Después de hoy, ¿qué?-Sergio Urzúa

Después de hoy, ¿qué?-Sergio Urzúa

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Es mediodía de viernes y cruzar la Alameda a la altura de La Moneda es una hazaña. Rejas obstaculizan el trayecto, a lo que se suma la presencia de carabineros, que da paso luego de preguntar en qué anda uno. Un activo guanaco a cuadras, murallas pintarrajeadas, basura en la calle y un comercio ambulante que desborda las veredas completan el desolador cuadro. Es difícil olfatear esas décadas de progreso pasado (ni le cuento a qué huele). Uno se siente extranjero en un irreconocible Santiago. Pero los peatones parecen acostumbrados, quizás resignados. La resiliencia de la gente sorprende.

Ahora bien, esa misma capacidad de adaptación será vital para lo que se viene. En materia económica, sin la posibilidad de continuar los gigantescos esfuerzos fiscales realizados por la pandemia, el PIB nacional no debería expandirse más allá del 2,5% el 2022 (2% el 2023). Esto, además, en un escenario de mayor inflación —veremos hasta dónde es transitoria— que ya obligó al Banco Central a un histórico aumento de la tasa (125 puntos base, para dejarla en 2,75%) y seguro vendrán otros. El mercado de capitales, por su parte, seguirá recordándonos el lento, pero profundo impacto de los retiros. Tal como lo demostraron los hipotecarios, el costo de los créditos seguirá al alza, golpeando el consumo. Y en materia de inversión, los ojos estarán puestos en los cambios en las reglas del juego que nazcan de la Convención Constitucional. Lo que se observa hasta el momento no ofrece buen augurio.

Frente a ese escenario, los más afectados serán los jóvenes. Para ellos, un mercado laboral dañado por el covid y sostenido por una batería de subsidios del Estado no son señales de próspero futuro. Sumemos a esto la obligación que tendrán de equilibrar las alicaídas cuentas fiscales pagando mayores impuestos. Y no olvidemos que acarrean otro drama. Entre el 2011 y 2020, los ingresos del trabajo solo crecieron un 0,6% anual (real) en el grupo de 26-35 años de edad, mientras que entre los más jóvenes (18-25) cayeron más de un 1%. La frustración acumulada de la generación más educada de la historia debe ser grande. Lamentablemente, de no mediar algo extraordinario que acelere el crecimiento y multiplique oportunidades, la cuna, en vez del esfuerzo, ganará poder predictivo como determinante del nivel de vida.

Chile no puede permitir que, cual peatón de la Alameda de la decadencia, su población se acostumbre (o resigne) a este deterioro.

Por lo tanto, estimado candidato, a usted que pasó a segunda vuelta, hoy lo interpelo. Sus buenas intenciones ya no bastan. A partir de mañana, no más cantinfleos, improvisaciones o realismo mágico. No memorice cifras, sino que estúdielas y entiéndalas. Rodéese de gente que no le diga sí en todo. Lidere con un plan para gobernar, no para hacer campaña. Por favor, priorice. El deterioro económico es tan grave como evidente. Sea ejemplo y no se mimetice con el decadente entorno. El país requiere un proyecto de futuro. (El Mercurio)

Sergio Urzúa

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