Después de la expulsión de Cox, Karadima y Precht, ¿qué?

Después de la expulsión de Cox, Karadima y Precht, ¿qué?

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En silencio y con la mirada perpleja. Así recibió la noticia Francisco José Cox el 13 de octubre. Hasta entonces era arzobispo emérito de La Serena, pero la decisión del Papa era inapelable: lo había dimitido del estado clerical.

En un mes, y cada 15 días, el Papa ha expulsado a cuatro sacerdotes. Tres de ellos han estado en el centro de la polémica: Cristián Precht (exvicario de la Solidaridad) fue expulsado el 15 de septiembre; Fernando Karadima (expárroco de El Bosque), el 28 de septiembre, y Francisco Cox (exarzobispo de La Serena) el 13 de octubre.

Ya no son sacerdotes. Nunca más podrán ejercer ninguno de los sacramentos. Nunca más podrán celebrar una misa. Y nunca más podrán recibir apoyo económico de sus diócesis. En teoría. ¿Por qué?
El caso de Francisco Cox (83) es especial. El Vaticano comunicó que, a pesar de su expulsión, continuará formando parte de Schoenstatt. Desde el movimiento explican que el Vaticano pidió expresamente que el exsacerdote siguiera bajo su cuidado. Cox no tendría apoyo económico de su familia.

Aunque está en Alemania, la semana pasada se le practicaron exámenes al exsacerdote para ver si su estado de salud le permite viajar a Chile. De poder hacerlo, viviría en una residencia para ancianos, no en una casa de Schoenstatt. Y no recibiría una pensión.

¿Y Karadima? ¿Y Precht? Mutual Pax es una especie de fusión entre isapre y AFP. Todo sacerdote que esté inscrito en este sistema recibe una pensión vitalicia de 8 UF al cumplir los 70 años. Pero a los 75 años las condiciones cambian. La pensión sube a las 11 UF, que son unos 300 mil pesos.

Si un sacerdote pagó sus cotizaciones en Mutual Pax toda su vida, recibirá la pensión. Sin importar su “estado”, ya que el dinero es administrado por una entidad privada. No es un beneficio “clerical”. Tanto Karadima como Precht reciben la pensión.

Marcelo Gidi, sacerdote y abogado experto en Derecho Canónico, explica que a pesar de que la pérdida del estado clerical implica el fin de los beneficios de quien era sacerdote, en la práctica no es tan así: “Hay un acto de caridad evangélica que ‘obliga’ a su Iglesia a seguir sosteniendo los gastos básicos de subsistencia a un sacerdote expulsado”.

La vida de Fernando Karadima, hasta hoy, no ha tenido cambios. Sigue residiendo en el Hogar San José, en Lo Barnechea, que no pertenece a la Iglesia. Fuentes cercanas al episcopado explican que es él quien costea su estadía y, además, una enfermera. En el caso de Precht, el exsacerdote estaría aún residiendo en la Casa del Clero, pero ya habría sido notificado de que debe abandonar el lugar en 30 días.

La Tercera/Agencias

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