Con un período de adaptación para el público, hoy comienza a regir la ley que busca prohibir la entrega de bolsas plásticas en el comercio de todo el país.
Lo norma, que aparece hoy publicada en el Diario Oficial, establece que durante seis meses el gran comercio solo podrá entregar a sus clientes dos bolsas de este tipo.
Luego de ese plazo, tendrá prohibido ofrecer estos elementos. En el caso de las pequeñas y medianas empresas, hoy empiezan a cumplir un plazo de dos años para adaptarse. Luego de ese período, la idea es llegar a la cero distribución.
Con esto, Chile se convierte en el primer país de Latinoamérica que prohibirá totalmente la entrega de bolsas plásticas. Hasta ahora, mediante ordenanzas, alrededor de 90 comunas tenían algún tipo de restricción.
«Ya son muchos los establecimientos comerciales que voluntariamente han dejado de entregarlas y muchos consumidores, a su vez, están dejando de exigirlas», asegura la ministra de Medio Ambiente, Marcela Cubillos, quien añade que la ley que comienza a regir hoy «implica un cambio de hábito» de la población.
Antes de ser promulgada la ley, la Asociación de Industriales del Plástico (Asipla) recurrió al Tribunal Constitucional para impugnarla, aunque no tuvo éxito. Ahora, la gerenta general de Asipla, Magdalena Balcells, señala que «la vida continúa y tenemos que desarrollar nuevas cosas».
Al respecto, Cubillos indica que «yo hubiera hecho un llamado mucho antes a empresas como ellos de haberse autorregulado, en vez de haber llegado hasta el final dando esta pelea».
En algunos rubros, la autorregulación había comenzado: las cadenas de farmacias restringieron o eliminaron la entrega de bolsas plásticas -que eran gratuitas- y en algunos casos ofrecen unas reutilizables, pero cobrando hasta $690. Esto último ha generado una profunda molestia entre los clientes.
Con la ley que rige desde hoy, que será fiscalizada por inspectores municipales, el comercio que no cumpla se expone a multas de hasta las 5 UTM, es decir, $238.645.
«Las bolsas son tremendamente dañinas. Son imposibles de reciclar, por lo tanto, no hay otra manera de combatirlas que no sea reduciendo totalmente su consumo», señala Cubillos. (El Mercurio)
