestas en este acuerdo, como la mencionada ley. Para esto, han dejado la primera línea de batalla para dedicarse, en cambio, a influir en los que influyen, a ser, en otras palabras, el poder detrás del poder.

La información falsa es el comienzo de todo: se financian investigaciones que los favorecen diciendo que legislar no sirve, al punto que estudios pagados por esta industria tienen el doble de probabilidades de dar resultados favorables a ellos (Barnes&Bero). Luego, se miente respecto a cifras económicas: se publica nuevamente información falsa respecto a que legislar en tabaco va a empobrecer a un país, perjudicar a una industria (agricultura o restaurantes) o generar desempleo. La evidencia muestra que no es así y que, como se vio en el mismo caso de Chile, regular fumar en público no perjudicó a nadie. Muy por el contrario, disminuye el gasto en enfermedades asociadas y el mismo Banco Mundial considera que las medidas antitabaco son costo-efectivas.

Finalmente, la parte más oscura: el financiamiento de políticos y de centros de estudios dedicados a política pública. Una extensa investigación en The Guardian reveló recientemente cómo muchos centros que públicamente se manifiestan en contra de legislar, reciben financiamiento directo o indirecto de la industria. Esto evidentemente se mantiene lo más oculto posible, al punto que muchos de los centros involucrados son también los menos transparentes respecto al origen de su dinero. Respecto al financiamiento de los políticos, en Chile esta información no es transparente, así que es difícil saber su real influencia. Sí sabemos que en Estados Unidos el gasto político de las tabacaleras se dispara durante las elecciones.

¿Qué hacer entonces? En una época de trincheras políticas, esta es una buena oportunidad de consenso: la ley que duerme en el Congreso fue apoyada por Bachelet. La Democracia Cristiana, en tanto, parece particularmente preocupada por el cáncer, como se vio con los esfuerzos de la senadora Goic en aprobar la ley que mejora la atención en esta enfermedad. El gobierno de Sebastián Piñera tiene una oportunidad histórica: en su anterior mandato, logró aprobar la primera parte de la ley antitabaco. Aprobar esta segunda parte, sería un paso decisivo, que nos pondría al nivel de los países más desarrollados del mundo, y constituiría, sin duda, el legado más trascendente del presidente en salud.

No dejemos pasar esta oportunidad y ojalá el próximo año, en el día del Cáncer, la fiesta sea de los pacientes. (El Líbero)

Juan Carlos Said

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